Hay lecturas de las que hay que reponerse, igual que de un susto monumental o de una aparatosa caída. Tres días después de haber terminado este libro, sigo oyendo cómo sangra la herida. En este proceso estoy ahora mismo: en el de rehabilitación, volviendo a la normalidad poco a poco, recuperando los sentidos del gusto y del tacto, después de leer –con muchísima pasión– este ejercicio autobiográfico de Édouard Louis llamado Para acabar con Eddy Bellegueule, que publica la editorial Salamandra y que construye, desde una extraordinaria lucidez, un crudo relato sobre la infancia y la homofobia. Édouard Louis es, o más bien era, Eddie Bellegueule, ese joven que, ya lejos de su familia, de su pueblo y de sus acosadores, cambió su identidad. El nombre, dice él en una entrevista, era algo que tenía que cambiar si quería ser feliz."El rechazo que yo sentía por ser diferente era tan poderoso que condicionaba mi visión del mundo. Pero de lo que me interesa hablar es de la violencia, porque cuando llegamos a este mundo se nos etiqueta: eres marica, negro, judío, árabe, mujer, provinciano…”. Para acabar con Eddy Bellegueule es una novela autobiográfica que narra los sufrimientos de un niño amanerado en un pequeño pueblo del Norte de Francia que terminan, con sólo 16 años, con una huida definitiva con la que deja atrás su casa, a sus padres y a sus agresores. «Antes de que me alzara contra el mundo de mi infancia, el mundo de mi infancia se había alzado contra mí. Para mi familia y los demás, me había convertido en una fuente de vergüenza, incluso de repulsión. No tuve otra opción que la huida. Este libro es un intento de comprenderla.»
«No tengo ningún buen recuerdo de mi
niñez». Así, con un puñetazo en las costillas, arranca esta novela narrada
desde el yo y perteneciente a ese género tan curioso de la literatura
autoficcional donde el autor revisita su infancia y comparte los recuerdos que
le quedan de su vida en esa pequeña localidad con más de un 13% de paro y donde el
Frente Nacional –la ultraderecha– saca casi un 50% de votos. Y es en este
escenario de pobreza económica y también cultural –«leer es de maricones», le recordaban continuamente– donde crece
Eddy, entre las burlas, las vejaciones y las palizas de todos los que le
rodean. «Deja de darte esos aires, Eddy. ¿Por
qué haces esos aspavientos de loca? Pareces una putilla», le decía su
padre, ese hombre al que el autor presenta metiendo gatitos recién nacidos en
una bolsa de basura y estrellándola contra el suelo. La madre no se queda atrás
en esa brutalidad tan primitiva: «La gente se ríe de ti a tus espaldas y yo la
oigo, y además deberías ventilarte los sesos y salir con chicas». Y hay rencor
en este libro, por supuesto, pero también dolor, y unas ansias inagotables de entender todo el sufrimiento.
Llega Para acabar con Eddy Bellegueule a España precedido por la polémica en Francia, donde ya ha vendido más de
250.000 copias y ha convertido al autor, de 23 años, en una de las jóvenes
promesas de la literatura nacional. La madre, que apareció por sorpresa en
una de las charlas de su hijo, negó que los hechos descritos en el libro se
ajustaran a la realidad y gritó: «Pero ¿qué te hemos hecho para que nos trates
así?». El nuevo Edouard Louis sabe que una reconciliación con su familia es imposible y está convencido de que hay que mostrar la violencia con toda su dureza si se quiere cambiar.
Y vaya si lo hace. Se sirve de una prosa limpia y sonora, donde ninguna página
es en vano, para relatarnos algo horrible: la normalización del martirio, un
niño que termina acostumbrándose a las burlas y a las palizas por sus modales
afeminados. La respuesta entre los lectores ha sido inmediata: ha recibido
miles de cartas en las que le cuentan que ellos han vivido exactamente lo mismo.
Y es justo reconocerle al autor su
valentía, esa obstinación por mostrarle al mundo sus vergüenzas, sus humillaciones diarias. La historia en sí pone los vellos de
punta, pero ¡vaya con el talento de Edouard
Louis! Este joven tiene un don, sólo hay que comprobar cómo combina un
registro preciosista con otro más común, el de la calle, el de sus padres y sus vecinos, para enfrentar esos
dos mundos, el suyo con el de su entorno. Os advierto de que la lectura es, a ratos, insoportable, siempre
incómoda, porque es una historia que nos habla, al fin y al cabo, de la
necesidad de amor, de sentirse aceptado y de la pertenencia a un grupo. Y eso
es lo que intenta Eddy Bellegueule durante mucho tiempo: salir con chicas, emborracharse con sus
pocos colegas, no gesticular demasiado… pero sus deseos van por otro sitio.
Bienvenidos
a la lectura del rubor, y no sólo porque conocemos de primera mano una
infancia desgraciada, sino porque es la prueba de lo que hemos construido como
sociedad. Para acabar con Eddy
Bellegueule trabaja con la autoficción para construir uno de los retratos
sobre la homofobia más veraces que he leído. Y no es un libro para gays sino
para los que rechazan la violencia. Con un estilo maduro y tremendamente efectista, narra con
extraordinaria cercanía una historia de dolor, con esa capacidad tan de Dickens o de Zola de hablarle a la realidad de tú a tú. La literatura cumple
también esta función, la de recordarnos que todavía hay cosas por cambiar, la de hacer
visibles las pequeñas grandes tragedias. La
literatura siempre ha tenido el poder de liberar a través de las palabras.
Uf, parece una lectura interesante, pero demasiado dura...
ResponderEliminarDurísima, pero maravillosa... Ya me dirás si te atreves con ella.
EliminarHabía oído hablar de él por la película, pero no conocía la novela. Queda apuntadísima desde ya.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Avísame cuando lo leas y lo comentamos muchísimo... Un beso.
EliminarYo, desde que salió en mi lista de novedades le eché el ojo. Ahora además me lo llevo ;)
ResponderEliminarPues llévatelo, llévatelo, llévatelo...
EliminarPinta muy bien, estoy un poco desconectada de las novedades y publicaciones pero me lo apunto para leerlo pronto.
ResponderEliminarGracias por la info
Besos guapuras
<3
Un beso fuerte. Apúntatelo en las lecturas prioritarias.
EliminarMuy duro este libro. No me importaría leerlo, pero habrá que elegir el momento adecuado.
ResponderEliminarBesotes!!!
Durísimo. Elige el momento y léelo, ya verás. Un beso fuerte.
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