Todos tenemos –o si no, lo hemos deseado– una tía excéntrica que vive en algún rincón perdido, a la que sólo vemos de vez en cuando, y de la que nos cuentan historias increíbles, casi mágicas. Su figura nos provoca, a partes iguales, admiración y espanto: porque vive a su aire, bordea las convenciones sociales, y saca continuamente los pies del plato. Yo lo sé porque, a falta de una, tengo dos. No creo que se pueda definir mejor a la extravagante protagonista de La vida soñada de Rachel Waring, la divertidísima novela del no menos extravagante Stephen Benatar, que recupera ahora Impedimenta y que narra la peculiar forma de vida de una mujer madura en el momento en el que la herencia de un caserón la obliga a empezar de cero en una ciudad nueva, con unos nuevos vecinos. ¿Se puede enloquecer de alegría? ¿Se puede ser divertida y patética a la vez? ¿Se puede contagiar el delirio de un personaje literario al lector? La respuesta es sí a todo. Y de qué manera.Rachel Waring es una mujer feliz, quizá demasiado. Una pariente lejana le ha dejado en herencia una mansión georgiana en Bristol, y de la noche a la mañana decide romper con todo. Así que deja atrás su aburrida vida en Londres, se despide de su trabajo de oficinista y de su deprimente compañera de piso y se transforma en la mujer que siempre quiso ser: devota del amor, la creatividad y la belleza, y siempre con una canción en los labios. Instalada en su nueva casa, Rachel contrata los servicios de un atractivo jardinero, empieza a escribir un libro e impresiona a todos con un optimismo casi insano. Sin embargo, a medida que Rachel se sumerge más y más en un mundo de lujo y de placeres, su entorno empieza a cuestionar lo excéntrico de su comportamiento y lo evidentemente enfermizo de su euforia.
Hay una figura en literatura
que se llama el ‘Narrador no fiable’, y que no es otra cosa que
alguien que nos cuenta una historia –normalmente en primera persona– y que
pierde, por el motivo que sea, la credibilidad. Algo así es lo que le pasa a
nuestra querida Rachel Waring, que nos va haciendo partícipes de su mudanza y
de lo perfecto que le resulta todo en su nueva vida. Y nosotros, como espectadores de sus
aventuras, no podemos evitar ver cómo lo que, en principio, parece euforia se
acerca peligrosamente a la locura, aunque ella, convencida de su fortuna,
defiende a capa y espada su recién estrenado estilo de vida, que incluye a un amante
imaginario que murió hace doscientos años. La protagonista, para que se hagan
una idea, es una solterona parlanchina y
poco atractiva que se deja arrastrar por sus delirios hasta que se aparta,
sin posibilidad de retorno, de la realidad. Rachel Waring brilla, y no
sólo por su curiosa visión del mundo, sino por su
atrevimiento, y por su magnífico sentido del humor. Háganme caso, ¡qué gracia
la que el autor destila a través de este personaje! Ella se presenta como una mujer una deslenguada y
risueña, con sus necesidades 'de mujer', que no duda en contarle al lector que
está cachonda y que se quiere acostar con su jardinero. (¿Se puede decir 'cachonda' a estas horas?).
¡Qué
difícil, señores, es escribir un libro sobre la locura sin perder al lector por
el camino! Y qué bien lo hace Stephen
Benatar. Usa un curioso juego de perspectivas para que nosotros, los lectores, nos demos cuenta de la diferencia entre la realidad y el delirio, de
ese abismo que se va abriendo entre lo que ella cuenta y lo que de verdad está
ocurriendo. Y lo mejor es, sin duda, es ese optimismo que rebulle en cada página,
esa meta de ser feliz a todas horas y a costa de lo que nos rodea, porque la señora Waring se enfrenta al
mundo de la única forma que sabe: riéndose, canturreando a todas horas, dando
saltitos.
Si
algo caracteriza a Stephen Benatar es su constancia para dar a conocer este libro. Les
cuento: La vida soñada de Rachel Waring
se publicó por primera vez en los años ochenta y fueron tan escasas sus ventas
que enseguida cayó en el olvido. El autor, convencido de que había creado una buena
historia, quiso recuperarla veinte años después, y lo hizo por su cuenta, es decir, autopublicándose, tras
recibir la negativa de más de treinta editoriales. Al final, fue un editor
americano el que apostó por ella. A día de hoy se ha convertido en un libro de
culto que ha marcado a toda una generación y que adoran, por ejemplo, la escritora Doris Lessing y la actriz Emma
Thompson.
Permítanse
enloquecer de felicidad junto a la protagonista de La vida soñada de Rachel Waring, uno de esos personajes tan
embriagadores y tan carismáticos que dejan al lector exhausto. Salten, bailen, tarareen y búsquense un amante, aunque lleve varios siglos muerto. Despójense de
los prejuicios, y vivan las sorpresas, el amor y el sexo de esta forma tan desenfadada
que propone Stephen Benatar. Y no quiero quedarme en lo superficial, porque
la novela tiene una solidez narrativa que la hace fuerte y coherente. Conozcan a
la señora Waring, y convénzanse de que a veces es necesaria una defensa
humorística y quijotesca de la vida. Felicidades, a Impedimenta, por la
elección, y por la exquisita edición.
Impedimenta edita unos libros estupendos. Este no es menos, como he podido observar en tu magnífica reseña. Me lo llevo! Un beso!
ResponderEliminarAdemás, es que es un gustazo leerlo... Un beso. Y cuéntame qué tal si te lo lees.
EliminarCualquier libro de esta editorial es toda una tentación. Y si encima leo una reseña así, con más ganas me dejas de poder leerla.
ResponderEliminarBesotes!!!
Son tan bonitas estas ediciones.... Un beso.
Eliminar¡Por dios, qué preciosidad! Son geniales los libros de Impedimenta. Me lo anoto: locura, delirios, ... definitivamente es para mí.
ResponderEliminarbsos!
Jajajaja. Ten cuidado, que la protagonista está MUY loca... Un beso.
EliminarFantástica reseña. Creo que me animaré a leer el libro: me gusta Impedimenta y me gusta lo que nos cuentas del "narrador no fiable" (estos puntos de vista suelen dar muchísimo juego). Por cierto, ¿has leído "Siempre hemos vivido en el castillo" y "La verdad de la señorita Harriet"? También van por ahí y son dos novelas muy recomendables. Saludos.
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