Durante los años 80 Y 90, médicos extranjeros administraron masivamente supuestas vacunas a niñas de las zonas más pobres de Filipinas, India, Brasil y otros países. El verdadero resultado fue la esterilización silenciosa de miles de adolescentes, que se convertían en futuras mujeres infértiles.
Kayla es una niña que vive en una pequeña ciudad de Filipinas. Su familia apenas sobrevive con el dinero que gana su padre, pero a pesar de todo puede sentirse dichosa de poseer un pequeño bungaló y no vivir entre una montaña de desperdicios como la familia de su amiga Paola. Su padre es herrero y sueña con instalarse en Manila para dar una mejor vida a su mujer y a Kayla.
Aunque Kayla no ha cumplido los nueve años trabaja en un hotel para poder aportar algo de dinero a la economía familiar. En el hotel conoce a un chico joven adinerado, llamado Justo, que desde un principio muestra interés por la espontaneidad de la niña. Poco tiempo después la familia de Kayla se muda a Manila, donde también encuentra trabajo en la misma cadena de hoteles en la que ya trabajara.
Un día acuden a su escuela unos médicos que seleccionan a las niñas de los niños para ponerles una vacuna, supuestamente contra el tétanos. Kayla tiene pavor a las agujas, aunque el doctor Kinsley la tranquiliza y solicita su ayuda para vacunar a las demás niñas. Esa vacuna, en un principio, inofensiva, será la causante de muchos de los problemas que tendrá en un futuro Kayla.
A la edad de trece años la madre de Kayla la vende a un hombre que dice que la ama y que hará todo lo posible por conquistar su corazón. Tras unos meses de “luna de miel”, Kayla empieza a ver el otro lado de una vida muy distinta a la que le prometió su marido. Y si su vida ya de por sí dura, a partir de aquí descubrirá otras facetas de las miserias del ser humano.
No sabía muy bien qué me iba a encontrar en esta novela, pues si bien en un principio creía que era muy juvenil, a medida que iba adentrándome en esta historia me iba dando cuenta de que la trama se iba complicando y que tocaba temas muy delicados como el maltrato a la mujer en todos los sentidos, desde la trata de blancas en niñas, a los matrimonios forzosos también de niñas.
En toda esta historia hay una denuncia social hacia los más desprotegidos, y en este caso las mujeres somos quienes sufrimos casi todas las consecuencias. Me ha gustado que la autora haya creado una trama para narrar una historia que está basada en hechos reales, pero sin caer en el sentimentalismo. “Gracias” a las vacunas que se pusieron en aquellos años millones de niñas fueron conejillos de indias para favorecer todavía más a las grandes farmacéuticas.
También se denuncia el neoliberalismo y todo lo que ello conlleva hacia los países del tercer mundo. Quizás este discurso sea un poco áspero, pero no podemos mirar hacia otro lado ni podemos negar que existan desigualdades. Y en esta novela te muestra a unos cuantos personajes que podrían ser muy bien un fiel reflejo de cómo nos comportamos.
No voy a negar que es una historia dramática, aunque también tiene momentos para la esperanza y para la amistad, un valor muy importante en según qué sitios. Considero que es una novela que está bien construida, con unos personajes bien definidos y con un final que me emocionó.
En fin, de vez en cuando me gusta leer este tipo de historias que te hacen reflexionar, y que al menos, a mí, me hace sentir afortunada por la vida que tenemos aquí.