El mediano de tres hermanos, Sun Guanglin, se siente ignorado por sus padres. A la edad de seis años lo envían a vivir con otra familia, y regresa tiempo después, el mismo día en que la casa familiar queda destrozada en un incendio, hecho que intensifica aún más su exclusión. Pero la posición de Sun como marginado en su familia y su pueblo lo emplaza en una situación única para observar la naturaleza cambiante de la sociedad china, mientras las dinámicas sociales y familiares se transforman bajo el mandato comunista. Una desgarradora historia de supervivencia narrada en primera persona que detalla la tumultuosa experiencia de una familia en la China rural.
Levanten
la mano: ¿Quién no quiere ser un héroe? ¿Quién no busca sentirse reconocido,
admirado, aplaudido, aunque sólo sea de vez en cuando? ¿Quién
no necesita que el amor que da le venga de vuelta? Éstas son sólo algunas de
las cuestiones que propone el reconocido escritor chino Yu Hua, uno de los
máximos referentes de la literatura oriental moderna, en Gritos en la llovizna, que llega avalada por Seix Barral y que
relata la conmovedora-entrañable-contundente historia de un niño al margen de
su familia, un paria en el propio núcleo
afectivo, un hijo que lucha por conseguir un poco del amor que sus padres
le profesan a sus hermanos. Ellos son valientes; él es cobarde. Ellos son impulsivos;
él es reflexivo. Ellos son héroes, él es una vergüenza. Ellos mueren; él vive. Ellos son venerados; él, ignorado. Y así, desde los ojos
de este protagonista, conocemos la China rural de hace cincuenta años, sus código del honor y el peso de la
superstición, las consecuencias cotidianas del comunismo y los laberintos
de las relaciones humanas.
Escuchamos,
a veces, hablar de la literatura china, y nunca sé muy bien a qué se refiere.
De hecho, no sabría describirla, pero Gritos
en la llovizna parece un buen exponente: ¿en qué se nota? En todo y en nada. En un estilo conciso y peculiar,
en un uso muy original de la palabra –al servicio de otra realidad–, en una
descripción que bebe del realismo mágico. Hay, por ejemplo, un abuelo que se
quiere morir y no se muere, y una mujer enamorada del sol. Esta novela nos
muestra un paisaje diferente, de colores vívidos, de pasiones fuertes; un entorno gobernado por el honor y la mala suerte. Porque a
pesar de esa barniz onírico, en esta historia están los maltratos físicos, la
indiferencia afectiva, la soledad profunda y el desapego. Y desde esta historia
de una familia, conocemos la China que está bajo el mandado de Mao (finales de los sesenta y los setenta) y
que empieza a prepararse para la revolución cultural
La
decisión de tener un niño como narrador es delicada porque el autor debe
encontrar el tono perfecto: ni demasiado infantil ni demasiado adulto. Y ahí Yu
Hua lo borda. Es quizás el gran acierto,
el gran logro de esta novela –censurada durante muchos años en China-: la
genialidad de darle al protagonista, a Sun Guanglin, una voz conmovedora y lúcida,
el acierto de ser capaz de mirar el entorno desde la sorpresa y la inocencia,
la capacidad de contar lo triste desde lo mágico. No encontramos un esqueleto
claro en la trama, son anécdotas que se suceden, sin ni siquiera orden
temporal, pero que al final tienen sentido porque nos hablan del paso de la
niñez a la época adulta, de la pérdida de la inocencia y de la reincorporación
al mundo. Y está el gran tema de la literatura universal (no sólo oriental): la
búsqueda del amor, la huida de la muerte. La memoria larga, la memoria injusta.
Gritos es la llovizna va calando, poco a poco, pero cuando uno cierra el libro está empapado,
hasta los huesos, hasta las entrañas. Yu Hua consigue acercarse a la
miseria a través de la poesía, consigue dibujar lo lúgubre desde lo mágico,
desde esa grieta luminosa que se abre en la realidad. Podríamos leer esta
historia como un relato de iniciación, como una historia sobre el conocimiento
de la maldad, del sexo, de la indiferencia, como una sumisión a la mala suerte.
Seix Barral acierta de pleno al recuperar esta novela para retratarnos una
época concreta china a través de los limpios ojos de un niño porque, ¿quién no
ha querido ser un héroe para que lo quieran? Los gritos de ayuda del
protagonista se escuchan todavía, a pesar del tiempo y la distancia
Me gustan estos libros que van quedándose contigo, poquito a poquito.
ResponderEliminarMe lo llevo apuntado.
Besotes!!!