Con motivo de la Valencia Negra, tuve el placer de entrevistar a Jaume Martin y a Andreu Martin para la Revista El ALIJo Fue un placer hablar con estos dos autores, una charla que dio para mucho. Todas las fotos están tomadas de Valencia Negra.
―En 1987 se publicó la primera novela de Flanagan, No pidas sardinas
fuera de temporada. A mí me llama poderosamente la atención que el personaje se
siga conservando tan bien. ¿Cómo fueron los inicios de Flanagan?
Andreu.- Los inicios de Flanagan fueron un simple juego entre
amigos. Nos encontrábamos cada jueves en un restaurante que se llama Esterri,
de Barcelona, con otros dos guionistas de cómic. Una de las cosas que nos pasó
por la cabeza fue la posibilidad de una novela juvenil.
En aquella época empezaba a haber premios de novela juvenil y
se nos ocurrió escribir una novela juvenil, ¿y si escribimos una y la
presentamos a un concurso? Por desgracia no lo ganamos.
Jaume.- Quedamos los segundos, que es lo peor.
―¿A qué editorial presentasteis la novela?
Jaume.- Una editorial que se llamaba Laia, que cerró porque el
administrador se fue a Sudamérica con el dinero de los autores, entre ellos el
nuestro. Luego la publicó otra editorial, cuando estos quebraron.
Andreu.- Laia no nos dio el premio, pero se quedó la novela y
la editó. Luego, como dice él, la editorial quebró, y al cabo del tiempo,
recuperamos el título.
Jaume.- Hablábamos también en aquel entonces de lo que leíamos
cuando éramos adolescentes y que nos gustaban mucho. Por ejemplo, los clásicos,
no sé, Enid Blyton, que me gustaba mucho, pero no me creía nada. Esos chavales
que hacían lo que les daba la gana, que se pasaban el día comiendo, bebían
cerveza de jengibre, que no era más que ginger ale, o que no tenían padres,
sino tíos que se pasaban el día jugando a la canasta mientras ellos corrían por
ahí. Lo hicimos para que nos lo pudiéramos creer un poco más.
―Pero eso eran cosas que, como niño, no te las planteabas. Eran
aventuras emocionantes y fantásticas.
Jaume.- La primera vez que me planteé una cosa como Flanagan,
fue leyendo una aventura de Alfred Hitchcock y los tres investigadores, que iba
de una niña que quería que le encontraran un loro que había perdido. Y entonces
lo del loro era como un chiste, ¿cómo iban a hacer eso? Pero yo, al leerlo,
pensé: “¡Ah! Eso me lo creo”. Pero era como un chiste. Luego venía el caso de
verdad y el loro quedaba olvidado y nadie le hacía caso ni se acordaba de él.
―¿Cómo habéis conseguido que Joan Anguera se adapte al paso del tiempo?
Creo que no es un reto fácil, pero lo solventáis con mucha maestría y, lo mejor
de todo, es que aquellos que seguimos las aventuras de este joven detective
esperamos nuevas aventuras con muchas ganas.
Andreu.- Bueno, esa es una cosa que creo que solo pasa en la
novela policíaca, porque cuando terminas, dices: Más, más. Escribes una novela…
Cuando nosotros escribimos No pidas sardinas fuera de temporada fue punto
pelota. Fue el editor el que, cuando nos dieron el Premio Nacional de Literatura
(Premio Nacional de LIJ, 1989) pidió más.
Jaume.- No era el mismo editor de Laia. Pero este otro editor
nos pidió más.
Andreu.- Y escribimos la novela El cartero llama mil veces, que
no era Flanagan. Y entonces el editor dijo: “Sí, sí, me gusta, pero, ¿y Flanagan?” Y nosotros:
“Flanagan ya está. Se acabó. “¡Ah!, no, no. Yo es que quiero más Flanagan.” Y
entonces escribimos Todos los detectives se llaman Flanagan.
