domingo, 29 de mayo de 2016

Llamada a medianoche


La peor pesadilla de una madre puede hacerse realidad. «–¿Diga? –La voz de Emma, alterada y vulnerable, me habló a través de un mar de lágrimas. –Mamá…–sollozó–Me dijiste que no hiciera ninguna estupidez, pero la he hecho.» Jennifer Lewis, su marido Mark y sus tres hijos son la perfecta familia americana: ricos, guapos, listos, perfectos. Pero una llamada en mitad de la noche lo cambia todo y destruye la vida cuidadosamente construida de Jennifer. Su hija Emma, que cursa un año universitario en Sevilla, ha sido detenida tras el brutal asesinato de otro joven. Jennifer se apresura a acudir a su lado, convencida de que la detención es un error terrible y decidida a hacer todo lo necesario para llevarse a Emma a casa. Pero a medida que comienza a investigar el crimen, empieza a preguntarse si de verdad conocía a su hija. La policía acusa a Emma, y la prensa se hace eco de la historia, exagerando cada sórdido detalle.Uno por uno, el equipo de defensa de Emma, su padre y finalmente incluso la propia Jennifer empiezan a tener dudas.


En la literatura, al contrario que en otros menesteres, no se necesitan preliminares ni calentamientos previos. Si no, que se lo digan a Nina Darnton que irrumpe en las librerías españolas con una novela vertiginosa y adictiva, Llamada a medianoche (Planeta), The perfect mother en inglés, y que parece tomado en serio eso de enganchar desde la primera página. ¿Qué digo desde la primera página? Desde el primer párrafo. Esa llamada a medianoche de la que nos habla el título no es otra que la de su hija, que está estudiando en Sevilla con una beca, para contarle que se ha metido en problemas, en algo muy gordo: ha muerto un joven y ella es la principal sospechosa. Así, como un bofetón en la cara, arranca este thriller psicológico que perfectamente podrían enmarcarse en esa corriente tan de moda del domestic noir, algo así como una historia de intriga, de acción, de asesinatos, pero en el ámbito de lo doméstico y de lo íntimo. Aquí, el culpable puede ser cualquiera: el vecino que te saluda con el perro, la frutera que te da los mejores tomates o tu mejor amigo.
            Llamada a medianoche tiene varios aciertos, aunque hay uno que es especialmente llamativo: la idea de que nunca terminamos de conocer a la gente a la que tenemos al lado. Y eso es justo lo que experimentan los padres de Emma, la joven encarcelada, al viajar a Sevilla: su hija no es la niña modélica que ellos pensaban. No vive donde ellos creían, dedica el dinero que le mandaban a otros asuntos y otras muchas cosas que no puedo contar por miedo a hacer un spoiler. Y es con esta desazón –los padres no se pueden creer que su hija sea una completa extraña- la que va contagiando la lector, la que permite que en la historia quepa casi de todo. Y se produce un choque frontal entre los padres y una hija que podría ser cualquier desconocida que se han encontrado por la calle, porque no la reconocen. ¿Desde cuándo es tan egoísta? ¿Tan mentirosa? ¿Tan tozuda?
            Me he abandonado a esta novela. No sé si por el ritmo, que funciona por un reloj, por el estilo, que desaparece porque no hay ningún alarde estilístico, o porque se desarrolla en Sevilla, en mi Sevilla. Y uno reconoce su Giralda y su barrio, sus olores y sus habitantes, sus cervezas y sus tapitas de jamón. Sevilla está en este libro –al final, cuenta la autora que vino a visitarla y que se quedó prendada- y le da una cercanía que se agradece. Está muy bien documentada: tanto a nivel monumental como a la hora de retratarnos a los españoles. ¿Qué podría haber sido mejorable? Quizás ciertas escenas con sus diálogos, construidas con cierta torpeza, y la evolución de los personajes, sobre todo, por la madre, porque es una mujer con mucho potencial que no termina de arrancar.
            ¡Quiero dedicarle un párrafo al final! Señores, Nina Darnton inventa un final glorioso, absolutamente magistral y, fíjense lo que voy a decir, que hace que la novela-no-escrita sea mejor que la escrita. Me explico: la historia que se intuye después de este final inesperado es tan alucinante que uno no puede parar de pensar en cómo seguirá, en qué habrá sido de esa familia. Ya me contarán…
            Llamada a medianoche es uno de esos libros que te fastidian un día de playa: uno empieza a leer y cuando levanta la vista es hora de irse a casa; y entonces, se da cuenta que no se ha bañado ni ha jugado a las paletas ni se ha comido la manzana. La historia engancha, convence y entretiene. También despista. Y encima te deja petrificado después de leer el final. Creo que la misión de la autora está más que satisfecha: hacer con el lector lo que le da la gana. Y los que no conozcan Sevilla estarán un poquito más cerca de visitarla, porque me gusta con qué asombro, con qué fascinación habla de mi ciudad. No tiene una estructura perfecta, pero la disfrutarán. Eso seguro.




