El profesor Xunguison, incansable estudioso de nuestra historia, decide indagar con un grupo de amigos en una de nuestras épocas más fascinantes: la Edad Media. Para ello, nada mejor que trasladarse personalmente, gracias a los viajes en el tiempo que con tanta soltura dominan los xunguis. Antes de adentrarse en fechas más antiguas, realiza una corta visita a los años cincuenta del siglo XV. Allí conoce a Leo, un jovencito de espíritu curioso como el suyo que también se muestra interesado en conocer datos y hechos anteriores a él. Xunguison no tiene inconveniente en que el joven Leo le acompañe. Juntos descubrirán cómo la humanidad afrontó esta pintoresca y agitada era, de la Caída del Imperio Romano a los inicios del Renacimiento.
Cualquiera
que me conozca mínimamente sabe de mi infinito interés por la Edad Media y por
todo lo que implica: los castillos y los escribas, los caballeros,
los trovadores y los herejes, el sistema feudal, los descubrimientos. Por eso, no es de extrañar que me lo haya
pasado como un niño –nunca mejor dicho- con Los xunguis en la Edad Media (Ediciones B), una nueva aventura de estos seres
que hacen un
repaso divertidísimo y acertadísimo por una de las épocas más fascinantes (y
más oscuras) de la Historia. Antes de nada y después de ver vuestras caras de
desconcierto, es necesario aclarar
quiénes son los xunguis; allá voy: son unos extraterretres bajitos y
traviesos creados hace 25 años por Juan Carlos Ramis y Joaquín Cera, a los que
les gusta viajar en el tiempo y meterse en líos. Ellos son los encargados de
llevar de la mano a los más pequeños por los lugares, los personajes y las
costumbres más curiosas de la Edad Media.
El primer gran acierto de esta nueva
entrega de los xunguis es, sin duda, su capacidad didáctica. Evidentemente,
después de leer esta historia no tienes un conocimiento exhaustivo de ese periodo
que va del siglo V al XV, pero sí te quedan claros varios conceptos y varios
elementos importantes de la época. Es decir, puedes imaginarla sin demasiado
problema y ése es el objetivo. Y en segundo
lugar está esa enorme virtud de conseguir crear un diálogo con el lector, en
este caso con el niño. ¿Cómo lo consigue? A través de los divertidos retos
que les va proponiendo: cada capítulo es una prueba, un juego. Este libro
traduce los datos históricos a pasatiempos para hacer una enseñanza activa y
entretenida.
Es casi imposible leer los xunguis y
no acordarse del célebre y desesperante ¿Dónde está Wally? Sí, recuerdan
esas escenas abarrotadas de gente en las que había que encontrara al jovencito
del gorro y la camiseta de rayas, ¿verdad? Algo parecido pasa en este libro,
donde hay que encontrar personajes u objetos y que dan para pasar varias horas.
Y así, aprendemos (o aprenden) las profesiones más comunes, los inventos de la
época (el bisturí, la cámara oscura o la pastilla de jabón), los juegos que
entretenían a sus habitantes (las justas, los torneos), los monumentos más reconocibles
y hasta las partes de un castillo. Y no se crean que se queda en la superficie,
hablan también de las guerras y hasta de las Cruzadas (esas campañas militares
contra los musulmanes, que habían conquistado Tierra Santa). Y todo esto lo
hacen con mucho humor, con unos dibujos disparatados y apiñados, como si en una misma
página cupieran mil historias. Al final de la entrega, en pasta dura, hay una
especie de examen que se llama Verdad o Trola para comprobar que el niño ha
hecho los juegos con la suficiente atención.
Los xunguis en la Edad Media acerca la lectura a eso tan
beneficioso que es el juego, y además, propone un viaje en el tiempo para
conocer diez siglos de nuestro pasado. Es acertada, divertida y, sobre todo,
entretenidísima. Yo, lo confieso, he disfrutado muchísimo de esta lectura. Y sí, he hecho todos los retos que
proponían los autores. Espero (esperamos) de corazón seguir teniendo noticias
de los xunguis, estos traviesos y adorables extraterrestres.
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