Radio España Independiente, la emisora del Partido Comunista de España, fue el más potente altavoz del antifranquismo entre 1941 y 1977. Durante estos años, el programa "Correo de La Pirenaica" dio lectura a las cartas que desde España o desde los países de la emigración sorteaban la censura o las dificultades de comunicación para contar sus experiencias personales y sus anhelos de libertad. Este libro analiza el contenido de las cartas que se han conservado, unas 15.500, e identifica a corresponsales y oyentes, los "ojos y oídos de La Pirenaica", entre los cuales se encuentran antiguos combatientes republicanos, exiliados, expresos, obreros, campesinos, mineros, profesores, amas de casa, escritores y estudiantes. Las cartas de La Pirenaica recogen un largo memorial de agravios, comenzando por los recuerdos dramáticos de la guerra civil y el reguero de fosas comunes, prisiones y vejaciones que dejaron los vencedores. Contienen la peripecia de los inmigrantes que abandonaron sus pueblos, la lucha por la supervivencia en los suburbios, la indignación por la insoportable carestía de la vida y la falta de acceso a una educación digna.
Los derrotados necesitan el consuelo, saber que
no están solos. Los derrotados buscan desahogarse, sentirse de algún modo
acompañados. Los derrotados, los que tienen que callarse y
agachar la cabeza –eso si sobreviven-, los que pierden la esperanza y
también el futuro, reivindican el derecho a lamerse las heridas, a defender un
mínimo de dignidad. Y de esto vamos a hablar hoy, del honor de los que pierden,
del dolor callado de esa media España que se posicionó en el bando ‘equivocado’ durante la Guerra Civil y que se vio obligada a penar durante cuarenta años. Analizamos Las cartas de La Pirenaica, un estudio publicado
por la editorial Cátedra y dirigido por Armand Balsebre y Rosario Fontova, que,
como dice el subtítulo, se presenta como una memoria viva del antifranquismo.
La Pirenaica, para los que no lo sepan, fue la Radio Independiente de España,
la emisora del Partido Comunista y voz de los silenciados durante más de
treinta años. Fue el testimonio detallado del genocidio.
El
22 de julio de 1941 emitió por primera vez la Pirenaica, la radio del Partido
Comunista de España que estaba dirigida por La Pasionaria y que se convierte
enseguida en refugio de los derrotados, de los rojos, de los perseguidos. No es necesario recordar que estaba prohibida en nuestro país y que había que escucharla a escondidas. Los
autores recopilan y estudian hasta 15.000 cartas que los oyentes mandaron durante más de
treinta años a la emisora y que dibujan otra España, la que no se conocía, la que parecía no
existir, pero en la que encontramos testimonios absolutamente desgarradores: se
habla de los paseíllos en los que los soldados del bando vencedor se llevaban a
los rojos y los fusilaban en las tapias de los cementerios, se habla del
hambre, de la cárcel y de las pulgas, se habla de los excesos de los señoritos,
de la represión y las huidas, del estigma de ser rojo. Este ensayo está lleno de muerte –de maridos,
hijos, hermanos con un tiro en la cabeza-, de hambre y de silencio, está cuajado
de sufrimiento, de miedo. Es un documento bestial, sobrecogedor y, a la vez, necesario.
Es
impresionante el trabajo de estos dos investigadores, que han conseguido poner
orden en 15.000 cartas que son 15.000 historias de gente que sufre y que se
jugó la vida para mandarlas a La Pirenaica. Está escrito con
pulcritud y sensibilidad, con una misión clara: enseñar una realidad sucia porque en estas
cartas no están sólo las quejas y el sufrimiento sino también la solidaridad, la comprensión,
el apoyo de los iguales porque ¿quién va a entender mejor un sufrimiento que
otro que está pasando por lo mismo? Era también un servicio público porque, por
ejemplo, usaban la radio para delatar a los chivatos, para alertar de lo que
pasaba en algunos pueblos. Los derrotados fueron valientes, conservaron la última pizca de dignidad para compartir su dolor públicamente, para darse ánimos, para decirles a
otros derrotados que tenían que aguantar.
Las cartas de La Pirenaica es Historia de España, pero
de esa España vencida y abatida, constantemente perseguida, que pasó hambre,
que soñó con huir y que lloró a sus muertos en silencio. Todo en silencio. En este
régimen de opresión, los comunistas, los rojos, los derrotados encontraron en
la emisora comunista, también llamada Radio Verdad, un lugar de encuentro y de
alivio, un lugar en el que alzar la voz, una práctica de riesgo, pero también una necesidad.
Y leer este libro es como abrir el balcón en pleno invierno: la carne siempre
de gallina, el pecho tiritando. El alma, colgando de un hilo. Porque es la
historia de miles de españoles muertos de miedo ante La Bestia. Y uno, ante
estas páginas, siente también el miedo. Siente que La Bestia lo está mirando
desde algún lugar.
Una lectura dura. Habrá que escoger bien el momento para ponerse con él.
ResponderEliminarBesotes!!!
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