martes, 17 de noviembre de 2015

La ciudad cerrada


Jin, Mei Yee y Dai viven en la ciudad amurallada, un laberinto sin ley dirigida por los señores del crimen e invadida por bandas callejeras. Los jóvenes venden drogas, trabajan en burdeles o se ocultan del radar que los puede localizar. Pero cuando Dai ofrece a Jin la oportunidad de encontrar a su hermana perdida, Mei Yee, comienza una impresionante carrera contra reloj para poder escapar de la ciudad amurallada. Hay tres reglas de supervivencia en la ciudad amurallada: correr rápido, no confiar en nadie, e ir siempre armado. Una novela impactante que presenta una realidad apocalíptica y surrealista cuyo espíritu reside en la necesidad por sobrevivir. Una historia que dejará sin aliento a los lectores. La autora, Ryan Graudin, se basa en la ciudad real de Kowloon, que existió en Hong Kong y fue demolida en 1993.
 La literatura juvenil amplía fronteras (o se adentra en territorios inexplorados) y busca otro tipos de historias, protagonizados, por ejemplo, por prostitutas adolescentes, por ladrones que no levantan un palmo del suelo, y por semi-delincuentes en edad de estar jugando en la calle con una pelota. ¡La infancia tirada por la borda! ¡Adiós, inocencia! Esta nueva narrativa habla sin tapujos de las drogas y el poder, de la esclavitud sexual, la pobreza y la corrupción, de la maldad como forma de supervivencia. La ciudad cerrada, publicada por Montena y escrita por la joven Ryan Graudin, entra de lleno en esta categoría al meternos en un recinto aislado, rodeado de grandes murallas, lleno de ratas y de basura, donde sobrevive lo peor de la sociedad: asesinos, corruptos y ladrones, y gobernado por una red de maleantes que se dedican a prostituir a menores y a enriquecerse con el tráfico de estupefacientes. Sí, el escenario –ya de por sí– da arcadas por la dureza del planteamiento, pero es aquí donde conocemos a los tres jóvenes protagonistas de esta historia juvenil, una de las más impactantes y vertiginosas que yo recuerdo en los últimos meses.
            La ciudad cerrada está inspirada –¡ay, ay!– en un lugar real que existió en Hong Kong hasta hace poco más de veinte años. Y la novela, que intenta trasladarnos el horror que se vivió allí dentro, habla de asesinatos, de sangre, que jóvenes secuestradas en burdeles, de palizas de muerte, de niños-camello y de toda una fauna de gente sin escrúpulos. Dai sólo quiere salir de ese sitio, Jin sólo quiere salvar a su hermana, vendida por su padre a unos proxenetas, y Mei Yee, el personaje más aterrador de esta historia porque es una menor que debe vender su cuerpo a los hombres poderosos, sólo quiere ver el mar. Juntos, formarán un poderoso trío que luchará por escapar de su destino. Y desde el primer momento, la acción es vertiginosa. La autora no da tregua y plantea un argumento rapidísimo y taquicárdico, contado además por los tres protagonistas. Cada capítulo está narrado en primera persona por uno de ellos y se van entrelazando de forma muy curiosa y muy efectista.
              Si algo consigue Ryan Graudin con esta historia es mantenernos con el ceño arrugado –de espanto, de preocupación–, y con los dedos de los pies encogidos durante las casi 400 páginas. La ambientación de La ciudad cerrada es impecable y se erige como uno de sus grandes aciertos: los farolillos de papel, las batas de seda, los puestos de fideos chinos en las puertas, todo muy oriental. La autora apuesta por un estilo llano, donde sobresale alguna que otra floritura, pero que tiene el objetivo final de ser directo y sencillo. La historia tiene algún bache de ritmo, pero que no afecta (gravemente) a su buen funcionamiento. Aunque decíamos antes que trata temas muy delicados, lo hace con mucha sutileza: no describe ningún encuentro sexual, por ejemplo, entre la joven Mei Yee y uno de los ministros; sólo hace referencias de forma muy velada a este asunto, porque sabe que lo importante no es contar con lujo de detalles el momento en el que el señor mayor se desnuda sino la tristeza y la desazón que provoca en la joven protagonista.
            La ciudad cerrada se lee con el estómago o con las tripas, porque es una historia visceral, dura y que se engancha al lector como un anzuelo. Al entretenimiento se le suma la denuncia social: padres que venden a sus hijos, niños obligados a prostituirse o a traficar con droga para vivir, guetos de pobreza y corrupción. Y uno lee con esa sensación ambivalente de estar disfrutando, pero sintiendo también la repulsión, la bilis en la garganta. Es una novela juvenil, sí, pero para jóvenes con capacidad de entender el trasfondo de esta historia de superación, lo terrible de ese lugar que describe. En La ciudad cerrada no cabe la inocencia.  

5 comentarios:

  1. Mira que no es un género que me tiente mucho, pero con tu reseña me has picado la curiosidad con este libro.
    Besotes!!!

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  2. Ayer justo vi la novedad y me quede con desconcierto, no sabía que esperar... y decidí esperar a leer algo. Me gusta lo que cuentas, asi que no descarto leerla.
    Besos

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  3. Hola :) ¡Qué pasada! Tú reseña es increíble, a pesar de todo lo malo que pueda contener esta historia, hace que muera de ganas por leerla y conocer a sus personajes. De verdad, te ha quedado una reseña estupenda, me ha maravillado. Espero leer esta novela muy pronto.

    ¡Un besito!^^

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  4. Leí el libro, y me encanto, es bastante duro pero realmente vale la pena leerlo. Es muy intenso, como se dice en la reseña el argumento lo plantea muy rapido, y estuve en tensión con cada pagina del libro, me encanto.

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  5. Leí el libro, y me encanto, es bastante duro pero realmente vale la pena leerlo. Es muy intenso, como se dice en la reseña el argumento lo plantea muy rapido, y estuve en tensión con cada pagina del libro, me encanto.

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