El antaño flamante director de recursos humanos Alain Delambre ha perdido toda esperanza de encontrar trabajo y se siente cada vez más marginado. Cuando una empresa de reclutamiento decide al fin considerar su candidatura, está dispuesto a todo con tal de conseguir el empleo y recuperar su dignidad, desde mentir a su esposa hasta pedirle dinero prestado a su hija para poder participar en la prueba final del proceso de selección: un simulacro de toma de rehenes. Alain no escatima medios para preparar a fondo su candidatura. Si descubre que los dados están trucados, la ira acumulada en años de desagravios no tendrá límites... Y el juego de rol podrá convertirse en un macabro juego de muerte.
Si algunos pensáis que el trabajo os está volviendo locos –las manías del jefe, las jornadas larguísimas, el compañero trepa– eso es que no sabéis hasta qué punto pueden perder la cabeza los parados, los que, después de muchos años y muchos currículums, siguen sin encontrar un empleo. Y no nos referimos a la desesperación o la desesperanza, o a estar deprimido. No, sino a perder literalmente la cabeza. Pues de esto justamente es de lo que va a hablarnos el popular escritor francés Pierre Lemaitre en su última novela, Recursos inhumanos, que publica Alfaguara y en la que se atreve a contar el drama de un alto ejecutivo, cincuentón, que lleva varios años sin trabajo –sobreviviendo con puestos mal pagados– y que decide saltarse sus límites e incluso sus principios para conseguir su objetivo: ser un miembro útil en el tejido productivo de su país. Esta historia camaleónica, a veces novela negra, a veces thriller, otras novela psicológica o casi comedia, se surte de una premisa casi surrealista para construir un retrato originalísimo y actual, absolutamente aterrador, sobre la situación económica y laboral del primer mundo.
Alain
Dechambre no aguanta más. Está a punto de cumplir sesenta años, pero cobra una
cuarta parte de cuando tenía treinta. Tiene edad para prestarles dinero a sus
hijas para la entrada de un piso o para unas vacaciones, pero son ellas las que
se hacen cargo de los gastos inesperados. Debería estar tranquilo y disfrutar
de los años trabajados, pero está angustiado, insomne, malhumorado. Los que le
quieren le dicen que está sobrado de experiencia, pero las empresas sólo buscan
juventud. Él quiere que alguien le dé un trabajo y los demás sólo le dan
consuelo: “todo cambiará, ya verás, esto es una fase, aprovecha para descansar”.
Y pasan los años. Él ha perdido la paciencia y casi la ilusión. No está
dispuesto a quedarse de brazos cruzados mientras el sistema capitalista –ese gran
monstruo que es como una apisonadora- se carga todas sus aspiraciones, todas
sus metas como pequeño burgués, y lo reduce a un marginado. No, no y no. Y es
este personaje, que es una bomba de relojería o una tormenta perfecta, el eje
absoluto de esta historia sobre el desempleo y la desesperación, sobre la
expulsión de los mayores de 45 años del circuito laboral, sobre la crueldad de
este mundo que hemos construido. Y sí, todos somos lectores y cómplices.
También víctimas.
“Para
los que no lo sufren, el paro es sólo un ruido de fondo”, dice el protagonista.
Tiene razón. Son unos números, un escenario triste. Y éste es quizás uno de los
grandes aciertos de Pierre Lemaitre –qué agudo, qué estimulante-: conseguir que
todos seamos capaces de meternos en la mente (negra) y en el pozo (hondo) de un
desempleado que apenas tiene posibilidades de reengancharse en el mercado
laboral. El autor retrata con una lucidez indiscutible –como un fogonazo de luz-
esa angustia doméstica que desemboca en una pérdida absoluta de los papeles: ¿hasta
dónde está dispuesto a llegar un hombre desesperado? ¿Cuáles son sus límites?
Ninguno, posiblemente. Y ahí arranca una escalada de violencia, de mentiras, de
estrategias y de manipulación absolutamente inesperada y peligrosísima que hace
de Recursos inhumanos una lectura
taquicárdica. Insisto: nunca el surrealista –dar una o veinte vueltas de
tuerca- había servido tan bien para reflejar una realidad cruel, casi
invisible. El estilo de Pierre Lemaitre, como ya nos tiene acostumbrados, es
fluido y útil, y su visión es la de un gran observador, la de un analista lúcido.
La de un hombre con pulso.
Recursos inhumanos es una lectura
imprescindible en estos momentos convulsos, es casi una hoja de ruta sobre cómo
perder la cabeza, los estribos y la esperanza. ¿Puede un desempleado ser un
héroe nacional? ¿Puede un desempleado sacar pecho? Aquí tenemos la historia de un
hombre, que podría ser cualquier hombre, que se ve obligado a reaccionar ante el
sistema. David contra Goliat, el pez pequeño contra todas las orcas asesinas
del océano. Pierre Lemaitre vuelve a hacer un ejercicio de inteligencia, de
humor y de absoluta sorpresa. Supongo que ha quedado suficientemente claro:
leerlo es una delicia, o más que una delicia. Es una experiencia casi tan
satisfactoria como la de encontrar trabajo.
Hola!
ResponderEliminarHe ido directa a tu conclusión porque compré el libro en cuanto salió y tengo previsto leerlo pronto.Pero me quedo con que es una delicia su lectura.
Un beso
Jajaja. Ay, pues ya me contarás cuando lo leas. No te preocupes: nunca hago spoilers en las reseñas. Un beso.
EliminarMe atrae mucho este libro por los temas que toca. Y por lo que cuentas, lo hace con gran acierto. Caerá, no sé cuándo, pero caerá.
ResponderEliminarBesotes!!!