jueves, 29 de junio de 2017

Hasta que el viento te devuelva la sonrisa, Alexandra Roma


SINOPSIS: April lo tenía todo: el chico de sus sueños, una beca para una prestigiosa universidad y un prometedor futuro en Nueva York. Pero a veces la vida golpea y zarandea, y solo hicieron falta dos faros cegadores y un hombre desesperado para que le arrebataran su soñado final de cuento de hadas.
Tras el trágico accidente, su presente está en ruinas y April se aferra a los recuerdos y a un futuro incierto. Sin embargo, justo cuando menos se lo espera, regresa un fantasma del pasado. Alguien que se ha roto y recompuesto tantas veces que puede tener la fórmula para que ella también lo logre.
 
Hasta que el viento te devuelva la sonrisa es la novela ganadora del V premio La Caixa-Neo Plataforma de novela juvenil. También tengo que decir que es la primera novela que leo de esta autora y me ha cautivado, porque esta es una historia que te estremece desde casi la primera página.

Es difícil que haya dos chicos y una chica en una trama y que no haya un trío. La autora lo ha conseguido, porque esta novela habla de cómo se entrecruzan las vidas de Sam, Sebastian y April y de cómo cada uno de ellos tiene importancia en la vida de los otros dos.

A April le cambia la vida en un segundo. Sam es el hermano mayor de su mejor amiga, Lily. Tras un accidente de coche, del que ella logra escapar milagrosamente, le toca volver a empezar a recomponer su vida sin la persona que ama. Sam está en coma y todo parece indicar que va a ser casi imposible que salga. Ella no es consciente de que se quedó en el pasado, en los momentos anteriores al accidente. Está deprimida. Y por mucho que lo visite todos los días, con la esperanza de que cambie algo, no sucede nada de lo que ella espera. Ella va recordando cómo fue su historia desde el inicio. Cada vez que se marcha de la habitación, ella le pide que abra los ojos.

También tenemos la historia de Sebastian, un chico al que la vida no le ha tratado nada bien. Siente ira, rabia por todo lo que ha perdido y porque solo piensa “golpear” a la vida como ella ha hecho con él. Sin embargo, no es consciente de que se está autodestruyendo y de que nada de lo que hace logra sacarlo de esa espiral. Detrás de la fachada de tipo duro se esconde alguien que tiene miedo a sentir.

Esta es una novela larga, dividida en tres partes muy necesarias para ver cómo los caminos de cada uno de ellos se cruzan. En esta obra podemos encontrar sentimientos a flor de piel, porque esta es una sola historia de amor, aunque haya tres personajes implicados. Al menos es como yo lo veo.  

Es cierto que es un relato muy dramático, y que a veces he sentido que el corazón se me quedaba en un puño. También es cierto que a veces, para aliviar la carga emocional, hay escenas en las que te relajas. Las escenas más divertidas son gracias a unos secundarios de lujo. Lily y su hermana Clary y a su amiga Claire.

Hay otra cuestión que me ha gustado también bastante y que le doy mucha importancia a una novela. Los diálogos son muy ágiles y tienen chispa. He llegado a adorar las puyas que se lanzan April y Sebastian.

Quizás, la única pega que puedo ponerle, que tampoco es una pega, es que pensaba que era una novela juvenil, cuando es más New adult, aunque yo noo tengo ningún problema con leer ambas opciones.

Resumiendo, Hasta que el viento te devuelva la sonrisa es una novela que me ha llegado y me ha dejado buen sabor de boca. No será la última novela que lea de esta autora.

lunes, 26 de junio de 2017

La musa


Andalucía, 1936. Con la guerra civil a punto de estallar, Olive Schloss, hija de un marchante de arte vienés y una heredera inglesa, vive con sus padres en las afueras de un pueblo apartado. Allí traba amistad con la joven criada, Teresa Robles, y con su hermanastro Isaac, un pintor idealista que da clases en Málaga. Al poco tiempo, Olive consigue burlar la voluntad de sus padres urdiendo un plan que desatará una cadena de mentiras y secretos. Londres, 1967. Odelle Bastien, una joven llegada de Trinidad, ha conseguido por fin un trabajo de mecanógrafa en el augusto Instituto de Arte Skelton bajo la tutela de la codirectora, Marjorie Quick. A pesar de que ésta le otorga toda su confianza, Odelle percibe en ella cierto halo de misterio, que se intensifica con la aparición de una obra maestra perdida durante la guerra civil española, un enigmático cuadro cuyo autor podría ser el desaparecido Isaac Robles.
No habría arte sin los artistas. Y quizás tampoco sin las musas (o los musos): esas cosas, personas o imágenes que se convierten en el motivo y la excusa de una obra, esos altavoces de la inspiración, los canalizadores de la belleza y de aquello que merece ser eterno. Sí, vamos a hablar de arte, de autores y también de amores en una de las últimas apuestas de la editorial Salamandra, La musa, una novela con tintes históricos, que nos ubica en dos escenarios temporales para hablarnos de un lienzo misterioso, de varios artistas con talento y de una sociedad difícil, preocupada por comer y por sobrevivir. La autora, Jessie Burton, les resultará familiar porque, hace un par de veranos, estuvo en boca de todos gracias a La casa de las miniaturas, también publicada por Salamandra y en la que nos trasladaba a Ámsterdam en el siglo XVII para hablarnos de la afición de una joven por una casa de muñecas pecualiar. Vuelve a repetir varios patrones –para qué cambiarlos si funcionan– como esa fuerte presencia histórica, el misterio y la intriga bien dosificados y una bien trabajada cotidianidad en el argumento, es decir, la trama avanza serena, sin muchos grande sobresaltos, sin grandes sorpresas.
            En los años 60, en Londres, unos jovencitos investigan sobre el origen de un bellísimo cuadro que la madre de uno de ellos le ha dejado como única herencia. Algo antes, justo antes de la Guerra Civil Española, nos trasladamos a un pueblo de Málaga donde conocemos cuál fue el proceso de creación de ese lienzo y cuál fue su aventura hasta parar a manos ese joven huérfano. Las dos historias están conectadas por el arte y, fíjense, por el papel de la mujer-artista. La novela está narrada desde el principio con tanta sensibilidad, con tanta ternura, que uno no tiene claro el motivo, pero sabe que lo que lee le está gustando. ¿Por qué?, se preguntarán. Por un estilo cuidado –derrocha sutileza–, por unos diálogos bien construidos y fácilmente reconocibles, por una contextualización creíble –sobre todo la de la España de la preguerra–, y sobre todo, porque al fin y al cabo toca temas universales: el amor, la pasión y, cómo no, los secretos. ¿Qué sería de los seres humanos sin secretos? Pues que seríamos aburridísimos, que perderíamos parte de nuestro encanto. Y así, La musa va tejiendo sin prisas una historia entre esos dos lugares y dos épocas con una base común: el arte, y su capacidad de conmover, de pervivir, de sobrevivir al autor.
            Podría hablarles de lo que bien que está trabajado el argumento para mantenernos alerta sin grandes artificios y sin incomprensibles vueltas de tuerca, podría hablarles de las mujeres protagonistas –son ellas las que provocan la acción, las que son adelantadas a su tiempo, las que imprimen carácter a la historia–, podría hablarles de la documentación que sostiene la novela, como vigas de madera, pero quiero decirles que, debajo de todo esto, hay interesantísimas reflexiones sobre el arte y sobre el proceso creativo. Uno de los personajes llega a decir que cuando una obra tiene mucho éxito, el público se apropia de ella y destruye al autor. Quizás los autores son lo menos importante de la ecuación, quizás la obra echa a andar sola en el momento en el que el autor dice: fin. Y es así como comprobamos que el arte –y por ende, la belleza, o cualquiera que sea capaz de provocarnos algo- forma parte de la vida de igual manera que el amor, la muerte o las ausencias. El arte como uno de los grandes anclajes del ser humano, como una de sus salvaciones necesarias. El arte, como antídoto contra el aburrimiento, como arma para ganar una guerra.
            Leerán La musa y se quedarán como si estuvieran posando para un retratista: inmóviles, embobados, con la mente pensando en ese cuadro misterioso y en esas mujeres valientes. Jessie Burton tiene una ternura especial para construir historias sencillas que agradan, que entretienen y provocan afecto. Además, habla, de una forma soterrada, del papel de la mujer en diferentes sociedades y, sobre todo, en la creación artística. ¿Cómo son las obras creadas por ellas? Y es una autora la que se lo pregunta y la que nos habla de esto. Abandónense a esta lectura, porque, con este calor, con esta luz, no veo nada mejor que refrescarse con historias de amor y de arte. ¿Y es que hay algo más bonito que ese binomio? Se lo digo yo: no.

