Sinopsis:
Pascal ha regresado de ese viaje a los infiernos y Michelle está a salvo, aunque también ha salvado a un niño de aspecto inocente llamado Marc. No todo es lo que parece, pues El Mal puede tener muchas caras. Este niño ha esperado su oportunidad para atravesar la puerta y volver a sembrar el horror en las calles de París.
En este caso El Mal se valdrá de un empresario sin escrúpulos que hará cualquier cosa para conseguir sus objetivos. Médiums de la orden a la cual pertenece Dafne están siendo asesinados. Del triángulo europeo sólo queda esta vieja Médium.
Jules, el amigo gótico de Michelle, está sufriendo día a día un proceso en su cuerpo que no sabe muy bien a qué se debe. Sufre de insomnio, no soporta la luz del día y cada vez está más pálido. Un vampiro rozó su yugular con sus colmillos y le provocó una cicatriz que no desaparece.
¿Se está convirtiendo en vampiro?
Pero en aquel viaje que hizo Pascal sucedieron cosas que El viajero pensaba que habían quedado a salvo en ese mundo de horror. Sin embargo hay alguien que está dispuesto a recordarle los momentos de amor que vivió tras esa Puerta oscura. Beatrice ha regresado para seguir con una historia que dejó pendiente. ¿Pero a cambio de qué?
¿Será el amor de Beatrice tan grande como para hacer cualquier por Pascal?
En esta segunda entrega David vuelve a dejarnos una buena historia espeluznante. La trama de esta novela me ha parecido más ágil que la primera porque ya conocemos a los personajes principales. Tanto Pascal como Michelle tienen más claro cuáles son sus sentimientos y se atreven a revelarlos en público.
Si en la primera entrega el autor nos deja una visión muy clara de lo que podría ser el más allá: la tierra de la espera, la colmena de cronos o la llegada hasta este lugar en la barca de Caronte, en la trama de esta novela David nos muestra otros lugares, ya no sólo del más allá, sino lugares muy concretos de París (una ciudad real, tal y como la conocemos, y una ciudad que se materializa en el otro lado).
Está claro que el mal puede acampar en cualquier lugar. Pero Pascal vuelve a encontrar otra vez ayuda para llevar a cabo sus propósitos. Si en el primer libro el autor se vale de un espíritu errante (Beatrice), aquí David se valdrá de un suicida y de muchos espíritus hogareños para no dejar solo a Pascal en esa carrera contrarreloj para acabar con El Mal.
En esas magníficas descripciones que David nos deja de París, podemos pasear por Le Marais, y descubrir unos de los barrios más encantadores de esta ciudad. Y como no, nos pasea por ciertos cementerios, como ya lo hizo en la primera entrega. Y sin embargo de todos los lugares que nos muestra el autor, estos últimos son los que menos miedo provoca al lector.
En esta visión que recrea David para mostrarnos el mal no tiene ningún inconveniente en dejar en el camino a algunos de sus personajes. Algunos más sentidos que otros, pues El Mal se cobrará sus víctimas. Médiums, vagabundos y… Desde luego el autor retoma la idea de que los vampiros son entes malignos.
Una de las cosas que me ha parecido muy interesante es esa incipiente relación entre Mathieu y Edouard, que se desarrollará en el tercer libro (muy pronto la reseña). Ha sido de los pocos libros que he leído donde un autor de literatura juvenil se atreve a manifestar una relación homosexual sin tapujos.
¡Qué disfrutéis de vuestras lecturas!