«Mi amor por ti es absolutamente verdadero, vívido e inalterable», le escribió Vita Sackville-West a Virginia Woolf en una de las muchas cartas que se intercambiaron. Tomando como punto de partida una de esas cartas íntimas y los datos biográficos de los que disponemos, Pilar Bellver ha construido una novela extraordinaria en todos los sentidos: por su deslumbrante su calidad literaria, por su raro y perfecto mestizaje entre ficción y documentación y por la osadía del reto creativo al que se enfrenta como autora al atreverse a dotar de cuerpo y de voz tanto a Virgina Woolf, una de las escritoras más influyentes del siglo XX, como a su amante, Vita Sackville-West, también escritora y quizá la aristócrata más famosa de la Inglaterra de su época. Una mujer con una personalidad arrolladora capaz de enamorar a Virginia y de inspirar en ella un personaje tan carismático y poliédrico como Orlando.
Muchos nos aprendimos de memoria –a base de ver
la película Las horas– esa carta que
Virginia Woolf, interpretada por una Nicole Kidman con una nariz falsa, le
dejaba a Leonard antes de ahogarse en el río: “Queridísimo, tengo la certeza de que otra vez me estoy volviendo loca (…)
y esta vez no me repondré. Empiezo a oír voces y no puedo concentrarme. (…) Me
has dado la mayor felicidad posible”. Esas palabras que muchos recitamos
casi como un himno son emoción pura y bruta, son sangre, piel y desgarro, la
triste despedida de una mujer cansada. Y el eco de esas palabras, el sonido de
la voz de la autora de La señora Dalloway,
es la que, como si fuera un milagro, resuena en las páginas de A Virginia le gustaba Vita, una novela
publicada por la valiente editorial Don Bigotes en la que Pilar Bellver ha
hecho un trabajo asombroso para recrear la historia de amor-pasión-obsesión
entre Virginia Woolf, la escritora feminista por excelencia, y Vita
Sackville-West, la lesbiana oficial de la aristocracia inglesa, las dos casadas,
a principios del siglo XX. “Si te tenía
miedo, ahora te tengo terror pánico. Me habitarás, me colonizarás (imperial de
ti) y yo estaré perdida. Lo sé. Pero no debería hablar en futuro: ya me has
invadido con un solo beso. Qué será si te dejo continuar y me abro a tus
caprichos”, dice la Virginia ficticia a su recién estrenada amante.
Hay
algo maravillosamente desconcertante en esta historia que, como digo, imagina
la correspondencia que intercambiaron estas dos mujeres durante el tiempo en el
que la atracción entre ellas fuera arrebatadora, insoportable, casi doliente; y
es el innegable talento de la autora para darle voz a Virginia Woolf, para ser
capaz de tomar prestado su amor y de ponerle palabras desde el desgarro y la
desesperación, desde la absoluta necesidad. Para los que adoramos sin reservas
a la escritora inglesa, este libro es casi como una aparición, como si la
mismísima Virginia hubiera tomado forma de fantasma y nos fuera relatando los recovecos
de su pasión, ésos que sólo podemos imaginar porque no quedó constancia documental
de ellos. Sólo hay una forma para conectar con esta escritora de esta forma y
es conocerla al dedillo, entender su postura de estar en el mundo –colocarse,
fíjense, en ese alambre sobre el abismo que era su frágil cordura-, interiorizar
ese amor que era sólo fuego, empatizar con esa necesidad que tenía de estar
tranquila, silenciosa y a la vez de vivirlo todo, de sentirlo todo. Removido y
conmovido, me rindo ante esta historia de amor mayúsculo.
Ha
elegido Pillar Bellver una supuesta correspondencia como el vehículo para ir
acercándonos a ese amor-candela. Y en esas cartas que se van intercambiando
está no sólo el germen y la explosión de su deseo prohibido –las dos eran muy
conocidas en la sociedad inglesa de la época– sino también la importancia de la
palabra para nombrar las cosas, para hacer que los conceptos abstractos (las emociones,
las desesperaciones, los desvelos) puedan expresarse y compartirse. Y aquí la
autora lo hace de una forma magistral: su prosa, sobre todo la que le presta
voz a Virginia, es de un lirismo demoledor, de una belleza incuestionable, se
parece a la forma de contar las cosas de la autora de Una habitación propia. La novela está sembrada de notas al pie de
página donde Bellver nos aclara, nos cuenta, nos instiga a seguir investigando,
a seguir conociendo, porque si hay algo que sustenta esta historia, aparte de
la emoción, es el conocimiento, las horas de trabajo que hay detrás. Se notan y
se agradecen. Es por esto que la segunda parte de A Virginia le gustaba Vita tiene una vocación claramente pedagógica
en el que la escritora-narradora, en un ejercicio metaliterario, le va revelando
a su sobrina las curiosidades, las entrañas y los laberintos de estas dos
mujeres, que deben entenderse dentro del momento histórico en el que se
encuentran. Se agradece este apéndice porque permite llegar a rincones a los
que esa relación epistolar no llegaba: contextualiza el amor, contarnos el
paisaje que las rodeaba y que va desde las travesuras del Círculo de Bloomsbury
a la amenaza de Hitler.
A Virginia le
gustaba Vita y a mí me gusta Pilar Bellver y la editorial Dos Bigotes
porque este trabajo no se podía haber hecho con más tino, con más pasión, con
más fuego. La correspondencia amorosa de estas dos mujeres –qué guerreras, qué
frágiles- deja sin habla y casi sin respiración porque hace un retrato de esta
relación minucioso y vivo, siempre palpitante. Hay verdad (o lo parece) en las
páginas, y lo mejor es que, si leo en voz alta, escucho a Virginia, a la
Virginia Woolf que admiro y a la que tanto busco en sus libros. La autora
emociona y enseña; turba e instruye. Y uno tiene que haber amado así, aunque
sea sólo una vez, para entender esos amores, para envidiar esa locura, para
gritarles ¡Bravo! a esas dos mujeres
No lo conocía pero tampoco sé si me llegaría a gustar, aun así gracias por la reseña.
ResponderEliminarUn beso
No conocia el libro pero tampoco me termina de llamar, asi que lo voy a dejar pasar.
ResponderEliminarSaludos
No me sonaba de nada. Y por lo que cuentas, creo que me gustaría mucho este libro.
ResponderEliminarBesotes!!!
Hola,
ResponderEliminarEstoy enamorada de la relación de estas dos mujeres tan interesantes; supe del tema por Retrato de un matrimonio y espero leer pronto este libro, además de que he oído algo acerca de una adaptación al cine que me tiene muy intrigada.
Besos.
Buena entrada! Me dieron ganas de leer el libro. No lo conocía tampoco. Es muy interesante conocer las historias de vida de los escritores, más si los admiramos mucho. Buen blog! Te tengo en mis webs amigas. Saludos!!
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