Jaume.- Pues sí. Luego seguimos porque el editor nos pedía más
y a nosotros nos apetecía escribir más. No hemos tenido que hacer nunca un
esfuerzo especial trabajando con Flanagan.
―Flanagan sigue siendo el mismo chico simpático, con un sentido de la
justicia que ya quisieran para sí muchos políticos. Dese mi punto de vista, uno
de sus mayores atractivos es la lealtad que muestra hacia sus amigos. ¿Hay
muchos Flanagan por ahí? ¿Es una especie de caballero andante?
Jaume.- El caballero andante es un poco la figura del detective
privado. Creo que incluso hay un ensayo sobre Philip Marlowe como caballero
andante, aunque no recuerdo quién lo escribió, pero existe.
Andreu.- Desde que se presenta, Marlowe se presenta como
knight.
Jaume.- Es simplemente un chico que tiene un sentido propio de
la justicia. Pero que tiene su propio sentido de la justicia. Actúa según lo
que piensa él que es lo
correcto. Simplemente eso. ¿Que esto es muy raro hoy en día?
Pues si le preguntaras a la gente por la calle supongo que no tanto.
―En la última novela también tiene esa duda con Charche, me voy con el
Biosca, no me voy, qué hago, qué no hago…
Jaume.- Pero es
simplemente un personaje con un sentido de la justicia que trata de hacer lo
que es debido y que tiene un interés por investigar. No es más que una persona
que se está abriendo a la vida, porque es muy joven y tiene sentido del humor.
Andreu.- Hemos pasado de la época de la paranoia a la era de la
psicopatía. Y hoy día se defienden, incluso como virtudes, tendencias que son
más bien psicopáticas. Es decir, conseguir el triunfo por encima de todo, la
obsesión por el triunfo, la competencia. Esto, que en la época de la paranoia
existía igual, pero con un sentimiento de culpabilidad. El tema de la empatía
últimamente ha caído y hay que conseguir el triunfo por sí mismo. Es muy
probable que hoy en día haya muchos menos Flanagans que cuando nació.
―Si por algo me gustan estas novelas, es que en las novelas de Flanagan
siempre hay una denuncia social. Lo peor de todo es que parece que nada ha
cambiado desde que Flanagan viera por primera vez la luz. ¿Creéis que la novela
negra ha de ser un espejo que refleje los defectos de la sociedad?
Andreu.- Lo es por definición. La
mejor definición de la novela negra me la dio Jaume Ribera que dijo algo así
como: “La novela negra denuncia la realidad limitándose a describirla.”
Jaume.- Es algo característico de la novela negra. Si no sería
otra cosa. Puede haber novela policíaca sin ese añadido, pero no si hablamos de
noir. No es tanto para dar lecciones como para explicar cómo está el patio, sin
eludir las cosas. Y el hecho de que las novelas sean juveniles, no quiere decir
que tengas que tratar a los chavales como si fueran tontos. Al principio hubo
una resistencia editorial: “¿Esto es para chavales?”, o “Esto no lo van a
recomendar los profesores”. Y luego, efectivamente, tenías tú razón.
―Joan es un chico de barrio y esto lo hace más cercano al lector. Aun
así, siempre encuentra recursos para resolver los problemas a los que se
enfrenta. ¿La falta de dinero agudiza el ingenio o Flanagan siempre fue un
chico más espabilado que sus compañeros?
Andreu.- La falta de dinero agudiza el ingenio. Siempre
procuramos que Flanagan fuera un poquito mayor de su edad. Porque a los alumnos
les gustaba identificarse con un chico que hacía… que pensaba… que se les
adelantaba. Esto era un poco intencionado.
Jaume.- Además, Flanagan es un personaje que nunca ha destacado
por ser físicamente alto, no tiene características físicas de héroe, que
digamos. Algo tienes que tener en esta vida si te metes en según qué lío, ¿no?
Si no, te machacan a la primera.
