jueves, 11 de febrero de 2010

Chocky

Chocky


Hola a todos. La novela que os traigo hoy se titula Chocky, está escrita por John Wyndham y publicada por Minotauro, dentro de su línea Clásicos Minotauro. Con esta obra, Minotauro recupera uno de los clásicos de la ciencia ficción.



Sinopsis (por la editorial):



Al principio, todos creyeron que Mathew tenía un amigo invisible y que un día, simplemente, desaparecería. Y, como muchos padres, los de Mathew esperaron pacientemente a que esta fase acabara, pero empezó a ir a peor. Las conversaciones de Mathew consigo mismo eran cada día más intensas y empezó a hacer cosas que jamás había hecho, como utilizar el código binario matemático para contar. Así, Mathew se vio obligado a hablarles de Chocky: la “persona” que habitaba en su cabeza.





Opinión:



Reconozco que soy poco aficionada a la ciencia ficción, pero cuando leo una joyita sé reconocerla. Chocky es uno de esos clásicos que podría haber leído con 15 ó 16 años (allá por el año 86) pero no sé si esta novela llegó a la biblioteca de mi pueblo.



El planteamiento de esta historia puede parecer curioso. Un niño escucha voces; ¿es solo un juego inocente de niños o quizás es esquizofrénico? Aparentemente las primeras conversaciones son triviales: Las cosas son como son y nada más (…), un día tiene veinticuatro horas y todo el mundo lo sabe. Lo mismo que siete días forman una semana, le contesta Mathew a esta voz. Sin embargo esa voz que habla con Mathew se plantea el por qué no hay semanas de ocho días y meses de treinta y dos días.



Las veces que vemos hablando a Mathew solo van aumentando, así como ciertas habilidades que va adquiriendo. Poco a poco vamos conociendo que esa voz tiene nombre: Chocky. En un principio se presenta como ella, pero no tiene un sexo definido. Pero Chocky no es sólo una voz o un juego infantil.



¿Qué es entonces?


Chocky es una inteligencia extraterrestre que ha viajado por una causa muy concreta. Chocky ha venido como exploradora que hace informes porque necesita un planeta habitable para establecer una colonia. Sin embargo no ha viajado en una nave como cabría pensar en estas historias, sino que ha viajado con la mente pues no tiene masa y no utiliza tiempo para desplazarse. En este caso Mathew es un canal del cual se vale Chocky para que aprendamos los conocimientos de esta especie.



Según Chocky los humanos estamos muy condicionados por el descubrimiento de la rueda, y en base a ella desarrollamos parte de nuestra tecnología (para ella es primitiva). Los coches, tal cual los conocemos ahora, son ruidosos, sucios y tóxicos. Utilizamos energías que no son perdurables, como los recursos naturales. Chocky propone utilizar una energía universal o cósmica, que es una fuente inagotable.



Podría decirse que esta obra es un alegato ecologista, pero también es mucho más que eso. A lo largo de los viajes que ha hecho Chocky ha descubierto que la vida inteligente es rara, y por tanto, como inteligencia superior se debe hacia las demás. Es un acto generoso hacia nosotros.



A mí sólo me queda una pregunta, ¿por qué no somos capaces, como seres inteligentes que somos, de dar un paso más e investigar en otras fuentes de energía? El mensaje de Chocky es claro, como las quejas que recibimos todos los días este hermoso planeta.



¡Qué disfrutéis de vuestras lecturas!

Próxima reseña: El factor Ex

miércoles, 10 de febrero de 2010

Presentación de La Maldición de las musas

Presentación de La Maldición de las musas
El próximo 3 de marzo, a las 19:00H Javier Ruescas presentará en la FNAC de Callao (Madrid) la segunda parte de Cuentos de Bereth: La Maldición de las Musas. Habrá concursos, firma, regalos y muchas sopresas...


Sólo me queda desearle mucha suerte con esta nueva entrega.

