domingo, 17 de septiembre de 2017

Los Mandible


Prósperos y sofisticados, aunque también disfuncionales, los Mandible esperan la herencia del nonagenario patriarca. Pero como fallece en plena crisis, la lluvia de millones con la que contaban hijos y nietos se disipa en el aire. Y los miembros de esta familia de clase alta se ven envueltos en situaciones para ellos inauditas: Carter, incapaz de afrontar el pago de la residencia de su senil madrastra, se ve obligado a acogerla en su casa; Avery se indigna porque ya no puede permitirse comprar aceite de oliva; su hermana Florence tiene que alojar a familiares que se han quedado sin hogar en su pequeño apartamento; a Nollie, escritora que ha vivido felizmente expatriada en París, no le queda más remedio que regresar a un país que le resulta irreconocible... Sólo la generación más joven, representada por el adolescente Willing, bicho raro y economista autodidacta, es capaz de buscar salidas imaginativas a la crisis.

Los que dicen que el amor mueve el mundo es que no han leído Los Mandible. Una familia: 2029-2047, publicada por Anagrama y escrita por Lionel Shriver, que ya nos dejó a todos boquiabiertos con Tenemos que hablar de Kevin. Esta vez no tenemos que hablar de Kevin sino de economía, de dinero y de bienestar. Imagínense la situación: el dólar se ha derrumbado, la gente ha perdido sus ahorros o no puede disponer de ellos, los padres sacan a sus hijos de las universidades porque no tienen recursos, los salarios son tan bajos que los chinos fabrican en América, no hay suficiente agua para todos, una col en el supermercado vale 30 euros, ha cerrado Amazon y el New York Times, los libros sólo existen en el recuerdo y en las estanterías de algunos nostálgicos, Estados Unidos es mayoritariamente latina y habla español, los más jóvenes no saben escribir sus nombres a mano, y esto por nombrar sólo algunos datos de ese futuro que imagina Shriver y en el que la economía se ha ido al traste y nos ha hecho a casi todos vagabundos de la noche a la mañana. Se ha acabado la clase media, se ha acabado la seguridad. El futuro es un bosque borrado por la niebla. Porque sí, porque lo que realmente mueve el mundo moderno es el dinero.
            Lionel Shriver sabe cómo meter el dedo en la llaga, cómo hacer que la literatura desestabilice al lector, algo así como obligarte a atravesar un puente endeble por encima de un barranco. Y para ello recurre a una distopía en la que imagina un mañana cercano, dentro de doce años, para demostrarnos cómo dependemos del dinero, cómo esta sociedad se lo ha jugado todo a una carta, cómo la economía global –esa que nosotros no controlamos, ésa que se decide en los despachos– no sólo maneja nuestras vidas sino que tiene el poder de destrozárnoslas sin previo aviso. Y conocemos a los Mandible, una familia típicamente anormal que se da cuenta que se van a quedar sin la herencia del Gran Hombre (agente literario, por cierto) después de que el presidente americano, el latino Alvarado, haya decidido reiniciarlo todo y hacer que desaparezcan los ahorros de los ciudadanos. Así de duro. Para sobrevivir, los miembros de la familia acabarán todos bajo el mismo el techo y de esta forma, Los Mandible se convierte en una novela de terror por una razón muy sencilla: porque asistimos a la decadencia del ser humano, a cómo reaccionamos cuando nos quitan la seguridad, cuando lo único que importa es sobrevivir. Y así nace el racismo, el odio, las ganas de eliminar al otro; las rencillas, las angustias y la claustrofobia. Terror en estado puro en el que el monstruo es algo invisible que no se puede controlar: la economía.
            Lionel Shriver vuelve a ponerse el disfraz de narradora mordaz, de crítica irónica, con esa mirada tan suya capaz de ridiculizar al ser humano casi sin quererlo. Su estilo, contundente, con cierto abigarramiento, se pone al servicio de la historia. No hay prisas por contar, no hay ansias por que la trama avance. Se trata de observar, de dejar que los personajes actúen, y eso lo hace de maravilla. Los miembros de la familia Mandible se van definiendo a ellos mismos a medida que van saliendo –o los van echando- de su zona de confort hasta que pierden la cabeza, hasta que se dejan llevar por las pasiones, por las malas. En este libro son especialmente delicados los diálogos, porque a veces pecan de ser demasiado explicativos, como si los propios protagonistas supieran que alguien (el lector) los está escuchando-leyendo y tienen que dejarlo todo claro, clarísimo, para que no se pierdan, para que lo entiendan todo. Es quizás la parte más artificial. No hay de qué preocuparse: su virtuosismo descriptivo, su capacidad para contar los detalles sigue intacta, brilla más que nunca.
            ¿Y si el futuro fuera lo que ha imaginado Shriver? ¿Y si aún estuviéramos a tiempo de hacer algo? ¿Y si por el contrario lo único que nos queda es rezar para que nada cambie o para que todo esto estalle lo más tarde posible? Y todas las respuestas podrían estar en Los Mandible, esta historia sobre una familia en un escenario apocalíptico en el que el dinero es el único dios vivo y la única religión útil. Ya lo he dicho antes: literatura de terror en estado puro porque no hay nada más escalofriante, nada más paralizador que ver en lo que nos estamos convirtiendo y sospechar que nada se puede hacer por cambiar. Una novela sobre la ansiedad y la inestabilidad, sobre el infierno que supone no saber qué nos traerá el futuro (económicamente), sobre dejarnos desnudos en la jungla. ¿Podré vivir? ¿Tendré pensiones? ¿Y si me quedo sin nada? Lionel Shriver lo ha vuelto a hacer. ¿El qué? Dejarnos boquiabiertos, diseccionar lo que somos, quitarnos el aire en mitad de la lectura. Y nos enfrenta a un mundo, el que estamos construyendo, que vive un nuevo crack del 29.

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