Una novela basada en la increíble historia real de un médico que sufrió la enfermedad que investigaba y siempre estuvo convencido de haber recibido un diagnóstico erróneo. Gabi Martínez reconstruye la historia real del doctor Escudero, un neurólogo que sufrió un brote de locura durante el cual trató de hacer daño a sus seres queridos. Tras un diagnóstico erróneo, fue internado por sus colegas en un psiquiátrico y recibió tratamiento para una enfermedad mental. En ese momento comenzó su lucha por demostrar su verdad, que lo llevó a enfrentarse a la comunidad médica. Por una increíble casualidad de la vida del todo improbable, padecía una enfermedad neurológica todavía no descubierta, una rara enfermedad autoinmune que él mismo había investigado.
Nos
pasamos la vida defendiéndonos. Del sufrimiento y del dolor. De las miserias,
del desamor y de las enfermedades. De lo invivible, de lo terrible, de lo
desconocido. Del otro y de los otros. La mayor parte del tiempo somos un escudo
que soporta los envites de la vida, porque de eso se trata: de seguir en pie a
pesar de los golpes, de evitar los mamporros, de salir indemne. Lo que pocos se
esperan –y quizás por eso bajan la guardia– es que la locura pueda ser un
enemigo. Todos nos creemos lo suficientemente listos, lo suficientemente
versados y fuertes como para saber que estamos a salvo de perder la cabeza. Y
no, no es así. Y para muestra, un botón. O más bien, un libro. Hoy hablamos de Las defensas, una de las últimas
apuestas de Seix Barral en la que el escritor Gabi Martínez cuenta, en primera
persona, el caso real de un neurólogo que se volvió loco. Loco de atar. Loco de
verdad. Y, a través de esta bajada a los infiernos, se habla de la evolución de
una sociedad –la catalana y la española-, y del laberinto de pasiones y de
desvelos de un personaje. Es una historia sobre los paisajes interiores y
exteriores del ser humano a través de la pérdida de la cordura.
Nada hacía presagiar que Camilo
Escobedo se podía volver loco, nada aparte de la autoexigencia, de la ambición,
del estrés, del cóctel emocional. Y éste es quizás uno de los pilares más
consistentes de la novela: el retrato de un hombre en apariencia normal, un
tipo listo, con ganas de hacerse un hueco en su trabajo, con facilidad para
relacionarse, con su familia, que termina ingresado en un psiquiátrico,
enfangado en una enfermedad que sólo sufre una persona de cada tres millones:
un médico atrapado en una de esas locuras que él mismo estudiaba. La vida tiene a veces esas carambolas, esas increíbles piruetas. Y la novela
en sí está concebida como una larga travesía, como una historia vital para
demostrarle al lector que, a priori, nada parecía exponerlo a esta locura
extrema. Y, lo más importante, la narración de sus momentos más bajos –la confusión,
la desubicación, la impotencia- son tan reales que son capaces de ponernos los
pelos de punta, de dejarnos en tensión. Es tremendo. La locura está ahí: ese
momento en el que el mundo deja de tener sentido, en el que algo se funde en el
cerebro. Fíjense, fue el propio protagonista el que, hace unos años, buscó al autor para
decirle que tenía un pasado con entidad suficiente para convertirse en novela.
Y vaya con su pasado…
Gabi Martínez, por su parte, se pone
en la piel del enfermo, le da la voz, le construye una personalidad literaria
para que la historia funcione, para dejarnos hipnotizados y a la vez espantados.
Y vamos a resaltar dos puntos: el tiempo. No hay prisa por narrar, por acabar
en las acciones. Todo tiene importancia, los detalles tienen importancia. El
narrador se lo toma con calma porque sabe que la cordura tiene el mismo interés
que la locura, porque es la vida, con su rutina y sus rituales, la que vence, durante
una temporada, al protagonista. Por otra parte, tenemos el estilo, cuidado, con
tendencia a lo poético, a lo musical, con un puntito deslenguado, que convierte
todo este proceso escalofriante en puro ejercicio literario. Hay nervio dentro
de la historia. Hay algo que late. Y fíjense, al final el caso particular de un
hombre sirve para retratar la España de los últimos cuarenta años, porque en él
–en sus ambiciones, en sus miedos y en sus rendiciones– está una sociedad intentaba
olvidarse del Franquismo y se acostumbraba a la Democracia, que intentaba
llevar a los ciudadanos por una senda.
Las
defensas es un perfecto remedio literario para los que buscan una historia
potente, bien contada, con la habilidad de provocarnos algo: miedo,
estupefacción, compasión. La realidad supera a veces la ficción. Y aquí están
Gabi Martínez y Camilo Escobedo para recordarnos eso de que la vida guarda lo
maravilloso y lo terrible, lo sublime y lo ruin. En una vida y en un hombre,
cabe todo, pero sobre todo siempre hay sitio para la locura. Y es lo que nos
interpela esta historia: ¿y tú, defiendes tu cordura?
Gracias a los dos por compartir esta experiencia, la de
un neurólogo que enloquece. Es valiente y generoso
Por ahora no creo que lea este libro que tengo muchos pendientes que me llaman mas la atencion.
ResponderEliminarSaludos