Humor. Acción. Amores extraños. Misterio. Paranoia. Fantasía urbana.
Un joven atrapado con su perro en una delirante aventura nocturna.
Un montañero enfrentado a un desafío inimaginable.
Un hombre que mantiene una relación muy poco beneficiosa para su cordura.
Una chica incapaz de distinguir entre la vigilia y el mundo de los sueños.
Un profesor de matemáticas sometido a un juego mortal.
Todos ellos tienen algo en común. Su mundo se viene abajo con la llegada de un hecho inexplicable. Un encuentro con lo absurdo, lo surrealista, lo ilógico. El universo los va a poner a prueba. Serán llevados al límite. Pero no son héroes, ni tampoco lo pretenden. Son personas corrientes, sin más propósito que escapar del caos y volver a la cotidianidad de sus vidas. Sucumbirán a la risa tonta, nerviosa, de la desesperación. Recurrirán a inesperados mecanismos de supervivencia. Pero, sobre todo, se preguntarán si lo que viven es real o sólo está en su cabeza. Y tú, que lees esto, también lo harás. Sí, tú, mi querida persona corriente, porque ya es demasiado tarde para ti, estás dentro de TRANCEMÓNIUM. Algo extraño está pasando, ¿qué vas a hacer? No enloquezcas todavía. Aunque no lo sepas, eres capaz de las cosas más extraordinarias.
AITOR BERTOMEU es actor, animador, escritor y espadachín. Compagina la escritura con el teatro a nivel profesional, la animación y las clases de esgrima escénica. Tiene en su haber varias novelas juveniles, de aventuras y de género fantástico. Aparte, es guionista y autor de sketches humorísticos. Ha ganado varios premios literarios, dos de ellos con algunos de los relatos que conforman TRANCEMÓNIUM.
Entrevista al autor
Pues
muchas gracias por dedicarme esta entrevista. ¿A qué cámara tengo
que mirar? Genial. Es mi perfil bueno, y hoy no tengo herpes.
¡Comencemos!
¿Qué
podemos encontrarnos en tu novela y a qué público va dirigida?
Trancemónium:
Cuentos lunáticos
es una antología de cinco relatos largos, emparentados en tono y
temática, todos ellos narrados en clave de humor y compartiendo el
tema central de la locura y la paranoia. Sus protagonistas son
personas corrientes, hasta que de repente topan con un hecho
insólito, algo que desmorona sus cotidianas vidas y que incluso
cambia su concepción de la realidad… ¡Pero esto es España! Toca
arreglar las cosas, apañarse con lo que pille más a mano y, por qué
no, quizá hasta soltar un par de leches. A menudo se preguntarán si
lo que viven es real o sólo está en su cabeza, y esa ambigüedad
jugará un papel importante en los relatos. En resumen, que la cabra
de la portada no es casual: Trancemónium
busca volverte loco/a, casi tanto como a sus protagonistas. O por lo
menos que enloquezcas de risa.
Para
mí, una de las cosas buenas de Trancemónium
es que puede gustar a cualquier tipo de público –eso sí, mayor de
edad, que uno tiene ideas calenturientas–. Los relatos son en
esencia humorísticos, pero coquetean en mayor o menor medida con
otros géneros: acción, romance, novela erótica, ciencia ficción,
género fantástico, thriller
e incluso crónica montañera. Dependiendo del género predilecto de
quien lo lea, cada relato puede entusiasmar más o menos, pero los
temas son universales… y el humor también.
¿Cómo
se te ocurrió la idea de la trama?
A
mí me encanta destrozar tópicos, sobre todo tópicos de género.
Siempre me han gustado las historias fantásticas, de terror y de
ciencia ficción. No obstante, estoy algo cansadillo de ver una y
otra vez las mismas reacciones en los protagonistas, por lo general
serios y estúpidos, verdaderas dianas con patas. Supongo que es un
esquema muy americano. Más de una vez me he preguntado: ¿y si eso
pasara aquí en España? ¿Y si pasara en mi calle? ¿Y si me pasara
a mí? Decidí coger un tema recurrente en la literatura de género y
versionarlo a mi manera. Y así nació el primer relato de la
compilación, La
noche del chihuahua.
El experimento me dejó muy satisfecho y decidí escribir varios más
con ese estilo de humor, tratando otros misterios similares e igual
de surrealistas, destruyendo cliché tras cliché y parodiando otros
géneros. Me gusta ver a Trancemónium
como un recopilatorio de historias tipo Más
allá del límite
o En
los límites de la realidad,
pero a la española. Muy a la española.
