El amor del revés es la autobiografía sentimental de un muchacho que, al llegar a la adolescencia, descubre que su corazón está podrido por una enfermedad maligna: la homosexualidad: «En 1977, a los quince años de edad, cuando tuve la certeza definitiva de que era homosexual, me juré a mí mismo, aterrado, que nadie lo sabría nunca. Como la de Scarlett O’Hara en Lo que el viento se llevó, fue una promesa solemne. En 2006, sin embargo, me casé con un hombre en una ceremonia civil ante ciento cincuenta invitados, entre los que estaban mis amigos de la infancia, mis compañeros de estudios, mis colegas de trabajo y toda mi familia. En esos veintinueve años que habían transcurrido entre una fecha y otra, yo había sufrido una metamorfosis inversa a la de Gregorio Samsa: había dejado de ser una cucaracha y me había ido convirtiendo poco a poco en un ser humano.»
Tengo
aún el libro entre las manos. Termino de
leer atribulado, entre el rubor y el sofoco, después de verle las entrañas a
Luisgé Martín, después de haber asistido a esa descarnada confesión
erótico-sentimental que es El amor del revés,
publicada por Anagrama, y en la que aborda su proceso de aceptación de la
homosexualidad. Quizás no estamos acostumbrados a que nos hablen de las cosas
importantes con tanta claridad, o a conocer los demonios del otro, sus
tribulaciones y sus desvelos. Quizás aún nos pesan demasiado los complejos y las
vergüenzas, o simplemente nos resultan infrecuentes estos ejercicios concienzudos de
honestidad. Les
reconozco que a veces, durante la lectura, apartaba la mirada, como si
estuviera fisgoneando en su diario, como si me empeñara en escuchar una conversación
privada en la mesa de al lado. Es el pudor que dan los asuntos graves de
los otros, la tensión que produce acercarse a la intimidad ajena.
En esto tan actual de las ficciones
del yo, Luisgé Martín compone su propia identidad a través de un protagonista que
se convence de su minusvalía a raíz del descubrimiento de su atracción por los hombres: se
atrinchera en el silencio y se margina de la sociedad, se resiste a todas horas. El origen de todos los males,
el inicio del caos. Es una autobiografía
emocional a partir de la propia gestión de sus deseos. El libro,
como revela la sinopsis, recorre desde los quince a los treinta y seis
años aproximadamente; el trayecto que abarca su lenta transformación de atormentado a sereno, de sufridor a satisfecho, de cucaracha a
hombre, en clara referencia a La
metamorfosis, de Kafka. Y ahí, en esas páginas, está todo, nada parece ocultarse:
sus pulsiones incontrolables, sus incendios invisibles, sus primeros escarceos,
sus muchos rechazos y sus muchos enamoramientos; su bajada a los infiernos, sus
locuras por amor, sus locuras por desamor, sus intentos por zafarse de la tentación, sus fugaces visiones de la felicidad y su búsqueda de la pareja. El autor hace con esta obra un ejercicio de exposición
con el que, posiblemente, culmina esa aceptación de su homosexualidad. Fíjense:
la literatura como parte del proceso vital, la narración como forma de congraciarse
con su yo. La palabra escrita, en todos sitios, por todas partes, como herramienta para entender y ordenar la propia vida.
Tomando
la premisa de Michel Leiris de que en el sexo se sustenta la personalidad, como
una viga maestra del carácter, el autor hace un repaso a su historia íntima que
también puede entenderse como un recorrido a vista de pájaro por una España que
se despereza lentamente tras la Dictadura para abrirse a otro paisaje, a otras libertades. Luisgé Martin, ¡qué generoso!, nos permite visitar sus
rincones más oscuros, abrir todos los cajones y hasta hurgar en su basura. Puede ser el
morbo, la curiosidad o sólo las ganas de que acabe bien y de que el yo literario
pregone su felicidad, pero El amor del
revés se lee –o se puede leer- como una autobiografía, como novela de amor
y de romances, como un libro de aventuras, como uno de superación. Todo cabe y todo se disfruta. Y además, por el camino conocemos también algunos de sus
referentes literarios, como el libro Las horas,
de Michael Cunningham, y esa carta de Virginia Woolf que todos los enamorados
hemos soñado con escribir alguna vez –“Si alguien
podía haberme salvado, ése eras tú”-, Muerte en Venecia, de Thomas Mann, o
algún poema del lúcido Karmelo C. Iribarren. Y por supuesto, la onmipresente
metamorfosis de Kafka.
La
prosa de Luisgé Martín –bendecido desde
siempre con el don de la musicalidad- se ancla en esa extraña región que
hay entre la ternura y la dureza, entre lo bruto y lo dulce, entre lo salvaje y
lo doméstico. Su estilo, estimulante, sagaz, me recuerda a las telas tornasoladas, porque parece siempre
a punto de ser otra cosa, de mutar, de convertirse en algo móvil,
como un pájaro al que se le ha dejado la jaula abierta. El autor, con una clara
tendencia a lo poético y a la belleza, deja que escuchemos el pulso que late
bajo la historia. Una vida, cualquier
vida, parece más bonita si la cuenta Luisgé Martín.
Leer El amor del revés ha sido casi un ejercicio físico. He sudado, me
he ruborizado, se me ha desbocado el corazón. He terminado deliciosamente
agotado, tendido en la cama –las manos bajo la nuca– pensando en el autor,
sintiendo una extraña conexión, una comprensión silenciosa, lleno de preguntas.
Quizás es que todos amamos parecido. La literatura, a veces, tiene este poder,
el de desestabilizarte, el de provocarte un ligero vértigo o un bostezo dentro
del pecho. No sé a qué se debe, sólo sé quién es el causante: Luisgé Martín. Y
le doy las gracias, por la valentía, por la música y el talento, por
comprometerse. Como pasa con los amores locos, uno podría dejarlo todo aparcado y, en esta ocasión, dedicarse sólo a
leer. A leer El amor del
revés.
PUes no conocía este libro. Y desde luego tu reseña deja con ganas.
ResponderEliminarBesotes!!!
Interesante...Lo apuntaré en la lista de pendientes.
ResponderEliminarBesos!!
Interesante...Lo apuntaré en la lista de pendientes.
ResponderEliminarBesos!!
He llegado hasta aquí a través de la página de Libros y Literatura. Quiero darte mi sincera enhorabuena por este pedazo de reseña que hiciste a la novela de Luisgé Martín, La acabo de leer y comprendo que hayas ganado el primer premio del concurso de reseñas porque es sencillamente muy buena.
ResponderEliminarYo no he leído nada del autor sobre el que escribes pero reseñas como la tuya, además de leerse con sumo gusto, incitan a leer ese texto que tan hermosas palabras han suscitado en ti.
Comienzo a seguir tu blog desde este momento. Y repito: ¡¡¡Enhorabuena!!!
Hola, Daniel:
ResponderEliminarComo Juan Carlos, he llegado hasta esta reseña gracias a LyL (aunque tú blog ya lo conocía y lo seguía desde hace tiempo). Sé que no suelo pararme a comentar, pero hoy me gustaría felicitarte por haber quedado primero en los premios ^^
Un saludo imaginativo...
Patt