martes, 24 de mayo de 2016

El tiempo de la luz


SINOPSIS: Desde su inauguración en 1940 como las primeras galerías subterráneas en Europa, la lujosa Avenida de la Luz es un espejo de los cambios de la Barcelona de posguerra. Julia, una joven criada recién llegada a la ciudad, iniciará un romance con un revisor del tren de Sarriá y, años después, una pasión prohibida que le traerá terribles consecuencias. Ella será testigo de la evolución a lo largo del tiempo de la galería y de algunos de sus comerciantes como Rosita, hija de los dueños de la pastelería, que vivirá su primer amor con el acomodador del cine Avenida de la Luz, mientras sueña con el aprendiz de barbero, implicado en actividades políticas. Una dama de misteriosa fortuna que abre una tienda de máquinas de escribir. Una perfumera que se relaciona con hombres poderosos del régimen. Un ferroviario que escribe poemas mientras pasea entre las columnas. Estos son los personajes que configuran un mundo que va cambiando, década a década, siguiendo el emocionante latido de Barcelona desde la posguerra hasta el final de los ochenta.

Uno, antes de lector, es pre-lector, es decir, elige sus próximos libros en función de diversos factores como el tema, la estética, el título o simplemente un pálpito (lo mismo que ocurre con las personas). Uno, antes de leer, decide qué le apetece leer. Los ingredientes de esta novela, ya desde el principio, motivan: una portada llamativa y entrañable, la historia vital de tres mujeres durante más de cincuenta años, unas galerías comerciales y un recorrido por los años del Franquismo y por la Barcelona del siglo pasado. El tiempo de la luz, escrito por Silvia Tarragó y publicado por Umbriel, entra por los ojos. De eso no hay duda. Se podría enclavar –y no es nada negativo– en esa nueva narrativa 'de y para mujeres' tan de moda ahora, donde lo más importante es su evolución, sus amores y sus batallas. Sí, esta novela narra la historia de tres jovencitas, casi adolescentes, a las que unen esas primeras galerías subterráneas de Barcelona, desde su creación en los 40 hasta los 90, cuando cierra La Avenida de la Luz. Es, por tanto, una mirada a la trayectoria de tres personajes, pero también un paseo por esta ciudad durante los años de la Dictadura.
            Quitémonos los prejuicios y digamos las cosas sin miedos: sí, es una novela femenina, sí, puede recordar (levemente) a El tiempo entre costuras –lo que me parece un acierto- y sí, tira de eso tan actual como es la nostalgia. Nos hemos acostumbrado a mirar atrás, también en la literatura. El tiempo de la luz es como un perfume: su ambientación es tan certera, tan oportuna, que antes de darnos cuenta estamos metidos de lleno en esa Barcelona, siempre elegante, de la mano de las tres jóvenes, todas igual de inocentes, todas entusiasmadas ante las posibilidades del futuro. Es este paisaje que crea Tarragó uno de los pilares de esta novela, sin lugar a dudas. Los personajes, a los que conocemos a través de sus amores –algo entendible porque estamos ante mujeres de la posguerra, cuyo mayor interés, si no el único, era el matrimonio-, y donde caben las traiciones, las venganzas y hasta los arrepentimientos. El cóctel funciona.
            Silvia Tarragó acierta de pleno al dividir la historia en tres grandes bloques –la juventud, la madurez y la vejez- porque las elipsis funcionan muy bien y multiplican la intriga potenciando ese halo de misterio que recorre toda la historia. El estilo de la autora, a pesar de la sencillez, tiende siempre a lo barroco, y a veces los adjetivos y las conversaciones son un poco artificiales. ¿Por qué? Porque la autora sabe tanto, sus conocimientos de la Historia son tan amplios que se busca cualquiera excusa para exponerlos. Los personajes dan datos, fechas y nombres del escenario en el que se mueven. No es molesto, no se crean, pero en ocasiones chirría. Además, fíjense, uno termina la novela y se queda con las ganas de saber más y de forma más profunda. Tengo la sensación de que ésta es una historia para 500 páginas y no para 246, porque se me han quedado algunas preguntas en el tintero. Me hubiera gustado saber más de las protagonistas.
            El tiempo de la luz se lee con placidez porque es eso lo que transmite. Es una historia dulce sobre tres mujeres que sólo buscan ser felices, cada una a su manera. Y la novela, como la propia vida, nos sorprende, nos lleva por caminos inesperados, nos invita a seguir. Y ahí la autora ha sabido hacerlo muy bien: lo más importante son los sentimientos, porque es eso lo que nos gobierna. Y si es con un poco de glamour, pues muchísimo mejor. Nostálgicas, amantes y soñadoras, no se pierdan esta historia. Bienvenidos, señores y señoras, a las primeras galerías subterráneas de Barcelona.