¿Uno
o dos adjetivos que definan a tus protagonistas?
No
sé si cuenta como adjetivo, pero «Como una puta cabra» les iría
de perlas. Y no es que vengan así de serie (bueno, alguno hay), sino
que van desquiciándose poquito a poco conforme avanzan los
acontecimientos. Cachondos, por supuesto, y aunque todos ellos tienen
peculiaridades que los hacen únicos, respecto a su sentido del humor
no se puede negar que son hijos míos. Muy cercanos. Con expresiones,
referencias y chistes malos de sobra conocidos. Gente como nuestros
amigos, novias, vecinos, parejas… Como nosotros. Y alguno más
tocadito del ala, también.
Son,
sin discusión alguna, el motor del libro, lo fundamental. No son
historias en las que alguien
pasaba por allí.
Son personajes a los que algo
extraño les pasó.
¿Qué
crees que le falta a la literatura actual?
¡Me
alegra que me preguntes eso! ¿Cuenta como literatura actual la
autoedición? No nos engañemos, hay tanto maravillas como auténticos
bodrios en todos los mercados posibles… Pero si tenemos en cuenta
que las editoriales son un negocio y que todo lo que se publica
responde a fines puramente comerciales y lucrativos, el mundo de la
autoedición, con multitud de joyas ocultas y tapadas, me parece una
representación mucho más fiable de la «literatura actual». Así
que, para empezar, que se dé más cancha a este mercado.
Después,
que se apueste más por las antologías de relatos. Hay una especie
de maldición que rodea a este formato, parece que alguien no es
escritor de verdad hasta que no saca una primera novela exitosa.
Estoy en contra de eso. Soy un acérrimo defensor del relato, pero no
del relato de 4 páginas cuya única finalidad es ganar un concurso
(para luego escribir una novela). Tengo predilección por el relato
largo y la novela corta. La mitad de muchas novelas que leo es pura
paja, relleno para aumentar la extensión, erudición exhibicionista
o directamente copypaste de Wikipedia que no interesa para nada.
Prefiero narrar una historia lo suficientemente larga como para
desarrollar una trama y unos personajes, pero lo suficientemente
corta como para quedarme con lo esencial y no perder intensidad. No
veo qué problema hay, algunos de mis autores favoritos, como Poe y
Lovecraft, prácticamente sólo cultivaban ese formato y hoy son
eternos.
Tengo
además auténtica obsesión con el ritmo. Está claro que un buen
libro debe tener calidad en el fondo y en la forma… Pero creo que
una narración debe enganchar de principio a fin, y si no lo
consigue, algo falla. Así que lo siento, en materia narrativa no
apruebo los tostones, por muy bien escritos que estén.
No
digo que los siguientes elementos no figuren en buena parte de la
«literatura actual», pero me parecen indispensables: Originalidad.
Frescura. Irreverencia. Gamberrismo. Personajes carismáticos a la
vez que verosímiles. Nunca mais a los clichés…
Y
la erradicación total y absoluta del best
seller.
Por el Amor de Zeus, no más
«enigmas-históricos-de-asesinatos-en-el-pasado-con-ecos-en-la-actualidad-y-secretos-esparcidos-por-la-ciudad-que-pondrán-en-jaque-a-la-cristiandad-hasta-que-un-grupo-de-putos-sabelotodo-con-un-códice-mugriento-hagan-las-pruebecitas-de-turno».
Está claro que el mundo editorial es un negocio… pero que no se
note, caray.
¿Cómo
te ves dentro de unos años?
Cazando
moscas.
No,
en serio. Igual pero con algunas canitas. Un madurito interesante.
No,
en serio. Escalando fajos de billetes, buceando entre lingotes y con
mis pupilas convertidas en el símbolo del dólar.
No,
en serio. Uno no se hace escritor por el dinero. Ni actor. Y yo soy
ambas cosas –por lo visto me va el masoquismo–. No tengo grandes
ambiciones económicas (salvo viajar, viajar, viajar), pero me
conformaría con alcanzar dos ideales: que me lean, y ya si acaso
poder vivir de mis profesiones, que son la escritura, la esgrima, el
teatro y sus derivados lácteos. Por lo demás, mi sueño húmedo es
vivir rodeado de naturaleza, tal vez en el valle de Arán o de
Baztán, así que una vez haya vivido todo lo que mis años mozos y
locos tienen que darme en materia de espectáculos, me gusta
imaginarme como un escritor retirado en medio del bosque…
No,
ahora en serio. Cazando moscas.
Aitor
Bertomeu