Lingo


Bienvenido a Europa como nunca la has visto: a través de las peculiaridades de sus idiomas y dialectos. Gaston Dorren mezcla la lingüística y la historia cultural y nos conduce a un fascinante tour por el continente, desde el protoindoeuropeo (el antepasado común de las lenguas Europeas) hasta el ascenso del inglés, pasando por las complejidades de los plurales del galésy la pronunciación checa. Por el camino aprenderemos por qué el esperanto no prospera, cómo ha sobrevivido el idioma de Guillermo El Conquistador y por qué el finés es el idioma europeo más fácil de aprender. ¿Preparados? Sorprendente, ingeniosa y lleno de datos extraordinarios, Lingo cambiará nuestra forma de entender el lenguaje.

Está de moda el turismo diferente. Ya parece casi un signo de vulgaridad hacer un viaje normal –eso de madrugar y pasear, ver monumentos a toda prisa y volver al hotel con los pies llenos de ampollas–. Ahora, lo más demandado es el turismo de aventuras, de inmersión en el destino, de rutas desconocidas, o el de voluntariado. Por ejemplo, quedarse en una granja y ayudar a los granjeros, dormir en mitad del desierto, perderse en la selva. Pues abran bien los ojos porque les traigo una propuesta a la que es muy difícil decir que no. Preparen las maletas, y no se preocupen por el presupuesto, porque no les dolerá el bolsillo. Nos vamos lejos. ¿Adónde? Al pasado, a la esencia misma de lo que somos, a nuestra historia como comunidad. Sí, señores, hablo del idioma, de lo que nos permite comunicarnos y construir historias, lo que nos une y lo que también nos separa. Y no pongan esa cara, que no vamos a escarbar en algo tosco, duro y soporífero sino que vamos a acercarnos a un tema apasionante, curiosísimo y divertido, algo parecido a una montaña rusa. Lingo es el nombre de una de las últimas apuestas de la exquisita editorial Turner en la que Gaston Dorren consigue apasionarnos con su particular historia de las lenguas en Europa porque aquí hay invasores lingüísticos, lenguas que son una ruina y que están congeladas, palabras que están a punto de desaparecer y otras que acaban de nacer, y hasta hermanos que no se hablan o que han tomado caminos diferentes. Bienvenidos a este apasionante paisaje lingüístico.
            ¿Por qué en España hablamos como una metralleta? ¿Por qué decimos que el gallego es la madre del portugués? ¿Por qué hay un diccionario noruego-noruego? ¿Por qué el islandés no ha evolucionado nada en los últimos siglos? ¿Por qué la lengua francesa tiene esa fijación con el latín? ¿Por qué los niños del país aprender el luxemburgués y después dejan de usarlo? ¿Por qué los suecos, antes de 1967, sólo hablaban de tú a los niños? ¿Qué sabéis de polari, esa criptolengua creada por los homosexuales a principios del siglo XX para huir de la persecución policial y sobrevivir? Pues todas estas y muchas (muchísimas) preguntas más quedan resueltas en este libro, Lingo, estructurado en pequeñas historias independientes, contadas con la naturalidad del que habla una noche junto a una hoguera. Y éste es uno de los grandes aciertos –aparte de su profesionalidad– de este estudio: la cercanía del autor, su indiscutible pedagogía, su capacidad de contarlo como un cuento. Su estilo es llano, sencillo, con cierta tendencia a la ironía. Él maneja con profesionalidad la forma de dejarnos pegados a las páginas.
            A Gaston Dorren se le nota que le apasionan las lenguas –y la relación de los humanos y las sociedades con ella– y encima, es un gran comunicador porque es capaz de hacer un tema, en apariencia lejano, fácil, interesante, curioso. Esta lectura nos ayuda a conocer que las lenguas son algo vivo, que cambian y mutan, y que negarse a esta evolución es imposible y una pérdida de tiempo. El autor se erige como un guía fantástico: es capaz de contarnos las anécdotas, de señalarnos con el índice los paisajes más bonitos, de darnos un respiro y de asegurarse de que entendemos todo lo que nos cuenta. Gracias, Dorren, por este recorrido, por enseñarnos a mirar Europa con otros ojos, con otro cariño. Lingo, además, funciona en una doble dirección. Por una parte, fascinará a los interesados en el tema y por otro, creará curiosidad en los que nunca han estudiado el tema.
            Lingo es casi un libro de relatos sobre la vida de las lenguas. Rezuma pasión, está cuajado de cientos de historias: remueve, conmueve, convence y enseña. Y leyéndolo nos sentimos niños, nos sorprende, sonreímos de empatía. Gastón Dorren ha conseguido, de la mano de Turner, darnos un maravilloso paseo por la Europa desde el punto de vista lingüístico. Y qué estimulante, qué curioso, qué delicia. Y como les decía antes, ¿no hablábamos del turismo? Pues vamos a ser turistas lingüísticos. Y lo mejor es que lo vamos a disfrutar. Háganme caso y tengan en cuenta esta pequeña joyita. 

sábado, 24 de junio de 2017

Entrevista a Marisa Sicilia

1—¿Quién es Marisa Sicilia?
Alguien que desde que tiene memoria se recuerda leyendo e imaginando sus propias historias, pero que solo hasta hace relativamente poco se animó a ponerlas por escrito. Por lo demás soy más bien tímida, no me gusta demasiado ser el centro de atención, pero sí disfruto charlando de libros, de personajes, e incluso de cosas que nada tienen que ver con la ficción.

2 —¿De dónde surge esta historia de entre guerras en la Viena de los años 20 y el Berlín de los años 30? ¿Qué hay detrás de todo el trabajo de investigación?
Surge con la idea de un amor que pasa por diferentes momentos según avanzan los años, una historia de separaciones y reencuentros y de protagonistas que cambian a la vez que lo hace su mundo. En un primer momento pensé en comenzar en los años previos a la Primera Guerra Mundial, pero no me cuadraban las fechas, entonces hice el clic: Viena, postguerra, el salto a los años veinte, el baile de debutantes y el periodo de Entreguerras con el Berlín más icónico y transgresor de fondo, todo lo que podía haberse evitado y sin embargo ocurrió y que concluía con esa vuelta al inicio. Supe que tenía que escribirla.
Y en cuanto a la investigación, fue la mejor forma de sumergirme en la historia. Leer las memorias de Hemingway o releer Adiós a Berlín de Isherwood, encontrar los escenarios, coleccionar imágenes tanto de mujeres anónimas como de divas posando desnudas y seguras de sí mismas, redescubrir las vidas de intelectuales y artistas que se vieron zarandeados por su tiempo. Es una época tan bonita, tan llena de libertad y nuevas ideas, de ruptura y a la vez con consecuencias tan oscuras, que quiero creer que como Lilian y Andreas podemos aprender de nuestros errores y evitar que algo parecido vuelva a repetirse.

3 —¿Cómo definirías a tus personajes?
Son obcecados, cometen fallos y tratan de corregirlos, pero no siempre lo consiguen. Tienen debilidades, en ocasiones son egoístas y piensan ante todo en cómo esta o aquella situación les afectará a ellos, también pueden ser generosos. Son humanos.