sábado, 21 de mayo de 2016

Un amor entre las dunas, de Carla Crespo


Sally ha encontrado serenidad y bienestar en la India, trabajando en una ONG. Nada la hace más feliz que sentirse útil y rodearse de niños. Ha dejado atrás su pasado como maestra en Boston… y también su sueño de ser madre. Con el corazón roto, la hermosa y decidida Sally ha salido adelante, y poco a poco vuelve a disfrutar de la vida. Tiene suerte de tener a su lado a alguien tan maravilloso como el doctor Ethan, un médico australiano de sonrisa arrebatadora. Pero algo en su corazón le dice que aún no está preparada para una nueva relación. Y la razón tiene nombre propio: Thomas. Thomas y sus penetrantes ojos azules. Thomas, que tardó tanto en declararse, cuando estaba claro que estaban hechos el uno para el otro. Thomas, el hombre que la enloquecía con sus caricias y promesas, el que le hizo vivir instantes de dicha perfecta y luego la sumió en el abismo de la desesperación. Porque desapareció justo cuando más lo necesitaba, cuando acababa de quedarse embarazada y su sueño de tener una familia se alzaba, por fin, nítido ante ella. Tuvo que comenzar una nueva vida en el otro lado del mundo para intentar olvidarlo. Pero lo que Sally no sabe es que los kilómetros no son un obstáculo para el verdadero amor…
El verano se acerca y con él la temporada de descanso, de escapadas a la playa y a la piscina y, para muchos, llega la época de leer, porque es ahora, animados por el calorcito, cuando disponemos de más tiempo para hacerlo. Y en mi opinión, Un amor entre las dunas es el libro perfecto para acompañarnos en una tarde de descanso. 

Se trata de una historia romántica sencilla, sin más pretensiones que las de hacer disfrutar al lector. Y realmente lo consigue. Entre sus páginas vemos la historia de Sally, a la cual ya conocemos por En un solo instante. Los dos protagonistas de esta novela son secundarios en el libro anterior, pero eso no significa que no se pueda leer este libro sin haber leído el otro, puesto que la autora consigue explicar todo lo que fuera necesario para poder comprender la historia sin que nos resulte pesado. Conocemos todos los detalles que giran alrededor de Thomas y Sally, aunque no hayamos leído la historia en la que eran secundarios. Así que por eso no temáis, aunque compartan personajes, son libros completamente diferentes, por lo que se pueden leer por separado y en el orden que queráis sin ningún tipo de problema.

Como decía, se trata de una historia sencilla, es cierto, pero que te sacará más de una sonrisa mientras vas leyendo. Una en la que la palabra destino cobra un significado todavía más especial ya no solo por como se desarrolla todo, sino por uno de los escenarios en los que se sitúa la acción. Una novela perfecta si lo que quieres es evadirte un buen rato, desconectar del estrés del día a día y disfrutar de un estilo narrativo fluido y elegante. 

En definitiva, se trata de un libro con el que tenemos garantizado pasar unas cuantas horas de lectura bastante amenas y de una historia que nos permitirá conocer, un poquito, un paisaje al que no estamos muy acostumbrados a ver en la literatura romántica contemporánea: La India. Un lugar que, a pesar de la distancia, cobra un sentido especial y que, incluso, puede llegar a remover nuestra propia conciencia. 

martes, 17 de mayo de 2016

Guerra. ¿Y si te pasara a ti?