La ventana infinita

La ventana infinita


Hola a todos. Hoy os traigo un cuento muy especial. Se trata de La ventana infinita, XXIX premio Destino Infantil –Apel.les Mestres, escrito por Andrés Pi Andreu e ilustrado por Kim Amate. Este libro cuenta con la colaboración de Antena 3, que por tercer año consecutivo organizará una acción solidaria a favor del libro y la lectura consistente en distribuir entre niños hospitalizados, ejemplares de La ventana infinita.

Sinopsis (por la editorial):

A menudo los niños que acaban de llegar a la escuela o al barrio nos parecen antipáticos… hasta que descubrimos, con un poquitín de misterio, algo de broma y mucha ternura, que la amistad es una gran ventana que siempre debe estar abierta.

Opinión:

Algunos de los que me seguís con asiduidad sabéis que yo también escribo y soy actriz, principalmente de teatro infantil, y este terreno para mí es muy delicado. No es fácil escribir en tan pocas palabras una buena historia y que resulte atractiva, divertida y con un claro mensaje. La ventana infinita cumple con creces todas estas premisas, además de estar apoyado por unas ilustraciones preciosas.

Yo siempre suelo decir que me gusta leer de todo tipo de novelas, y a este respecto me gustan las novelas infantiles. Da la casualidad que dos de las mejores novelas que leí el año pasado fueron infantiles. Se vende mamá, de Care Santos, y Bichos raros, de Charles Ogden, ambos editados por SM, han sido dos historias con las que he disfrutado muchísimo.

¿El por qué me interesan estas novelas? Un autor de novelas infantiles aborda una historia, pero tiene que hacerlo concretando muy bien lo que desea narrar. No se puede ir por las ramas. Y este es un ejercicio perfecto para quienes queramos aprender a escribir. ¿Por qué utilizar quince palabras y si con cinco se puede explicar una situación y entenderla a la perfección? La ventana infinita consigue que nos sumerjamos en una historia deliciosa y bien narrada.

Este álbum ilustrado no es sólo un cuento para los más pequeños, sino que puede servirnos a nosotros para reflexionar sobre ciertos aspectos. Si en La ventana indiscreta James Stewart, el protagonista de esta película de Alfred Hitchcock, contempla desde su ventana lo que hay al otro lado del patio con la ayuda de unos prismáticos, en este cuento son dos hermanos quienes “cotillean” al vecino que acaba de llegar:

“Yo la saludé un par de veces, pero no me devuelve el saludo.
Se queda mirando sin mirar, hacia delante, como si estuviera buscando algo que se le hubiera perdido muy lejos.”

Esto no es más que un reflejo de lo que hacemos los adultos. Supongo que el que más y el que menos ha tenido un nuevo vecino y hemos especulado sobre su vida. Solemos juzgar antes de conocer la historia personal de cada uno, y al igual que nosotros nos montamos nuestras películas, los niños también lo hacen. ¿Por qué no podría ser que ese chaval fuera un vampirito?, se pregunta un niño. No sale de casa, no hace vida social, no juega con nada… sólo se queda mirando por la calle desde su ventana. Y la pelota podría hacerse más grande, tanto, hasta donde abarque la imaginación.

Sin embargo la respuesta es tan fácil como una simple pregunta. Si las personas preguntáramos el por qué de ciertas actitudes no crearíamos estas películas con las personas que no conocemos.

Esa ventana depende de quien la mire. En nuestra mirada está el hacerla enorme, o como diría Buzz Lightyear: hasta el infinito y más allá, o hacerla tan estrecha que no podamos mirar lo que la vida nos ofrece. Y en este sentido estos dos hermanos están dispuestos, tras un meditado plan para acabar con “el vampirito”, agrandar esa ventana y dejar de lado los prejuicios.

Un álbum para reflexionar, para enamorarte de sus ilustraciones, para dejar de juzgar a nuestros vecinos. Yo estoy dispuesta a que mi ventana sea infinita, ¿y tú?

¡Qué disfrutéis de vuestras lecturas!




Próxima reseña: Chocky