4 —¿Qué destacarías en Lilian?
Destacaría su evolución, desde que es poco más que una adolescente algo ingenua hasta convertirse en una mujer madura que hace frente a sus responsabilidades. Destacaría también su amor a toda prueba hacia Andreas. Y aunque es uno de los puntos delicados de la novela, porque Andreas no se lo pondrá nada fácil, estoy convencida de que ese amor de Lili no es ciego ni injustificado. Se basa en lo mucho que les une y en la capacidad de perdonar, pero no solo los errores de Andreas, también los propios.

5 —¿Qué destacarías en Andreas?
Que es de esos hombres que no puedes evitar querer, aunque sean imperfectos y no en todo momento estén a la altura, porque no siempre son capaces de superar sus propios demonios, pero tampoco pretenden arrastrarte con ellos. Para Andreas, Lilian representa la mejor parte de él, la que nunca querría perder, y precisamente por eso, para no perderla, más de una vez se alejará de ella.
6 —Aunque es un personaje secundario, creo que tiene peso en la novela, ¿qué destacarías de Mark?
Mark es de esa clase de hombres a los que no les importa luchar, incluso aunque sepan de antemano que la batalla está perdida. Está embarcado en el intento de frenar una guerra que prevé inevitable, se preocupa por una mujer cuyo corazón sabe que pertenece a otro. Es realista y no se engaña, pero además es un buen hombre. Me gusta Mark y es cierto que pasa un poco de puntillas por la novela, pero es que necesitaría una historia aparte y por desgracia no terminaría bien.

7 —¿Alguna manía a la hora de escribir?
La de ir por orden y no avanzar hasta que estoy conforme con lo último que he escrito. Escribo cada capítulo en un documento aparte y lo leo y lo releo hasta que siento que está “bien”. Es entonces cuando lo uno al documento principal y ya puedo empezar con otro. Seguramente no es el modo más rápido de avanzar, pero me funciona. Me da cierta seguridad en que voy por el camino correcto que de otra forma no tendría.

8 —¿En qué proyectos estás metida ahora?
Estoy dando los últimos toques a una historia completamente diferente. De absoluta actualidad, con una trama que tiene un componente importante de acción, un protagonista masculino comprometido hasta el punto de que es agente de los grupos especiales de intervención, una protagonista femenina difícil de encajar en los moldes y un París nocturno que es más que un decorado de fondo. Todavía estoy con la resaca tras la publicación de El último baile, pero sé que dentro de nada estaré más que impaciente por que conozcáis a Mathieu Girard y Nadina Nagareva.

9 —Qué motivos darías a los lectores para que se adentren en El último baile.
Les diría que es una historia de amor distinta, romántica en un sentido diferente, porque en ella el amor no siempre es suficiente para salvar los obstáculos y, sin embargo, perdura a pesar de las dificultades. Van a encontrar momentos tristes y otros muy luminosos, como en la vida misma, que está llena de altibajos, pero que merece la pena vivirla con todo. Yo espero que cuando la leáis también penséis que ha merecido la pena y desde ya os agradezco la oportunidad, y a Anabel, el cariño y que me hayas dejado este espacio en tu casa. Muchas gracias por todo.





miércoles, 21 de junio de 2017

Meretrice, Lola P. Nieva


SINOPSIS: Meretrice, Lola P. Nieva
Alessia pasa por momentos delicados: su marido la ha abandonado por su secretaria, su trabajo de agente inmobiliaria está en pleno declive y, para ella, su existencia deja de tener sentido. Justo cuando toma la decisión de rendirse, recibe una carta póstuma de su abuela Ornella, a la que nunca conoció, en la que esta le revela el motivo que la alejó de la familia: su obsesión por desentrañar un antiguo misterio oculto en el diario de una antepasada, Alonza di Pietro, una afamada meretriz del siglo XVII. Alessia descubre los turbios secretos de alcoba de hombres de alcurnia y estado, pero también el coraje de una mujer que gobernó su destino con sabiduría y fortaleza y que intentó huir del amor sin conseguirlo. Con la ayuda del apuesto y enigmático criptógrafo Luca Vandelli, deberá seguir la pista de algunas claves ocultas y enfrentarse a un peligro imprevisto: volver a amar. Una vida que esconde un secreto y que contiene la clave para salvar el presente de Alessia.
Meretrice es una novela que combina dos historias, una en el pasado, en concreto en la Venecia del siglo XVII, y otra en la actualidad. Aunque ambas historias me han parecido muy interesantes, tengo que decir que los hechos que pertenecen al pasado, la que corresponde a Alonza y Lanzo, me han atrapado mucho más. La autora hace un retrato de cómo pudieron ser los últimos años de esplendor de Venecia, una ciudad que a día de hoy sigue maravillando al mundo entero.

Alessia está atravesando momentos difíciles. En su camino se cruza la carta de su abuela, un diario que perteneció a una antepasada suya, Alonsa di Pietro y un canalla deslenguado que guarda más de un secreto. Poco a poco, mientras Alessia va descubriendo la vida de Alonza, por las dificultades que tuvo que pasar y cómo se hizo a sí misma, va tomando las riendas de su suya propia. Si bien las vidas de ambas mujeres no son del todo paralelas, sí que es cierto que ambas renacen de sus cenizas cuando han tocado fondo.

La Alonza que conocemos al inicio del diario, inocente y confiada, no tiene nada que ver con la mujer en la que acabó convirtiéndose. Esta es una mujer que descubre hasta dónde es capaz de llegar sin más recursos que su inteligencia y un carácter inquebrantable. Me ha parecido curioso que el declive de la ciudad corresponde con los últimos años de Alonza.

Alessia es una mujer que aún no sabe de lo que es capaz. Está perdida, duda de sí misma y de todo lo que le rodea. Esas dudas la hacen desconfiar en muchas ocasiones de Luca, aunque al mismo tiempo siente una poderosa atracción hacia él que no puede evitar.

Lanzo es el eterno enamorado de Alonza, un hombre que parece no tener nada que ver con su padre y sus dos hermanos. Es una víctima más de la maldad de su familia. Como Alonza, es un hombre que no se conforma con su destino, sino que lucha para recuperar lo que las circunstancias le arrebataron.

Por último tenemos a Luca, un hombre que sabe lo que quiere, sagaz, encantador de serpientes y desvergonzado. Junto a él, Alessia se embarcará en una investigación, no exenta de peligros, para descubrir qué esconde el diario de Alonza y el tesoro que parece que escondió en una isla maldita, que a día de hoy está prohibido visitarla. Él parece jugar en muchas ocasiones con ella, aunque también es cierto que Luca le demuestra en muchas ocasiones que es fiel a ella.

Aun siendo una novela larga e intensa, es una historia ágil y que se lee en un suspiro. A mí me ha atrapado casi desde la primera página. Al menos a mí me ha durado apenas tres días. Sin embargo, tengo que decir que había ciertas partes que me recordaba a fórmulas que ha utilizado en otras novelas, por lo que no me han sorprendido ciertos giros.

Meretrice es una novela con la que he disfrutado mucho, una historia que habla de venganzas, pero también de segundas oportunidades, y donde el destino juega un papel importante.

lunes, 19 de junio de 2017

Azul de medianoche


Holanda, 1654. Es el siglo de oro neerlandés, el tiempo de las ideas de Spinoza, cuando el arte de Vermeer y Rembrandt florece junto a los tulipanes que salpican de color la campiña holandesa. Allí, en una granja, Catrijn, nacida y criada en la pobreza, vive infelizmente casada; sin embargo, son tiempos de cambio, también para las mujeres. Tras enviudar, Catrijn sabe que ha llegado el momento de afrontar por sí misma el mundo que la rodea: buscar fortuna en la ciudad, acaso enamorarse y, por qué no, perseguir su gran sueño: llegar a ser decoradora de cerámica. Comienza así un recorrido que la lleva a la gran Ámsterdam y a las fábricas de cerámicas de la ciudad de Delft; lugares donde transcurre la historia y en los que las mujeres valientes como ella son capaces de forjar su propio destino.