Si las bombas hubieran reducido a ruinas gran parte de España, gran parte de tu ciudad… Si el piso donde vivís tú y tu familia tuviera las paredes agujereadas por las balas, todas las ventanas reventadas, la galería arrancada… Imagina que se acerca el verano y no hay electricidad, sólo funciona la cocina. Tu madre tiene bronquitis y una infección de riñón. Tu hermano mayor ha perdido tres dedos de la mano izquierda debido a la explosión de una mina y, en contra de la voluntad de tus padres, se ha unido a la milicia popular. A tu hermana menor le dispararon y ahora yace, con la cabeza llena de esquirlas de metralla, en un hospital en el que apenas hay instrumental médico. Tus abuelos paternos murieron al explotar una bomba que cayó en la residencia de ancianos donde vivían.

¿Realmente nos creemos que nos puede pasar a nosotros? 

Jane Teller, qué lista es, tenía claro que para que los españoles, ciudadanos del primer mundo, supiéramos qué siente un refugiado tras una guerra civil tenía que ambientar la historia en España. Así lo hace y su decisión no puede ser más efectista, igual que un puñetazo en la mejilla. Devastadora. Guerra, ¿y si te pasara a ti?, publicado por Seix Barral y en las librerías desde hace poco más de un mes, nos explota en las manos y nos deja malheridos. Es, sin duda, la palabra letal y afilada, ese tipo de literatura que tiene el poder suficiente para hacernos llorar, para aterrorizarnos y, sobre todo, para tomar conciencia de las diferentes realidades del mundo. La autora de la fascinante Nada tira de empatía para convertirnos a ti y a mí en refugiados y nos coloca en una situación escalofriante: las bombas han dejado nuestro barrio en ruinas, tenemos que huir, tenemos que dejar atrás nuestra casa, a nuestros amigos y nuestro futuro, un país sembrado de muertos, pero ningún país nos quiere. Vagamos, pero no tenemos destino. Hasta que algún Gobierno nos dice que vayamos. ¿Y adónde? A un campamento sin agua corriente, sin espacio y sin perspectivas de mejora. No importa que hayas sido un catedrático de Historia del arte, un ingeniero o un pintor: ya sólo eres una cosa. Un refugiado.
            Guerra, ¿y si te pasara a ti? es un relato largo o una novela corta, una guía para el refugiado. En poco más de sesenta páginas, y trufado con coloridas ilustraciones, Jane Teller consigue darnos una puñalada. ¿Por la espalda? No, de frente. ¿Cómo lo consigue? Primero, con una prosa directa y simple, sin ornamentos, pero potente, narrada además en segunda persona –el narrador le habla a los ojos al lector: eres un refugiado, tu madre está enferma, tu padre…-. Por otra parte, nos quita el confort, nos saca de esa sensación de que estamos a salvo y nos coloca en el frente de batalla, en mitad de la tragedia. ¿Y si la guerra estallara en tu ciudad, en tu barrio o en tu calle? ¿Y si para conseguir agua potable tuvieras que cruzar una plaza llena de francotiradores? ¿Y si ningún país os quisiera en su territorio? ¿Y si tuvieras que separarte de tu familia para sobrevivir? Ahí estriba el acierto de Jane Teller: en hacer las preguntas adecuadas, y, sobre todo, en dejar al lector sin respuestas. Mudo. Boquiabierto.
            Tenemos en esta obra un ejemplo maravilloso del alcance de la literatura personalizada: tú eres el protagonista, tú eres el refugiado, tú eres el que huye, el que pasa hambre y que el que deambula hacia ningún sitio. Bienvenido a esta historia de terror, de desasosiego, de no-esperanza. La autora se revela como una gran interpretadora de la sociedad que nos rodean y de los conflictos que tenemos pendientes. Aborda, desde su particular acidez, la familia, la educación, el desarraigo. Eres un refugiado, nadie te quiere en el país en el que te acogen, lo sabes el idioma, no te ofrecen trabajo, no puedes estudiar. No puedes hacer nada. Y nos habla de eso tan terrible: uno no tiene culpa de dónde nace, a veces, la política está por encima de las personas. Nosotros, cada uno de nosotros, sólo somos las víctimas. Teller, en un emotivo epílogo, recuerda los dos grandes valores de la civilización: que todos los seres humanos nacemos iguales y que hay que tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros.
            Guerra. ¿Y si te pasara a ti? debería ser una lectura obligatoria para nosotros, que estamos anestesiados de ver tantas veces las imágenes de los refugiados –los otros, los que viven en otro mundo- huyendo, pasando hambre, llorando, cargando con sus hijos. Jane Teller nos zarandea y nos obliga a meternos en el ojo del huracán, a mirar a la cara el drama de los que huyen de la guerra. Yo he terminado de leerlo con un tremendo dolor de barriga. Ahora, dime. Tú eres el que tiene que sobrevivir. Tú eres el que no tienes casa ni trabajo ni familia. Y entonces, ¿te gustaría que te ayudaran? 