―Flanagan ha mostrado ser un joven bastante maduro para su edad, en
esta última novela, Los gemelos
congelados, ya es adulto, acaba de cumplir 19 años. Es cierto que, además de
toda la denuncia social, advertimos encuentros amorosos. Tengo que alabar la
elegancia para describir estas escenas.
Jaume.- También es por no distraer. Si tienes la historia en
marcha y le metes en medio Cincuenta sombras de Grey, al lector le dejas
desconcertado. Yo creo que hay que ponerlo en su justa medida. Contarlo, porque
son cosas que pasan. Pero no hay que pasarse, para eso ya había otro libro.
Andreu.- Un libro iniciático. No sé si lo conocéis. El libro
rojo de Flanagan nace de la siguiente manera: Gemma Lienas, que tiene un
personaje femenino que se llama Carlota, vino a vernos para decir: “Quiero que
mi Carlota se líe con vuestro Flanagan”. Ella quería escribir El libro rojo de
Carlota, que es un libro sobre la iniciación sexual. Y su idea era que ella
conociera a Flanagan de tal manera que, entonces, ella, en su libro, contaría
el romance con Flanagan desde el punto de vista de Carlota. Y Flanagan tendría que
contar el mismo romance desde su punto de vista, tal como lo viven los chicos.
―He leído una entrevista que le hicieron a Andreu Martín en el cultural
de El País en 2011, en la que decía: “La literatura juvenil me gusta, porque da
más libertad que la que supuestamente tienes cuando escribes para adultos, pero
también puede ser excluyente”. ¿A qué puede deberse esto?
Jaume.- Una cosa que puede suceder es que el libro se etiquete
como juvenil. Por ejemplo, el último libro de Flanagan, Los gemelos congelados,
lo tienes en la sección de juvenil. ¿Qué quiere decir esto? No lo tienen donde
están los otros de novela policíaca o novela negra. Y el lector de novela de
misterio o novela negra no lo va ni a ver. Y el lector adulto de misterio no
llega ni a verlo. Ya se está excluyendo. ¿Por qué? Porque Flanagan ha tenido un
éxito como juvenil y ahí sigue, como juvenil.
Andreu.- La prueba está en que hay lectores que empezaron
leyendo a Flanagan siendo jóvenes y continúan Flanagan Flashbackleyéndolo
ahora. Pero hay gente que ha empezado de mayor a leer a Flanagan y se han
aficionado. Pero a mí lo que me ha desconcertado es esto de que la novela
juvenil dé más libertad que la novela de adultos. Pero sobre todo a lo que me
refería es a la elección de temas. O sea que supongo que a eso me refería
cuando hablaba de la libertad.
―A la hora de plantear la trama, ¿el hecho de que Joan tuviera 19 años
supuso un problema?
Jaume.- No un problema, pero sí un pequeño inconveniente, y es
el asunto del humor. Nosotros nos habíamos propuesto que en estas novelas
hubiera humor, sin ir nunca en detrimento del drama que pudieran tener por los
temas que trataba. La carencia de Flanagan era que no tenía la edad, sólo tenía
catorce años y claro, plantearse que iba a interrogar a un policía, con barba o
sus patillas, ya provocaba una situación que, en sí, tenía algo de cómica.
“Pero, ¿de qué vas, chaval?”. Pero eso, ahora, lo hemos perdido. Con dieciocho
o diecinueve años, pueden verte como un pipiolo, pero no eres un niño.
Jaume.- Nosotros tampoco hemos querido hacer un personaje a
propósito políticamente incorrecto. Nos hemos puesto bastante en su lugar. ¿Qué
haríamos nosotros si tuviéramos el coraje necesario?
―¿Habrá más Flanagan ahora que Joan ha crecido? El final de Los gemelos
congelados da pie a pensar que será así. Si fuera así, ¿seguiría siendo juvenil
u os decantaríais por la novela adulta?
