Has sido testigo de un asesinato...y nadie te cree. La invitación a un crucero de lujo, que zarpa de Londres rumbo a los fiordos noruegos, es como un sueño hecho realidad para Laura Blacklock, una joven periodista en horas bajas. La oportunidad es doble: no sólo podrá contemplar la maravillosa aurora boreal, sino que se codeará con gente influyente que podría ayudarla a reconducir su carrera profesional. Los primeros compases de la travesía discurren conforme a lo previsto: el ambiente del barco es suntuoso, el servicio, de primera categoría, y el pasaje derrocha elegancia, simpatía y dinero. Sin embargo, todo cambia cuando, una noche, un grito aterrador despierta a Laura, quien, estupefacta, observa cómo el cuerpo de una mujer cae al mar desde el compartimento contiguo. Al dar la voz de alarma, la tripulación le asegura que el camarote número 10 siempre ha estado vacío y que no falta ningún pasajero a bordo. Así, con creciente inquietud, Laura comprueba que... nadie le cree. Y lo peor no es que se sienta sola y aislada, sino que una serie de extraños acontecimientos la convencen de que ella puede ser la próxima víctima.
Hay fórmulas que funcionan como un reloj, sobre
todo en este género tan de moda que es el thriller (ya saben: asesinato,
investigación, peligro y, casi siempre, resolución). Estas fórmulas
tan efectivas y efectistas suelen estar compuestas, en la mayoría de los casos,
por una protagonista trastornada o a punto de estarlo, un escenario hostil, gente
simpática que después no lo es tanto y algunos intereses oscuros, oscurísimos,
que tienen que ver con el dinero, el poder o la venganza. De todo esto se nutre
la novela La mujer del camarote 10,
una de las últimas apuestas de la estimulante editorial Salamandra, escrita por
Ruth Ware, y en la que se narra la historia de una periodista en horas bajas que, hasta
arriba de medicamentos tras haber sufrido un atraco en su propia casa, se sube
a un crucero de lujo con el objetivo de hacer un reportaje. Allí, sin integrarse en ese ambiente, está convencida de que una mujer, la del camarote 10, se
ha tirado al mar. Los demás no la creen, la tachan de loca e intentan que se
olvide del asunto. Evidentemente, ella sigue erre que erre y termina metiéndose
en la boca del lobo.
No
voy a ocultar algo que parece evidente y que son las similitudes entre La mujer del camarote 10 y la
celebérrima La chica del tren, el
best-seller de hace un par de años: la protagonista es alcohólica y con unas
lagunas de memoria considerables, está traumatizada, es
inestable, impulsiva y, a veces, obsesiva. Y, cómo no, su vida personal es un auténtico
desastre. Dicho esto, el desarrollo es muy diferente gracias a uno de los
grandes aciertos de la novela: el escenario que elige la autora. La
ambientación es realmente asfixiante. Ese crucero en medio del mar multiplica las
ocasiones de peligro, contagia la claustrofobia, da ventaja a los malos y
reduce las posibilidades de huida de la protagonista. A los personajes que la
acompañan no llegamos a conocerlos en profundidad, pero sabemos (o intuimos)
que no todos tienen tan buenas intenciones como quieren hacernos creer. Hablemos
de la trama: está bien desarrollada, pero con un punto de partida (que se
conoce al final) muy delicado. Ha sido una apuesta fortísima por parte de la
autora porque el puzzle es realmente extravagante.
El
estilo, como manda el género, es sencillo, fácil y fluido, a veces incluso
tiende a lo pueril; sin embargo, con el hilo temporal, la autora se atreve a
dar saltos hacia adelante (flashforward) y hacia atrás (flashback) para darle dinamismo a la historia. No
se preocupen, que no se perderán. Está, además, narrado en primera persona, por
lo que la única información que tenemos es la de la protagonista: la borracha,
la resacosa, la desmemoriada. ¿Hasta qué punto lo que conocemos es fiable?
¿Hasta qué punto me atrevo a creérmela? Ésas son las preguntas a las que tiene
que responder el lector, como en una novela interactiva. Hay un par de giros a partir de la mitad de la novela que
se agradecen porque rompen con la rutina y aceleran el proceso. Ya saben que en los
thrillers no debe hacer cabida para el aburrimiento, ni siquiera para tomar aire.
La mujer del
camarote 10 navega viento en popa, a toda vela. De mano de una capitana en
cuyas manos no dejaría yo mi vida, nos adentramos en un thriller típico, con
todos sus ingredientes y sus momentos álgidos. Este género tiene un ejército de
lectores que saben lo que quieren: intriga, misterio y un desenlace imprevisto.
Ruth Ware se los da con esta historia plagada de dobles fondos que, gracias a Dios, no naufraga. Además, la autora parece mirarnos
diciendo: ¿he encontrado o no la fórmula del thriller?
¡Hola! No suelo leer mucho del género pero gracias por el descubrimiento.
ResponderEliminarBesos =)
Gracias a ti. Un abrazo. Y buen verano.
EliminarHola!
ResponderEliminarA mí me gustó mucho; no he leído La chica del tren así que no puedo comparar, pero el ambiente claustrofóbico y lso personajes me recordaron a Diez negritos de Agatha Christie aunque la historia no tiene nada que ver.
Un beso