martes, 10 de mayo de 2016

Koko. Una fantasía ecológica


La historia de la niña alegre y despistada que perdió su cola y viajó al mar a buscarla y de las aventuras que corrió junto a Miércoles, el niño más guay de Ciudad del Boom. Koko es una niña con cola que vive ajena a la transformación sufrida por el mundo después de la Gran-Gran Crisis. Cuando un día pierde su querida cola, Koko se lanza a buscarla y descubre que la naturaleza casi ya no existe, y que el hombre ha perdido la conexión con sus sueños. Pero Koko está resuelta a encontrar su cola y en su camino se topará con los más increíbles personajes y las más extraordinarias aventuras.Una historia que crea un universo de fantasía nuevo y original, destinado a convertirse en un clásico de la literatura juvenil.
Una niña con colita –atrás, como la de los animales- sirve de excusa para armar una fábula ecologista, un canto colorido en favor de la Madre Tierra, una tierna aventura sobre una niña que se empeña en salvar la Naturaleza. Es Koko, así se llama la novela y también la protagonista, que se presenta como la gran apuesta de la editorial Oceáno Gran Travesía para esta temporada, en un intento por ofrecer a los lectores más jóvenes una estimulante combinación de literatura y compromiso, de entretenimiento y enseñanza, de aventuras y Medio Ambiente. Esta novela verde –en el buen sentido- está escrita por Ana Belén Ramos y arranca con un hecho curiosísimo: una mañana Koko pierde su cola y empieza una aventura para encontrarla que la llevará por diferentes paisajes de un mundo que agoniza. La historia, que además viene aderezada con ilustraciones, está recomendada para lectores a partir de nueve-diez años.
             ¿Se imaginan un bosque con árboles de plástico que, por supuesto, dan frutas de plástico? ¿Se imaginan que los humanos han olvidado el sabor de las verduras porque llevan años sin probarlas? ¿Se imaginan que los paisajes han dejado de ser verdes? En esta novela ya pasa algo así: ése es el nivel de destrucción al que ha llegado la Humanidad. Y Koko, en ese viaje que emprende para encontrar su colita, se topa de frente con esta situación y decide hacer algo para remediarla junto con un secundario de lujo, su amigo Miércoles. A pesar de lo tremendo del planteamiento, es una novela perfectamente adaptada para los jóvenes y en la que la autora no se anda por las ramas: el cuidado de la Naturaleza exige el compromiso de los humanos. La protagonista, esa niña-con-colita que abandona su montaña en la que ha estado aislada toda su vida, combina de una manera equilibrada la inocencia y la valentía, la seriedad y el humor, y además, representa a esa nueva generación de jóvenes que lucha por sus valores y por el entorno en el que crecen.
            Koko se enmarca dentro de esas novelas que narran un camino iniciático (un viaje físico, pero también emocional y de maduración): durante el trayecto se topa con personajes curiosos, con momentos de peligro, con realidades desconocidas que la asombran. Aunque pueda parecer algo abrumador al principio, el lector se enganchará a las aventuras de este personaje tan original y será capaz de seguir el argumento, vertiginoso, con varios giros curiosos y con un ritmo muy bien conseguido. La autora es capaz, la mayoría de las veces, de levantar imágenes, y de conseguir que esos paisajes que ella imagina sean también los que imaginamos nosotros. El estilo no debería plantear ningún problema para su público objetivo y tampoco para los adultos, que también pueden acercarse a esta novela ecológica. Ah, y un aplauso, cómo no, a las ilustraciones de María González, que actúan de complemente perfecto.
        Los jóvenes están de enhorabuena gracias a historias con enjundia como éstas. Koko usa la literatura para hablar de los problemas actuales –es la palabra útil, poderosa- y para alertar de que nos estamos cargando el planeta, de que se muere sin que los humanos hagamos nada por evitarlo. Esta novela es entretenida porque no le faltan ni el humor ni las sorpresas, es un estimulante ejercicio de imaginación, es un zarandeo a las conciencias. Y además, nos regala un mensaje de esperanza que deberán recoger los niños del ahora, los adultos del futuro. 

