Nacido en una familia aristocrática venida a menos, Sebastian von Eschburg es un niño solitario e introvertido, con una madre que sólo se interesa por las carreras de caballos y un padre alcoholizado y aficionado a la caza, a quien, no obstante, lo une un fuerte vínculo. Con el tiempo, la extraordinaria percepción del color que posee Sebastian transformará al niño sensible y vulnerable en un famoso fotógrafo, un artista internacionalmente reconocido que plasma en sus obras una tormentosa relación entre ficción y realidad, verdad e ilusión. Sin embargo, en un giro inesperado, su vida cambia por completo cuando una llamada telefónica a la policía lo convierte de la noche a la mañana en el presunto asesino de una joven desaparecida.
No es un thriller ni una novela negra. No
se parece a un ensayo ni a una novela psicológica. No es
tampoco una historia de ésas intimistas. No es nada de eso y, sin embargo, todo
está ahí, en Tabú, la desconcertante
última obra de Ferdinand Von Schirach que publica la editorial Salamandra y que se presenta como un auténtico
trampantojo: algo que aparenta lo que no es (trampa o ilusión con que se
engaña a alguien haciéndole ver lo que no es, según la Real Academia de la
Lengua). Y el lector, ante esta mezcla difusa de realidad y ficción, sólo puede
abandonarse en los brazos del narrador: una entrega absoluta, ciega y también
inquieta. ¿Adónde nos llevará? A través de una prosa desnuda y con cierta tendencia poética, esta
historia nos propone un asunto complejísimo: el de la belleza y el arte, el de
la verdad que subyace en las cosas porque, lean, “el arte debe provocar y arrasar, es ése el único camino hasta la
verdad”. Y ése es el único propósito del autor y hará cualquier cosa para engatusar el lector.
Precedido por una curiosa cita –que
de la luz de los colores verde, rojo y azul siempre saldrá el blanco-, el Von
Schirach nos relata la historia de un hombre con una insólita capacidad de
apreciar los colores, obsesionado con la fotografía y con su soledad, un artista con los ojos
redondos de tanto observar/analiza/memorizar lo que le rodea, una persona medianamente infeliz,
un auténtico buscador de las cosas bellas y con poco tacto para las relaciones
personales que, un buen día, tiene que enfrentarse a una acusación de
asesinato. El problema es que no existe cadáver ni identificación de la
víctima. Y llega aquí, aparece como de la nada –una bomba que explota entre las
manos- la parte negra, policíaca intentando resolver un crimen que quizás no se haya cometido. ¿Ven lo que le digo? Un trampantojo, una de esas salas con espejos que te muestran ahora gordo, ahora alto, ahora deformado. Y con uno de los
desenlaces más inesperados que recuerdo, la historia acaba convertida en un gran
discurso sobre el arte, la belleza y la verdad. La verdad no es la belleza, nos
recuerda. Y al mezclar la luz de todos los colores, sale el blanco.
No se asusten. No es una lectura
complicada ni extravagante, es sólo una mirada peculiar, un gusto innato por
los detalles, por hacernos reflexionar sobre lo real y lo ficticio, sobre lo
que de verdad existe. El libro se lee en una tarde, aunque su resaca dura días e incluso
semanas por ese entramado de argumentos que conformar una originalísima visión
del mundo. La novela, además, está trufada de ciertas escenas muy impactantes relacionadas
con el arte, como la revisión de La maja
desnuda de Goya. El autor sabe de lo que habla y ha encontrado una forma
bella y verosímil de contarlo gracias a un narrador distante con lo que cuenta,
desapegado de su historia y de sus personajes.
Tabú es un
mar de contradicciones que funciona como un lienzo alucinante. Todo, dentro de
la novela, tiene su lugar y todo cumple su función sin molestar. Una prosa
estimulante, una historia inesperada y, sobre todo, un discurso inteligente.
Ferdinand Von Schirach nos propone una novela que es un juego de espejos, un
delicioso trampantojo. Eso sí, no faltan
el misterio, el sexo y la sorpresa. Y todo un acierto mezclar lo bello y lo
justo, lo verdadero y lo que los hombres creen verdadero, la realidad y la
ficción. Y parece que esta novela, como una matriuska, tiene otras novelas
dentro, como el color blanco, que tiene otros colores dentro. Y yo mientras
tanto, sigo pensando en las cuestiones que plantea la novela: ¿Qué es la culpa?
¿Qué es el arte? ¿Para qué sirve? ¿Todas las personas tienen dignidad? Bueno, y
aquí sigo…
Lo tengo esperando turno en la estantería y me encanta lo que cuentas. En breve, te cuento.
ResponderEliminarBesos