Hay cosas, personas, situaciones imbatibles para contagiarnos armonía, para calmarnos y dejarnos en un estado parecido al bienestar: un amigo que habla bajo y dulce, el tacto de la seda en las mejillas, un cuadro de Sorolla o de Vermeer, una playa en otoño y, por supuesto, leer Azul de medianoche. Sí, la novela que publica ahora Duomo Nefelibata y que está escrita por Simone Van Der Vlugt es como darse un baño de agua tibia rodeado de velas: una historia sin grandes sobresaltos y sin acciones explosivas, sin persecuciones y sin muertes truculentas, pero de una suavidad y una ternura que hacen sentir cómodo, que se disfruta como una caricia en la piel. Ambientada en Holanda a mediados del siglo XVII –qué época, ese florecimiento del arte y el comercio–, puede recordar a ese gran éxito que fue La casa de las miniaturas, pero ésta tiene un Je ne sais quoi irresistible, que no consigo ver de dónde viene, pero que es como un aura que se contagia. Es ésta la historia de una mujer que se mancha las manos con colores, es una historia sobre el amor y el arte.
            Catrijn es la protagonista de este Azul de medianoche, una mujer diferente, adelantada a su tiempo y, posiblemente, el gran valor de esta novela. ¿Por qué? Porque se convierte en una heroína en el momento en el que decide luchar por su felicidad, y dinamitar esas convenciones sociales de casarse y someterse al marido. Fíjense si es una mujer única que conocemos su afición al arte, su inteligencia manifiesta, la forma de enfrentarse a los problemas. La protagonista no podría brillar tanto sin un escenario a su medida, y es aquí donde la autora, Simone Van Der Vlugt, despliega sus encantos: es capaz de meternos en la época y en el lugar, se centra en lo cotidiano, en el día a día, en los pequeños detalles, ¡y eso se agradece! Qué sutil todo, qué delicado a la hora de hablar de ese interesante contexto en el que el negocio de la cerámica vive uno de sus mejores momentos y se hace popular en toda Europa. Entramos en los talleres de los pintores, en el horno de los ceramistas, en el cuarto de los pinceles y los bocetos. ¡La vida es más bonita rodeada de arte! Esta historia se enmarca en el género de las novelas costumbristas en la que lo que pesa es ese entorno, poblado también por personajes reales, como Rembrandt, que tiene un diálogo muy curioso con la protagonista.
La autora demuestra que no necesita grandes giros de guion ni tampoco increíbles vueltas de tuercas para construir una historia interesante y suave, que mantiene pegado al lector porque las páginas se van pasando casi sin darnos cuenta, como se acaricia la seda. Además, está escrita con una tremenda sensibilidad: las frases como pinceladas, van dibujando un lienzo luminoso y estimulante, un paisaje carismático que llena los ojos, que provoca cosas. Y frente a los personajes –aparte de Catrijn, el resto son secundarios, sin grandes descripciones, presentados con trazo gordo-, está el arte, en especial la pintura y la cerámica, que viven un momento dorado en los Países Bajos en el siglo XVII. ¡Qué ganas de ir a Amsterdam!  
            Azul de medianoche es un color carismático, es casi la llegada de la noche y el umbral de la felicidad, pero sobre todo es un homenaje al arte y a las mujeres que, desde el anonimato, fueron valientes y desafiaron las normas establecidas. Simone Van Der Vlugt nos cuenta una historia sobre esas heroínas que no aparecen en los libros de historia, pero que contribuyeron al cambio del mundo, que lucharon por lo que creían. No es más que un viaje iniciático para buscar eso tan esquivo como la felicidad. Y aquí están la pasión, la belleza y, cómo no, el amor. Asómense a la ventana y busquen este Azul de medianoche: una brisa en estos días de bochorno, una historia amable en una época de retorcidos argumentos. 

Fruta prohibida


En los momentos cruciales de su infancia, Jeanette Winterson siempre tenía a mano una naranja: la agarraba, la pelaba y la comía como si esta pieza de fruta fuera a consolarla de todos sus males. Más tarde descubrió que existía fruta distinta, más sabrosa, pero había que comerla a escondidas, lejos de las habladurías de la gente y de la mirada inquisidora de su madre; era fruta prohibida, pero valía la pena correr el riesgo y disfrutar de aquella delicia. Adoptada por un matrimonio evangélico de una pequeña ciudad industrial inglesa, Jeanette Winterson creció a la sombra del fervor religioso de toda una comunidad. Los primeros años de su vida fueron un ir y venir entre feligreses seducidos por los sermones y las palabras de la Biblia, el único libro que circulaba por su casa, pero cuando tenía poco más de diez años la niña supo que ella era distinta y que las leyes de su cuerpo la llevarían a descubrir otra forma de amar.

Sólo me he marcado una meta con esta reseña: que conozcáis a Jeanette Winterson, que la améis o la odiéis –así son las grandes personalidades, los genios indiscutibles–, que sepáis de su relación salvadora con la literatura, que vuestro oído se haga a su estimulante prosa, a sus estrambóticas historias. Sí, hoy hablamos de una de las apuestas más aplaudidas de la editorial Lumen: recuperar parte de la obra de esta interesantísima autora británica –nació en 1959–, adoptada, lesbiana y activista, y fuertemente condicionada por la religión desde pequeña. Fruta prohibida es la novela de la que hablamos hoy, una historia autobiográfica sobre la niña que fue, sobre sus primeros escarceos amorosos (y censurados), y sobre esa relación tan obsesiva con Dios, y sobre todo con el Demonio, por culpa de su madre, que siempre quiso que fuera misionera, que fuera digna del Creador. Fíjense, a los seis años ya escribía sermones para la iglesia, que recitaba ante decenas de feligreses.
            Si la propia Jeanette –la que la autora va construyendo a partir de sus recuerdos y sus invenciones– es la protagonista de Fruta prohibida, el Demonio sería el antagonista. No se entiende a la una sin el otro, no estaría justificada la presencia del Diablo sin ese miedo atroz a la maldad, al infierno, al pecado. Dos gigantes en una misma historia. Fíjense, tenemos a una niña acostumbrada a ver el Mal en todo lo que le rodea –en sus vecinos, en los que no van a misa, en comer más de lo normal, en no ser educada-, que al llegar a la pubertad empieza a sentirse atraída por una amiga. Comete el error de contárselo a su madre y… ahí se lía la marimorena. Todos se escandalizan. El pastor la ridiculiza públicamente, la congregación la rechaza, cuchichea a sus espaldas. La carga religiosa de la novela es inmensa, empezando desde el título –en clara referencia a la Biblia– y es así que conocemos un hogar duramente encorsetado por las normas morales y a una niña con debates de adultos, con miedos de adultos. La atmósfera es gris, asfixiante, como respirar humo de un incendio.
            Tiene la autora una forma particular de contar la vida, su vida. Su visión de lo que le rodea es tan especial que parece que tuviera un sexto sentido el súper poder de ser original, de fijarse en lo que nadie se fija. Es quizás cosa de los genios o de los que han sufrido demasiado: ella se ha debatido siempre entre su sentimiento religioso y sus impulsos amorosos: dos fuerzas irreconciliables. Repudiada por su entorno por culpa de sus pecados, su obra está llena de tormento, de una pena subterránea. Aun así, su prosa es limpia y armoniosa, con cierto eco clásico, pero con intención permanente de explorar y de meterse en terrenos desconocidos. Winterson se agarra a la literatura como parte de ella misma, como única forma de sobrevivir a sus demonios, porque ella tiene muchos.
            Fruta prohibida es un choque entre dos trenes a toda velocidad –el de la intolerancia religiosa y el de la libertad sexual- en el cuerpo de una niña y una adolescente. En esta novela, con clarísimos tintes autobiográficos, la autora plantea una cuestión que se repetirá a lo largo de su obra: la marginación por parte del propio entorno, el rechazo de los más cercanos, la sensación de que no merece amor. ¿Y todo a causa de qué? De su lesbianismo, de su homosexualidad. Y en estas páginas palpita su dolor, uno amplio y profundo, uno que aún sangra y que se hace arte al transformarse en palabras. Y no olviden su nombre: Jeanette Winterson. Por cierto, qué delicadeza, qué delicia los dibujos de Ana Juan, qué sugerentes. 

viernes, 16 de junio de 2017

¡Cómo puedes comer eso!


