A través de sus propios recuerdos y los de familiares, Jorge M. Reverte reconstruye el día a día de un niño en el Madrid de la posguerra. El enorme peso de la ideología católica, y del franquismo que había triunfado apenas unos años antes en una guerra extremadamente cruel, recorre cada una de estas páginas para ofrecernos un retrato sociológico de la vida en España. A la guerra la siguieron el miedo, el hambre y la miseria, pero la infancia de Reverte y sus hermanos fue feliz, como solo un niño puede serlo ante la adversidad. Un retrato duro y emocionante que nos hace revivir una época tan lejana como presente.
Los
que me conocen saben de mis debilidades, de mis pasiones y de mis obsesiones, entre ellas, Nueva York, la Inquisición o la música góspel. Y
otra es la vida doméstica de los años 50, las pequeñas
historias, todas cotidianas, muchas olvidadas, de esa generación que nació en
pleno franquismo y que creció en una sociedad gris, opresora y silenciosa. ¡Cuántos
valientes anónimos, cuántas vidas de película! Entenderéis ahora que el libro Una infancia feliz en una España feroz,
de Jorge M. Reverte, y que acaba de publicar la editorial Espasa, me tenga fascinado. ¿Por
qué? Porque cuenta en primera persona las vivencias de este autor y porque parece no tener pelos en la lengua, porque hay
un cariño y una nostalgia indiscutibles, porque es como escuchar a un abuelo
hablar cariñosamente de sus recuerdos. Y eso siempre emociona.
Es esta novela una graciosa compilación de
anécdotas, historias y personajes que no parecen obedecer a ningún orden lógico
–y de hecho, no lo hacen-, sino que se van sucediendo arbitrariamente, lo que le da un toque de naturalidad y de
cercanía. El inicio no puede ser más potente: la presentación a los lectores de
las dos tías del autor, entonces niño: dos funcionarias de prisiones que hacían temblar a las reclusas, una
amable y otra malvada, una cariñosa y la otra perversa, la tía Amelia. Y así, Jorge M. Reverte
va ordenando sus recuerdos como quien ordena sus cajones. Aparecen las figuras fascinantes del sereno, el farolero, la abuela condesa y
el prestamista don Basilio, aparecen las primeras películas y las primeras
travesuras, encontramos las convulsas relaciones familiares y la inocencia de
esos niños acostumbrados a ver pasar las ratas, a contar los coches que
circulaban por sus calles y a rezar cada mañana, en el colegio y están también las curiosidades de cómo se hacían los polos o diversos chascarrillos, como el de los monos que, en el zoológico, se tocaban la 'colita'. Y a pesar de la opresión de
esos años, tiene esta revisión de la memoria una luz potentísima, casi
cegadora, en la que el lector tiene la certeza de que el autor ha sido feliz,
que mira al horizonte del pasado con una sonrisa.
Una infancia feliz en una España
feroz está escrito desde la honestidad. No hay grandes artificios ni palabras
rimbombantes, todo se cuenta como a pie de calle, y suena a barra de bar, a
mesa de camilla y a cerveza en la terraza. Y éste es, sin duda, uno de los
aciertos de la novela, esa cercanía hacia el que lee, esa complicidad. Como decíamos antes, está
estructurada en capítulos cortos, cortísimos, que no llegan en un orden concreto, sino que responden a los caprichos de la memoria.
El autor-narrador parece soltar de vez en cuando grandes carcajadas porque no se despega de la ironía, del doble sentido y del chascarillo. Y sí me sorprende su valentía al criticar a algunos de sus familiares
con mucha dureza, como a la insoportable tía Amelia. Y se agradece que no le ponga una pátina de hipocresía a sus recuerdos, que no los dulcifique, que hable de las cosas como las vivió.
En su entorno, como en todos, había simpatías y antipatías, ayudas y zancadillas,
amores y odios, todos hondísimos.
Y no hay que hacer nada más, sólo dejar a Jorge M.
Reverte que hable… o que escriba. Y leerlo. Porque en esas palabras están sus
recuerdos, lo que él cree que fueron sus primeros años y es interesantísimo,
estimulante, luminoso. Una infancia feliz en una España feroz es la vida de un
niño, pero también las vivencias de millones de españoles. Ahí está la historia de una familia y la Historia de un país. Y, ahora que cada
vez quedan menos abuelos, esta novela es un documento valioso, sincero… y, cómo
no, valiente.
No lo conocía. Y qué buena pinta tiene. Una buena oportunidad de seguir conociendo nuestra historia.
ResponderEliminarBesotes!!!
No conocia este libro pero lo voy a dejar pasar igualmente que no me termina de convencer.
ResponderEliminarSaludos
¡Hola! No conocía el libro. A mi también me encantan este tipo de lecturas, así que sin duda me lo apunto.
ResponderEliminarMuchas gracias por la reseña.
Un beso!