miércoles, 4 de mayo de 2016

El crimen de Orcival


Se ha cometido un asesinato en los terrenos del Castillo de Valfeuillu, propiedad del conde de Trémorel. Dos cazadores furtivos han encontrado el cadáver de su esposa Berthe sumergido en un cañaveral. Mientras la policía local de Orcival está convencida de haber encontrado a los culpables y da por concluida su línea de investigación, llega un policía especial de la Sûreté de París, el inspector Lecoq, que se hace cargo del caso. El astuto detective inicia su propia investigación —caracterizada por el constante uso del método deductivo— recolectando pruebas, estudiando exhaustivamente el escenario y las posibles circunstancias del crimen, entrevistando a los testigos y analizando los posibles móviles de los sospechosos El crimen de Orcival (1866) —obra maestra de Émile Gaboriau que constituyó un éxito sin precedentes en el momento de su publicación— nos envuelve desde la primera escena en una atmósfera de suspense creciente que nos conduce a través de un vertiginoso recorrido de deducciones y suposiciones.Conspiraciones, sospechas, mentiras, chantajes, documentos secretos, celos, adulterio… todo debe pasar por el tamiz de la mente deductiva de Lecoq, convirtiendo la novela en una suerte de thriller de perfecta factura que mantiene en vilo al lector hasta la última página.
Puede resultar raro para el lector actual que un asesinato sangriento se resuelva sin la luz ultravioleta, sin las pruebas de ADN y sin esos ordenadores modernísimo que aparecen en CSI. Hubo un tiempo en el que bastaban los ojos y la deducción, en la que la lógica y los testigos parecían ser las única herramientas para encontrar al asesino. Y esto lo hace todo más emocionante y es más, aquí reside uno de los elementos más estimulantes de esta novela, El crimen de Orcival, escrita por Émile Gaboriau, y que la editorial D’Época recupera en su colección Misterios de Época con una edición ilustrada impecable, que nos lleva hasta finales del siglo XIX para contarnos la historia de un extraño asesinato, una desconcertante desaparición y un detective, Lecoq, al que no se le va un detalle y que se hace cargo de la investigación para ponerlo todo patas arriba. Y no hay forma de resistirse: la ambientación, el crimen y, cómo no, el protagonista provocan una hipnosis inmediata.
            Cualquier lector avispado sabe que el detective Lecoq, que ya había aparecido como personaje secundario en una novela anterior del autor, va a ser un pilar fundamental en el desarrollo de la historia y en la resolución del crimen. Lo es –no les estoy haciendo ningún spoiler- y no sólo porque apele continuamente a la observación, a la inteligencia y a la deducción sino por un carisma muy particular. Se trata de un protagonista con peso, con estilo y que se mueve con soltura por un escenario difícil donde nadie es lo que parece. El autor, además, y fíjense qué visionario, nos ofrece a los habitantes del siglo XXI una novela ágil y con un ritmo cuidadísimo, repleta de diálogos; nada que ver con la densidad imperante en la época.
            El crimen de Orcival tiene una estructura peculiar, y que funciona como un reloj: la primera mitad, nos presenta el crimen, al protagonista y los posibles culpables; y en la segunda, nos cuenta la historia de por qué los asesinos actúan como actúan, y y entonces, aparecen los amores, las traiciones, los celos y las venganzas. Puede ser leído como una novela negra, y también como una pasional, de grandes afectos, de dramas tremendos, de odios imposibles. El estilo no se convierte en ningún momento en un obstáculo: tiene el sello de la época en la que fue escrito, pero es cercano y asequible.
            El crimen de Orcival corrobora lo que la editorial D’Época viene haciendo –y de una forma exquisita- desde sus inicios: la recuperación de esas novelas decimonónicas que gozaron de gran popularidad en su tiempo, pero que ahora son auténticas desconocidas. Y esta historia es una prueba de ello. Igual que hay lectores para cada libros, también hay libros para cada editorial. Y está claro que D’Época ha sabido cogerle el punto a estas novelas. Esta historia del detective Lecoq se recibe, un siglo y medio después de haber sido escrita, como una mezcla equilibradísima de misterio, de romance y de sorpresa. Y además, leer con una encuadernación tan buena, multiplica el placer literario. El crimen de Orcival es, y con esto lo digo todo, un acierto, una de esas novelas de intriga que consiguen plenamente su objetivo: intrigar al que lee, hacerlo partícipe de la trama.