Un juicio sumarísimo (y severísimo) a la industria alimentaria. Té verde chino con pesticidas, carne de caballo vendida como carne de buey, mermelada de fresas sin fresas, pimiento indio aderezado con excrementos de ratón, leche infantil al toque de melamina... Christophe Brusset, directivo de grandes grupos de alimentación durante más de dos décadas, cómplice y testigo de muchas de estas prácticas, rompe con este libro la ley del silencio que impera en un sector en el que el fraude, a menudo, es la norma. Desde las bambalinas de la industria alimentaria, Brusset sumerge al lector en el día a día de un empresario alimentario, espectador privilegiado de la que parece ser una competición planetaria para suministrar materias primas cada vez más baratas, en medio de una absoluta impunidad.

Si piensas que tu vida es aburrida y que no tiene demasiada emoción, si no dejas de suspirar porque estás deseando vivir alguna aventura en la selva o ir a Supervivientes, hoy es tu día de suerte porque tenemos la solución perfecta para ti: vete al supermercado. Sí, ir a una tienda de alimentación y elegir qué vas a poner en el plato es casi como caminar en un alambre, como desactivar una bomba. Y para que sepas cómo enfrentarte a esta aventura, para que salgas indemne y, sobre todo, para que tu salud no se resienta, te traemos ¡Cómo puedes comer eso!, de Christophe Brusset y publicado por Península (Planeta), donde nos revela los secretos de la industria alimentaria y que tiene dos objetivos fundamentales: alertarnos sobre algunas prácticas no demasiado saludables de las empresas que se dedican a llenarnos la mesa diariamente y darnos las pautas y las herramientas para convertirnos en consumidores críticos. Y te lo digo desde ya, ¡prepárate a flipar!
            Algo está pasando cuando en el mundo mueren más personas por comer demasiado que por no comer lo suficiente. Así, como lo oyen. Además, un tercio de la población ya sufre sobrepeso. ¿Qué culpa en todo esto tiene la industria? Pues, a juzgar por las palabras del autor, mucha porque a las empresas que nos dan de comer no le importan nuestra salud ni nuestra felicidad sino nuestro dinero. Sí, parece frío, pero es así: sólo quieren hacer caja. ¿En qué se traduce esto? En, por ejemplo, mermelada de fresas sin una pizca de fresas, botecitos de orégano con más de la mitad de otra hierba que no es orégano pero que es hasta seis veces más barata, salsas de tomate concentrado hechas a partir de tomates podridísimos, tés con mucha más cantidad de pesticidas de la permitida, jamones de york hinchados con azúcar, glutamatos y gelificantes, fiambres que tienen al adjetivo de ahumados porque le inyectan una mezcla que se llama humo líquido, productos que están en contacto con el envase de cartón que tiene aceites cancerígenos, los misterios del contenido de la carne picada, verduras en mal estado que se rebozan para poder venderse y así muchas más historias, cada cual más escandalosa o más terrible. Sí, el autor, que es un empresario que acumula más de veinte años en el sector, no tiene reparos en poner el foco sobre estas prácticas tan poco transparentes. Su denuncia es alta, clara, eficaz.
            Lo malo, muchas veces, de este tipo de libros es que uno no le da ningún tipo de autoridad, no termina de creérselos. No éste es el caso. Primero, porque el autor demuestra su experiencia en el sector y segundo porque no se limita a denunciar las malas prácticas de muchas empresas obsesionadas con ampliar el margen de beneficios. Al revés, Brusset da claves para convertirnos en consumidores críticos. Y entre los primeros consejos están evitar las importaciones del gigante chino, eliminar de la bolsa de la compra los purés y los polvos y, aunque no nos guste demasiado, no caer en la tentación de comprar lo más barato. ¿Por qué? Porque tiene más elementos perjudiciales, seguro. Nadie da duros a cuatro pesetas –este refrán sólo lo entenderéis los que cierta generación-. El autor, aparte de su compromiso con la alimentación, sabe cómo contar historias, sabe cómo enganchar al lector. Además, lo narra todo con un fluidez y una claridad que se agradece.
            ¡Cómo puede comer eso! es un trabajo periodístico y de investigación de primer nivel en el que subyace la premisa de que alimentarse bien es curarse día a día. Leer las advertencias de Christophe Brusset no sólo pone los vellos de punta sino que hace que se nos enciendan las alarmas. Y cuando estéis enfrascados en la lectura, haréis lo mismo que yo: ir a la despensa y ver cuántos productos indeseables tenéis. A Dios pongo por testigo que no volveré a comprar esto o aquello. Señores, esto es, sin duda, una lectura apasionante, pero también útil. Y para esto debe servir también la palabra: para denunciar. Porque en este caso el beneficio es doble: leer salva y comer bien también salva. 

jueves, 15 de junio de 2017

Cristal, Eva Aguilar Peris


SINOPSIS: A Christine se le agota el tiempo. Ahora que Claude la ha encontrado, no le queda otra opción que enfrentarse a sus demonios internos y superar todos sus miedos mientras se recobra de la pérdida. Pero Izan resulta un maestro perturbador y conforme la intimidad crece entre ellos, la sombra de la incertidumbre regresa como un rugido del pasado.
¿Qué oscuros secretos esconde el diario de Dionne? ¿Cuál es la identidad del misterioso muchacho que dice ser el otro Índigo? Mientras su relación con Orión oscila entre la luz y la oscuridad y evoca sus peores pesadillas, ambos deben embarcarse en una búsqueda desesperada en las entrañas de las vidas de los Índigo que fueron asesinados y que los conducirá directamente a la única oportunidad de supervivencia.
Pero, ¿y sí sobrevivir ya no fuese suficiente? ¿Si tuvieras en tus manos el corazón del asesino de tu familia, escogerías la redención o la venganza?
Cristal es la segunda entrega de Índigo, una trilogía sobre vampiros de Eva Aguilar. La primera parte me sorprendió para bien porque la autora consigue darle una vuelta de tuerca a estos seres fascinantes. Nos muestra el  enfrentamiento que hay entre los vampiros que siguen a Claude y los que creen en las ideas de Alexandra.

Comentaba en la reseña de Índigo que la autora ha aportado una nueva idea sobre los vampiros, su origen y el por qué son tan importantes los Índigos. Me ha gustado que la historia comience de nuevo al mismo origen sobre el vampirismo, a Dione y a Evan, los dos primeros vampiros que hubo y por qué decidieron no ser seres inmortales.

En la actualidad, Christine trata de sobrellevar la muerte de su mejor amigo. Además, está el hecho de que la atracción hacia Orión, el vampiro que asesinó a sus padres, es cada vez más palpable, por lo que se siente culpable por desear a quien la privó de su infancia.

Desde que era pequeña, Christine ha estado entrenando junto a Orión, pero desde que Alexandra la descubrió, entrena también con Izan para poder enfrentarse a Claude. Si Orión no desfallecía en su adiestramiento, Izan no tendrá compasión con ella y lleva sus ejercicios hasta la extenuación en todos los sentidos.  

Christine ha madurado con respecto a la primera entrega, sabe lo que quiere y no da su brazo a torcer con respecto a pertenecer al bando de Alexandra. Puede que también tenga que ver el hecho de que Orión se mantiene neutral y no desea posicionarse en ningún bando.

Como me pasó con la primera entrega, las primeras páginas de esta historia son un poco densas y con pensamientos repetitivos. Sin embargo, pasadas estas primeras páginas, hay mucha más acción y conocemos qué mueve a cada bando. Puedo entender cómo se siente Christine ante Orión, así como las dudas ante la insistencia de Alexandra para que se transforme en vampiro. Siente que quiere ser igual a quienes mataron a su familia. Vamos viendo que a lo largo de la trama Christine va dejando atrás miedos y se va a enfrentar consigo mismo.