Jaume.- Sí, sí que haremos más. Lo que pasa es que luego, a la
hora de editar, nosotros podemos hablar con el editor, pero luego él hará lo
que más le convenga. El que menos pinta siempre es el autor y luego el librero.
Verán que es un nuevo Flanagan y dirán: “Venga, con los otros”. Siempre podemos
abordarlo de una forma más clara o buscar una editorial en la que no hayamos
publicado.
Andreu.- Yo ya he estado mirando todo lo que significa estudiar
para ser detective privado, que es bastante frustrante, y ya conozco… Por ese
lado ya lo tenemos cubierto. El próximo será como un tratado de qué quiere
decir criminología, criminalística y demás.
―Si os tuvierais que quedar con un personaje de vuestras novelas,
¿elegiríais a Flanagan?
Andreu.- Hombre, es el cabeza visible. Hombre, si pudiéramos
tirar también de Charche, ¿no?
Jaume.- Sí, a Charche también. Yo creo que el Charche, en esta
última novela, nos lo han comentado, estamos muy contentos de cómo ha
evolucionado. Ha cogido más cuerpo.
―Pues haces un fundido a negro y volvemos con Flanagan, que es el que
cuenta la historia. Bueno, ambos habéis trabajado en otros medios, cine, cómic,
televisión… ¿Os habéis planteado o alguien se ha mostrado interesado por
trasladar a Flanagan a otros medios? ¿Os seduciría la posibilidad?
Andreu.- Yo creo que ahora ya no nos seduciría esta
posibilidad. Jaume y yo hemos vivido bastante, hemos ganado bastante dinero de
propuestas de productoras para hacer películas, dibujos animados, tebeos,
marcianadas de Flanagan. Pero nunca se han materializado, nunca.
Jaume.- Siempre pasa algo. Siempre hay algún detalle.
―Bueno, por terminar ya, como en la revista habrá lectores que quieran
empezar a escribir, ¿qué consejo le daríais?
Andreu.- Mira, un consejo, uno esencial, elemental: que lean y
lean y lean. Pero también que escriban y escriban y escriban, teniendo en
cuenta que el escritor es lo contrario del lector. El escritor es el que
prepara los hilos, los espejos, los dobles fondos, los efectos especiales.
Jaume.- Otro consejo que yo daría, es que no escribas nada
hasta que no sepas qué es lo que pasa y toda la historia. Porque luego dices:
“Empiezo a escribir y me hago un lío”. Claro que te haces un lío, porque no
sabes qué es lo que pasa. Sabes cómo empiezas, pero no sabes lo que pasa y lo
tienes que ir inventando a medida que escribes. Y eso es muy difícil. Aunque
sea una historia muy sencilla, tienes que saber lo que pasa.
Andreu.- Yo, a mis alumnos les digo: “Una fiesta de alta
sociedad. Un salón. En un rincón hay un chico que, por fin, ha logrado
acorralar a su chica y está a punto de decirle la fórmula mágica que hará que,
a partir de aquel día, sean novios. Otro señor tiene a un grupo de empresarios
a punto de proponerles el negocio de su vida. Una señora está a punto de
contarle a una amiga el secreto que no le contó nunca a nadie. Y el escritor es
ese señor que se sube a una mesa y golpea con una cucharita la copa de champán.
Todos interrumpen lo que están haciendo y le miran. Más vale que tenga una
buena historia. Más vale que tenga algo interesante que decir”.
Entrevista Aquí
¡Maravillosa entrevista!
ResponderEliminar¡De mayor quiero ser como tú!
En serio... me queda mucho que aprender en esto de entrevistar autores.
¡Nos leemos! ¡Un beso! ^^
Muchas gracias. Las entrevistas es fijarse cómo las hacen los periodistas :D La verdad es que fue un gustazo poder entrevistarlos. Como autores son fabulosos, y como personas también lo son.
EliminarBesos :*
Estupenda entrevista. Es todo un lujo vivir en ciudades que os brindan este tipo de oportunidades.
ResponderEliminarBesos.