martes, 4 de agosto de 2015

Número cero


Un tal Colonna, un tipo de unos cincuenta años, recibe en abril de 1992 una extraña propuesta del señor Simei: convertirse en subdirector de un periódico que se va a titular ‘Mañana’ y que de alguna manera va a adelantarse a los acontecimientos a base de suposiciones y mucha imaginación, sin reparar casi en el límite que separa la verdad de la mentira, y chantajeando de paso a las altas esferas del poder. El periódico tendrá un talante popular y un estilo muy cercano al público lector: frases simples, resultonas, que atrapen la atención de quien quiere enterarse de las cosas pero no está dispuesto a pensar. Todo parece ir sobre ruedas hasta que aparece un cadáver tendido en una callejuela de Milán, y un amor discreto cambian el destino de nuestro héroe.
 Umberto Eco, el reputado intelectual italiano, experto en semiótica y comunicación, el que quiso demostrar que era capaz de escribir un best-seller –suyo es El nombre de la rosa- siguiendo la receta clásica, el que de vez en cuando desconcierta a sus lectores con historias tan peculiares –y al alcance de muy pocos- como El cementerio de Praga vuelve a hacerlo. ¿A hacer qué? A quedarse con nosotros. A hablar con una lucidez incontestable sobre el antiperiodismo, sobre el papel de los medios de comunicación en la sociedad actual, sobre la frontera entre la verdad y lo que no lo es. A darnos una novela que parece un ensayo y que nos mantiene a ratos en vilo, sin imaginarnos qué nos espera en el siguiente capítulo, algo así como caminar por un terreno desconocido con una venda en los ojos. Umberto Eco, en definitiva, vuelve a hacer lo que le da la gana. Aquí, en Número Cero, publicada por Lumen, arranca con una máxima interesantísima: la puesta en marcha de un periódico que no contará lo que ha pasado sino lo que pasará, basándose en la lógica, en la invención y en la locura. Y esto le sirve de excusa para hablarnos de lo que deberíamos saber: «Vivimos en la mentira y si sabes que te mienten, entonces debes vivir instalado en la sospecha» (p. 43).
            La crítica de que los medios de comunicación nos dominan, crean nuestra realidad, y nos dicen qué y cómo pensar no es nueva. De hecho, es uno de los argumentos indispensables para dárselas de inteligente y libre en cualquier cena con amigos. Sí es nuevo la forma que tiene el señor Eco –no me atrevo a llamarlo de otra forma- de mostrarnos la perversa actividad que se esconde bajo eso que llamamos periodismo y que, por ejemplo, nos acerca a los debates sobre las noticias (que no se buscan, se crean), sobre esos momentos en los que no compensa publicar ciertas informaciones, sobre cuando hablan de temas que no interesan y que no comprende la ciudadanía -¿quién sabe lo que es el Ibex, la prima de riesgo y todas esas cosas?- y, sobre todo, sobre ese ente invisible pero presente que parece gobernar todas las redacciones y al que no se le puede enfadar porque es el que pone el dinero. Y el dinero manda. Y la lista de preguntas es interminable: ¿en un medio de comunicación se debe usar bien las palabras o usarlas como las conoce la ciudadanía? Aquí pone el ejemplo del Ojo del huracán: es una zona tranquila, aunque se use para decir que uno está en un embrollo complicadísimo. ¿En vez de coño podemos decir parte externa del aparato genital de la hembra?
            Umberto Eco firma una guía divertida y terrorífica sobre el antiperiodismo, sobre la política y sobre esa masa en la que se han convertido los receptores –a los que hay que tratar como si tuvieran 12 años-. Esta novela, que se acerca peligrosamente al ensayo, tiene un nicho muy concreto de lectores: los que están interesados en los medios de comunicación, los incondicionales del italiano y los amantes de las teorías de la conspiración internacional. La narración, y os lo aviso, no es fácil, porque a ratos se vuelve farragosa, pero todo forma parte de ese juego que Eco propone.
            Número Cero nos demuestra que el periodismo no sirve sólo para informar. Y Umberto Eco recurre a la ficción para denunciar, para ponernos frente a una realidad que parece que hemos aceptado. Esta novela, a pesar de sus estériles divagaciones, es como un zarandeo, un recordatorio útil sobre la sociedad que hemos construido. Y como dice el cura de mi pueblo: el que tenga oídos, que oiga. Y como dice el autor: Pues eso, nos engañan, lo sabemos, pero ponemos vivir con ello. "Nada puede turbarnos ya. La vida es llevadera, basta con conformarse".

7 comentarios:

  1. Parece interesante, no es de esos libros top que me encantarían.. pro no pinta mal
    de momento lo apunto
    un besito

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  2. Cuando recien salio acá en México tuve la oportunidad de obtenerlo pero deje pasar la oportunidad, y creo que me siento mal por ello. este libro parece ser muy bueno, tendre que conseguirlo

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  3. No me llama nada este autor aunque quizá este libro sea de los que más curiosidad me pica. Si se cruza en mi camino lo leeré. Un beso!

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  4. No me llama la atencion este autor asi que dejo pasar el libro.

    Saludos

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  5. Llevo viendo este libro en la librería todo el verano y la verdad es que me llama la atención y ahora después de leer tu reseña mucho más.
    Lo tendré en cuenta para próximas lecturas. :)

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  6. Hola!!! de Umberto Eco no he leido todavia nada, pero tengo pendiente El nombre de la rosa, porque he leido muy buenas criticas. Este libro me ha llamado la atencion tambien, asi que me lo apunto para despues. Gracias por la reseña
    Por cierto, acabo de descubrir tu blog, y ya te sigo y te invito a visitar mi blog
    Un abrazo

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  7. ¡Hola!
    Empecé y abandoné El nombre de la rosa por pura vagancia, pero tengo muy claro que este va a ser mi primer libro de Umberto Eco. Me llamó cuando salió, tanto por la portada, como por la sinopsis y, por supuesto, el título.
    Gracias a la reseña me autoconvenzo más de qué va a ser un grata lectura.

    Un beso y me quedo por aquí ^^

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