Por otra parte, Orión sigue siendo reservado, pero ante todo es fiel a sí mismo, y sobre todo a Christine. Sigue siendo un personaje misterioso que fascina por lo que calla y porque es el único que parece respetar la decisión de Christine. 

Hay otros personajes que me han parecido muy interesantes, como Izan. Tras esa máscara de impasibilidad, se muestra siempre “sensible” a las necesidades de Christine.

Por último, tanto Alexandra como Claude lideran cada uno bandos opuestos, sin embargo, a fin de cuentas persiguen lo mismo.

Sigo pensando que es una historia con mucha fuerza y que la autora ha madurado con esta nueva novela. La trama me ha parecido más adulta y por momentos más cruda que la primera entrega.
Si me gustó Índigo, Cristal me ha conquistado por completo. Solo espero que Diamante, la última entrega, no tarde en llegar. 

lunes, 12 de junio de 2017

¿Qué leo?


Hola a todos. Ahora mismo estoy sumergida en estas dos novelas: "Acero bajo la piel", de María José Tirado, y "Hasta que el viento te devuelva la sonrisa", de Alexandra Roma, novela ganadora del V premio de novela juvenil Neo-La Caixa.


¿Habéis leído alguno de estos libros? Contadme si conocéis a estas dos autoras. 

De María José Tirado ya había leído otras novelas y siempre me han gustado sus novelas, pero no de Alexandra Roma. Tengo que decir que "Hasta que el viento te devuelva la sonrisa" me está sorprendiendo para bien. Hasta donde llevo leído me está gustando mucho. A pesar de su extensión, se lee muy  bien. 

"Acero bajo la piel" también me está gustando mucho, aunque voy un poco más atrasada que con la primera novela.

domingo, 11 de junio de 2017

El último baile, Marisa Sicilia


SINOPSIS: Viena, 1952.
Andreas y Lilian se reencuentran inesperadamente en un café tras una larga separación. Mientras pasean juntos por el Prater, Lili recuerda su historia de amor con Andreas, su enamoramiento incondicional y juvenil, el primer desengaño, el fracaso en su intento de olvidarlo, la reconciliación y los años locos que vivieron juntos en el salvaje Berlín de entreguerras. Recuerda cómo, a pesar de las separaciones y las distancias, nunca dejaron de amarse.
Porque el de Lili y Andreas es uno de esos amores que perduran a través del tiempo y las pruebas.
Porque las verdaderas historias de amor nunca terminan.

Debo tener mucha suerte con las novelas que últimamente he leído, porque todas me han dejado un buen sabor de boca y esa sensación de que las recordaré con cariño al cabo de un tiempo. Con El último baile me ha pasado justamente esto, he disfrutado mucho con esta historia narrada con exquisitez.

El último baile sitúa la acción entre dos ciudades: en la Viena y el Berlín de entre guerras. Veremos el esplendor de ambas ciudades (en diferentes momentos de la narración), como también observaremos la decadencia de dos países cuyo destino fue la segunda guerra mundial. Como también seremos testigos de la ciudad más moderna y provocadora que había en aquellos años en Europa. Creo que la autora ha querido reflejar en Berlín una ciudad en la que todo era posible, las dos caras de una misma moneda, una ciudad de sueño y cosmopolita que fue un paraíso, pero también fue un infierno en según qué momentos. Salvando las distancias, me ha recordado a ese ambiente que se reflejó tan bien en la película Cabaret.

El último baile empieza con un fortuito encuentro de Lili y Andreas, un principio que también es el final de una historia que quedó colgada en el tiempo, de unas palabras que se quedaron sin poder decir. A partir de aquí, la autora nos lleva de la mano a la Viena de los años 20 para que conozcamos mejor a Andreas y a Lili. Ambos pertenecen a la alta burguesía vienesa, un momento en el que uno de los momentos más importantes para una mujer era su puesta de largo. De aquellos dos jóvenes ya no queda nada en el comienzo del relato. Se podría decir que tiene una estructura circular.

Al inicio de la novela conocemos a una Lili inocente, una mujer que está enamorada del hermano de su mejor amiga. Junto a la familia de Andreas vive uno de los mejores veranos de su vida. Andreas será el primer chico que la besa, pero por circunstancias sus caminos se separan temporalmente. A lo largo de la narración observamos cómo madura y qué va dejando en el camino para encontrarse a sí misma.

Andreas es un hombre al que no le gustan las ataduras. Un hombre tan encantador como egoísta. A pesar de que a veces no podido empatizar con él por las decisiones que tomaba, tengo que reconocer que es un personaje que ha terminado por conquistarme. Pero ante todo es muy humano, con grandes defectos y mejores virtudes. Es generoso y víctima de sí mismo. Puede resultar contradictorio, pero es que es un hombre complicado.

La historia de estos dos personajes se podría resumir en encuentros y desencuentros a lo largo de más de treinta años. Hay momentos dulces, como también los hay amargos. Sin embargo, este es más que un relato de amor con altibajos (no la narración, sino la relación entre ellos) que te deja el corazón en un puño. Es también una crónica de una Europa dividida tras la primera guerra mundial, un continente que no ha cicatrizado sus heridas de guerra.

Uno de los puntos fuertes de esta historia es la documentación. Me gusta sumergirme en novelas que no sean tratados de historia, pero que te transporta a un lugar y a unos hechos que no he conocido.

Qué decir de esta novela. Me ha gustado descubrir a una gran autora con esta obra. Volveré a leer algo de ella, sin duda.

 

viernes, 9 de junio de 2017

Mundo Sueño: I. La oniromarca secreta, Pilar Pascual


SINOPSIS: Los padres de Rebeca han desaparecido sin dejar rastro y ella ha tenido que ir a vivir con su abuelo, el profesor Balvatin. Se siente desorientada y perdida en la vieja y peculiar casa de este, un anciano distante y frío al que no ve desde que era muy pequeña.
Rebeca descubrirá pronto que la desaparición de sus padres no es casual y que ella misma está en peligro. Su realidad se desmoronará para transportarla a una realidad oculta, a un secreto milenario que ha estado relacionado con sus ancestros desde el principio de los tiempos, y por el que será perseguida por inesperados y peligrosos enemigos.
«Mientras haya una sola persona que sueñe, sus sueños podrán germinar y echar brotes en ambos mundos. La imaginación es una gota de sueño que Morfeo dejó en cada uno de nosotros, y que de padres a hijos se va heredando, a veces con más fuerza, a veces con menos. Gracias a ella, lo que una vez estuvo unido podrá volver a estarlo.»
Hay libros que son pura magia y que te hechizan desde que los abres. Este es uno de ellos. Hacía tiempo que no me sumergía en una novela de fantasía y me lo pasaba tan bien. Me ha hecho regresar al momento en el que descubrí, con doce años, La historia interminable y Momo. De vez en cuando me gusta descubrir pequeñas joyas que me hacen recordar a la niña que fui.

Los hombres que han perdido los sueños viven esclavizados por sus pesadillas, por eso se necesita personas que no tengan miedo a soñar, como es el caso del profesor Balvatin, abuelo de Rebeca. Abel, un Sinsueño, tiene oscuras intenciones, Quiere acabar con el mundo de los sueños. Hace años mantuvo una lucha con el profesor Balvatin, de la que salió malparado. Aun así, no ceja en su empeño de separar el mundo de los sueños del mundo de la vigilia. Para ello pretende acabar con todos aquellos que tienen la Oniromarca. Rebeca tiene una y es muy poderosa, incluso más que la de su abuelo. Sin embargo, tiene que saber qué hacer con ella. Es así como empieza para Rebeca una aventura junto a Nicolás por Mundo sueño, mientras que su abuelo y la señora Guilmaril se quedarán en este mundo para vigilar a Abel y a los Sinsueños.

No es la primera vez que leo una novela que evocan a los clásicos que leía en mi niñez. En algunos momentos la lectura me recordaba a Momo, uno de mis libros de cabecera cuando era pequeña. También puede recordar a esa historia con un mundo paralelo, Fantasía, de La historia interminable. Tanto en Fantasía como en Mundo sueño, las historias son interminables, siempre y cuando haya alguien que quiera cruzar estas fronteras.

Desde el inicio de la historia la novela tiene un ritmo ágil y un lenguaje muy cuidado. La autora sabe a qué público se dirige y para quien escribe. No por ello los adultos dejamos de disfrutar de esta magnífica obra. Me ha gustado ver la evolución de Rebeca y cómo se relaciona con Nicolás. Si bien al principio encontramos a una Rebeca asustadiza (acaba de perder a sus padres), a lo largo de la novela vemos cómo va creciendo no sólo como persona, también como la heroína que está llamada a ser. Gran parte del mérito se debe a que esta aventura no la hace sola, la hace con Nicolás, Nuck y algunos personajes más que conoceremos a medida que avanza la trama. Porque esta historia es también un canto a la amistad, un canto a no perder nuestros sueños.

Como en muchas ocasiones en las que he leído este tipo de novelas, me cuesta definir a qué público va dirigido, pues si bien al inicio es más infantil-juvenil, al final tenemos la percepción de que es más madura de lo que al principio parecía. Lo bueno de leer historias de fantasía es que va dirigida a todos los públicos (siempre y cuando te guste la fantasía y entres en ella). Por lo demás, recomiendo esta novela para los amantes de la aventura.

miércoles, 7 de junio de 2017

44 escritores de la literatura universal


Un recorrido por la literatura universal de la mano de sus más importantes escritores: Virginia Woolf, William Faulkner, Scott Fitzgerald, Marguerite Yourcenar, Mark Twain, Fernando Pessoa, James Joyce, Marguerite Duras; Un recorrido por la literatura universal de la mano de Virginia Woolf, William Faulkner, Francis Scott Fitzgerald, Marguerite Yourcenar, Mark Twain, Fernando Pessoa, James Joyce, Marguerite Duras... Conocer la vida de los autores, sus más íntimas obsesiones y manías, nos ayuda a acercarnos a su obra y a entenderla mejor. Las 44 semblanzas de escritores que nos ofrece este libro nos acercarán con originalidad e ironía a estos nombres imprescindibles de la literatura universal y nos harán ver hasta qué punto su manera de vivir influyó en su obra.

Está la Historia de los datos, las fechas y los números –sí, la aburrida, la que se olvida fácilmente- y está la Historia de las anécdotas y las curiosidades, de los pequeños detalles, de los secretos y los misterios. Y es de esta última de la que vamos a hablar, pero aplicada a las letras y a los creadores en 44 escritores de la literatura universal, una curiosísima guía sobre los nombres propios, imprescindibles, de la creación literaria que ha publicado Siruela, en su colección Nos gusta saber, y que está escrita por Jesús Marchamalo e ilustrada por Damián Flores. El resultado es redondo, un pequeño tesoro. Y ojo, no es sólo un libro para jóvenes sino también para adultos que quieran revisitar los autores más importantes del canon literario occidental. Porque detrás de los autores están las personas, con sus manías y sus miedos, con sus rarezas y, sobre todo, con sus debilidades. Sí, vamos a cultivar el cotilleo intelectual.
            Frótense las manos y conozcan a los grandes desde otra perspectiva: que Byron tenía un complejo terrible con su cojera, que Truman Capote era supersticioso si veía a dos monjas y flores amarillas, el trauma infantil de Ernest Hemingway después de que su madre lo vistiera de niña, que Nabokov estaba siempre enfermo y Thomas Mann tenía una obsesión por los números redondos, que Poe nació sobre el escenario porque su madre, que era actriz, se puso de parto mientras actuaba, que Virginia Woolf no soportaba ni un solo ruido mientras escribía, ni siquiera que su marido sacara unas manzanas de una bolsa de papel en la cocina. Y así hasta 44 nombres. Están los más importantes: Oscar Wilde, Jack London, Charles Dickens, Julio Verne, Albert Camus… Puede faltar alguno, Cervantes, por ejemplo, pero es una representación curiosa. Y de todos tenemos la impresión de estar entrando en sus casas cuando ellos no están y de husmear en sus intimidades. Así conocemos qué es lo que les atormentó o, de alguna forma, los marcó. Y es ése uno de los aciertos de este libro-guía: la de condensar en dos páginas –es lo que dura cada semblanza- lo más llamativo de cada autor.
            Vuelvo a insistir en que no es sólo un libro para jóvenes. En absoluto. 44 escritores de la literatura universal está muy bien escrito, con cierta tendencia a lo poético y a lo sorpresivo, concienzudamente documentado y, encima, contado con carisma. Se nota que Marchamalo sabe de lo que habla. Los textos van acompañado de retratos de los autores, obra del talentoso Damián Flores, que con pocos trazos es capaz de sacar la esencia facial de cada uno de ellos. El resultado es una lectura amena y curiosa, luminosa como un relámpago.
            Acercarnos a la parte humana de los autores nos hace empatizar más y mejor con ellos, sentirlos, de alguna forma, más cercanos. Y es esto lo que consigue 44 escritores de la literatura universal, una recopilación de semblanzas de muchos de los autores más representativos del panorama occidental. Faltan algunos, sí, pero eso les dará para una segunda parte, y una tercera. Y una cuarta. Los autores han acertado y no sólo en la elección de los escritores sino también en la historia que cuentan, y en cómo la cuentan. Porque ésta es una forma divertida y curiosa de arrimarse a la literatura, y todo lo que tenga potencial para aumentar el número de lectores, lo defiendo a capa y espada. Porque este libro, señores, puede ser lo más parecido a tomarnos un café con nuestros ídolos literarios.
            Ah, y por si alguno echa de menos las biografías tradicionales, hay un epílogo lleno de fechas, números y datos. 

martes, 6 de junio de 2017

Recursos inhumanos


El antaño flamante director de recursos humanos Alain Delambre ha perdido toda esperanza de encontrar trabajo y se siente cada vez más marginado. Cuando una empresa de reclutamiento decide al fin considerar su candidatura, está dispuesto a todo con tal de conseguir el empleo y recuperar su dignidad, desde mentir a su esposa hasta pedirle dinero prestado a su hija para poder participar en la prueba final del proceso de selección: un simulacro de toma de rehenes. Alain no escatima medios para preparar a fondo su candidatura. Si descubre que los dados están trucados, la ira acumulada en años de desagravios no tendrá límites... Y el juego de rol podrá convertirse en un macabro juego de muerte.

 Si algunos pensáis que el trabajo os está volviendo locos –las manías del jefe, las jornadas larguísimas, el compañero trepa– eso es que no sabéis hasta qué punto pueden perder la cabeza los parados, los que, después de muchos años y muchos currículums, siguen sin encontrar un empleo. Y no nos referimos a la desesperación o la desesperanza, o a estar deprimido. No, sino a perder literalmente la cabeza. Pues de esto justamente es de lo que va a hablarnos el popular escritor francés Pierre Lemaitre en su última novela, Recursos inhumanos, que publica Alfaguara y en la que se atreve a contar el drama de un alto ejecutivo, cincuentón, que lleva varios años sin trabajo –sobreviviendo con puestos mal pagados– y que decide saltarse sus límites e incluso sus principios para conseguir su objetivo: ser un miembro útil en el tejido productivo de su país. Esta historia camaleónica, a veces novela negra, a veces thriller, otras novela psicológica o casi comedia, se surte de una premisa casi surrealista para construir un retrato originalísimo y actual, absolutamente aterrador, sobre la situación económica y laboral del primer mundo.
            Alain Dechambre no aguanta más. Está a punto de cumplir sesenta años, pero cobra una cuarta parte de cuando tenía treinta. Tiene edad para prestarles dinero a sus hijas para la entrada de un piso o para unas vacaciones, pero son ellas las que se hacen cargo de los gastos inesperados. Debería estar tranquilo y disfrutar de los años trabajados, pero está angustiado, insomne, malhumorado. Los que le quieren le dicen que está sobrado de experiencia, pero las empresas sólo buscan juventud. Él quiere que alguien le dé un trabajo y los demás sólo le dan consuelo: “todo cambiará, ya verás, esto es una fase, aprovecha para descansar”. Y pasan los años. Él ha perdido la paciencia y casi la ilusión. No está dispuesto a quedarse de brazos cruzados mientras el sistema capitalista –ese gran monstruo que es como una apisonadora- se carga todas sus aspiraciones, todas sus metas como pequeño burgués, y lo reduce a un marginado. No, no y no. Y es este personaje, que es una bomba de relojería o una tormenta perfecta, el eje absoluto de esta historia sobre el desempleo y la desesperación, sobre la expulsión de los mayores de 45 años del circuito laboral, sobre la crueldad de este mundo que hemos construido. Y sí, todos somos lectores y cómplices. También víctimas.
            “Para los que no lo sufren, el paro es sólo un ruido de fondo”, dice el protagonista. Tiene razón. Son unos números, un escenario triste. Y éste es quizás uno de los grandes aciertos de Pierre Lemaitre –qué agudo, qué estimulante-: conseguir que todos seamos capaces de meternos en la mente (negra) y en el pozo (hondo) de un desempleado que apenas tiene posibilidades de reengancharse en el mercado laboral. El autor retrata con una lucidez indiscutible –como un fogonazo de luz- esa angustia doméstica que desemboca en una pérdida absoluta de los papeles: ¿hasta dónde está dispuesto a llegar un hombre desesperado? ¿Cuáles son sus límites? Ninguno, posiblemente. Y ahí arranca una escalada de violencia, de mentiras, de estrategias y de manipulación absolutamente inesperada y peligrosísima que hace de Recursos inhumanos una lectura taquicárdica. Insisto: nunca el surrealista –dar una o veinte vueltas de tuerca- había servido tan bien para reflejar una realidad cruel, casi invisible. El estilo de Pierre Lemaitre, como ya nos tiene acostumbrados, es fluido y útil, y su visión es la de un gran observador, la de un analista lúcido. La de un hombre con pulso.
            Recursos inhumanos es una lectura imprescindible en estos momentos convulsos, es casi una hoja de ruta sobre cómo perder la cabeza, los estribos y la esperanza. ¿Puede un desempleado ser un héroe nacional? ¿Puede un desempleado sacar pecho? Aquí tenemos la historia de un hombre, que podría ser cualquier hombre, que se ve obligado a reaccionar ante el sistema. David contra Goliat, el pez pequeño contra todas las orcas asesinas del océano. Pierre Lemaitre vuelve a hacer un ejercicio de inteligencia, de humor y de absoluta sorpresa. Supongo que ha quedado suficientemente claro: leerlo es una delicia, o más que una delicia. Es una experiencia casi tan satisfactoria como la de encontrar trabajo.

jueves, 1 de junio de 2017

Algo, ahí fuera


Llanuras agrietadas, riberas de barro seco, ríos áridos, polvo amarillento, casas y naves industriales abandonadas. En la Europa que se aproxima, devastada por el cambio climático, decenas de miles de «emigrantes ambientales» marchan en dirección a Escandinavia, que, junto con las otras naciones cercanas al círculo polar ártico, se ha convertido en el territorio de clima más suave y más favorable para los asentamientos humanos. Livio Delmastro, viejo profesor de neurociencia, es uno de esos miles de "emigrantes". Dio clases en Stanford, tuvo una compañera excelente y fue padre, pero al final se vio obligado a regresar a una Italia casi desertizada y azotada por grandes desórdenes sociales y políticos, por la corrupción y por los enfrentamientos étnicos y la violencia en las calles. Allí pasó dieciséis años, solo en un mundo que se desmoronaba, sin ganas de vivir, pero sin valor para quitarse la vida. Luego, como muchos otros miles, tuvo que pagar a exploradores y guías, y ahora, víctima del hambre, la sed y los saqueadores, camina en una columna humana, entre turbas de desesperados, a través de tierras estériles, valles calcinados y ciudades en ruinas por un continente trastornado e irreconocible, hacia el Norte.

Esta reseña no puede venir más a cuento. Ahora que Donald Trump, el excéntrico presidente de EEUU (por si hay algún despistado que aún no lo conozca) se plantea abandonar ese pacto global para frenar el cambio climático –él piensa que es una invención, cosa de los demócratas o de mentes alarmistas– os traigo una interesantísima historia sobre un futuro cercano y lógico, un futuro que parece esperarnos ya a la vuelta de la esquina y en el que la mayor parte del planeta ha quedado inhabitable, desértica, y millones de personas se han convertido en refugiados climáticos que abandonan sus casas y peregrinan hasta los países del norte donde encontrar tierras fértiles, temperaturas suaves y posibilidades de sobrevivir. Algo, ahí fuera es el título de esta novela publicada por Alianza Editorial y escrita por el italiano Bruno Arpaia, que podría enmarcarse dentro de ese género, llamado por algunos el Clima-ficción, en el que se utilizan informaciones científicas como base argumental para las novelas y que tiene como base el aumento de las temperaturas por culpa del ser humano.
            Lean unos datos: en el año 2100 –quizás nosotros no estemos aquí, pero sí estarán nuestros hijos y nuestros nietos-, la temperatura global habrá aumentado 12 grados (hoy, en Sevilla, que se esperan 37 grados, serían 49) y la cota del mar subiría otros diez metros, con lo que desaparecerían muchas zonas costeras. No es invención, son datos reales confirmados por los organismos oficiales. Y sobre esta alerta construye este escritor italiano una especie de fábula sobre la nueva civilización, diezmada, desesperada, y sobre nuestro planeta, convertido en un enorme desierto donde sólo sobreviven los países del norte, blindados a los refugiados. Sí, ya no queda nadie en Francia, España, Italia o Portugal. La vida ahí se ha hecho insoportable. Y conoceremos la situación de mano de Livio, un profesor que forma parte de ese ejército de emigrantes que sale a la fuerza de su país buscando una oportunidad, la última. El autor plantea temas interesantísimos: como las organizaciones (medio mafiosas) que conducen a la gente desesperada hasta campos de refugiados y a los que piden grandes cantidades de dinero –los pobres están condenados a morir–, la lucha individual por sobrevivir, las guerrillas que se encargan de quitar la comida y el agua a los pocos que tienen, el miedo de los países del norte de perder sus privilegios… El mundo se ha quedado sin recursos para tantos habitantes. Sólo quedarán los más fuertes. O los más ricos.
            Estamos acostumbrados a las películas sobre desastres climáticos –se me ocurre, a bote pronto, El día de mañana–, pero no tiene nada que ver con Algo, ahí fuera, que está concebida como una historia más reposada, más reflexiva. Esta novela parece olvidarse de la acción y del drama, y el narrador se coloca en una postura de serenidad para contar cómo ha cambiado el mundo, cuáles serán las consecuencias de nuestra pasividad actual. El estilo es sencillo, pausado, tendente siempre a la concisión, con frases cortas y palabras precisas, lo que hace todavía más terrible la historia. El autor, concienciado con este tema desde siempre, ya avisa de que los refugiados climáticos ya existen, pero que se mueven entre países africanos, o en California. “No somos conscientes del problema”, reconoce.
            Algo, ahí fuera es una visión terrible, escalofriante del futuro que nos espera como Humanidad.  El calor, el desierto, el polvo, la falta de agua, morir deshidratado o achicharrado. Bruno Arpaia sabe, desde la sencillez, mostrarnos un problema, meternos miedo, contagiarnos de la catástrofe. Además, tiene la lucidez para imaginar ese nuevo mundo con tantos detalles que parece real. Tristemente real. Yo sigo confiando en que la literatura tenga el poder de despertar conciencias, de ponernos en movimiento, de que nos comprometamos con algo. Esta historia es un chute de realidad, una bofetada con la mano abierta, un zarandeo. Y si esta visión de los refugiados climáticos no es capaz de conmoverte o de ponerte los pelos de punta, tienes un problema.