A ver quién es el listo que puede presumir de haber escrito un libro con más de 400 ediciones y un millón de ejemplares vendidos sólo en Francia, y encima a finales del siglo XIX, cuando el índice de alfabetización era muchísimo más bajo que el actual. Pues bien, el artífice de esta impresionante hazaña es Georges Ohnet, autor de la que se conoce como el Orgullo y prejuicio galo. Ahí es nada. Philippe Derblay o Amor y orgullo es el título de uno de los mayores best-sellers del país vecino –por encima incluso de los de Emile Zola–, que ahora recupera y traduce al castellano la editorial D’Época en una edición impecable, exquisita o, como dicen los franceses, superbe. Y, como ya adelanta el título y también la portada, nos adentramos en un ambiente costumbrista –elegantes palacios, enormes jardines, rígidos códigos de honor– para exponernos a una constelación de emociones: desde la adoración hasta la venganza, desde los celos, la traición y el odio hasta la indiferencia. Hoy hablamos de algo parecido a una telenovela, pero con mujeres enguantadas y caballeros con sombrero y levita.Claire de Beaulieu es una aristócrata joven y hermosa prometida a un primo suyo arruinado, el duque de Bligny, un hombre superficial y libertino del que está profundamente enamorada. Mientras Claire espera una petición formal de matrimonio, el duque se distancia y finalmente se compromete con Athénaïs, la más firme enemiga de Claire, una joven sin títulos dotada de una inmensa fortuna que permitiría al duque redimir todas sus deudas de juego. La orgullosa Claire, por despecho, decide prometerse a Philippe Derblay, ingeniero y propietario de una siderurgia en Pont-Avesnes.
¿Qué tienen estas novelas de corte
romántico y ambientadas en el siglo XIX que son como tomarse unas vacaciones, y olvidarse momentáneamente
de las rutinas? Será por los castillos y los trajes largos o porque al amor
siempre le viene bien un poco de teatro. Lo que está claro es que Georges Ohnet
supo tocar el corazoncito de sus contemporáneos con la que se considera su gran
obra maestra al componer esta elegante historia de no más de diez personajes,
perfectamente condimentada, para
enseñarnos cómo las emociones transforman al ser humano: nos hacen crueles,
débiles o suplicantes. Y más de un siglo después de haber sido publicada, esta
novela evidencia que lo esencial está aún vigente. El amor –como perdición, pero también como condena– sigue
conectando con una parte muy profunda
del lector del siglo XXI. El autor se confirma como un experto en narrar los dobles
juegos de la época, ese debate continuo entre lo que se siente y lo que se
dice; lo que se hace saber y lo que se calla, lo que se muestra y lo que se
esconde: el distinguido arte de la
hipocresía.
No
se queda Georges Ohnet en los asuntos del corazón. Su retrato de la sociedad
francesa va más allá: estamos en un momento crucial para la
historia del país en el que la aristocracia empieza a perder poder frente a los nuevos ricos surgidos de la
revolución industrial. Y así, contagiado por los elementos del folletín
romántico, explota al máximo no sólo el choque pasional sino también el social.
Entre los temas que encontramos a lo largo de la historia están la avaricia, la
familia como fuente de problemas, los amores imposibles y sufridos, los matrimonios de conveniencia
y la fealdad de las emociones humanas.
Tengan
en cuenta, fututos lectores de esta novela, que los ritmos narrativos del XIX
son diferentes a los actuales; recuerden si no aquella descripción de la famosa
magdalena de Proust. Aun así, no se asusten porque las descripciones largas y
líricas –que las hay– no estorban ni
tampoco agotan y hacen de contrapunto perfecto para tanta intensidad emocional. Y
Georges Ohnet descoloca a los lectores porque no estamos acostumbrados
a que los protagonistas de una novela, con los que se supone que tenemos que
empatizar, nos caigan tan mal, y les
deseemos a ratos el peor de los destinos. Pero tranquilos, esa mala baba es sólo momentánea.
Yo
recomiendo una novela decimonónica de vez en cuando, porque significa viajar
lejos y ver otros paisajes, otras gentes y otras costumbres. A mí me relaja y
me divierte, las dos cosas por igual. Quédense con este nombre (o con esta
portada) y zambúllanse de cabeza en esta historia: prepárense para ser tan dramáticos como sus protagonistas, porque
en ese tiempo todo eran desmayos, desplantes y lágrimas. D’Época vuelve a
demostrar un gusto refinado a la hora de elegir las novelas para rescatar y
lanza una pregunta con Philippe Derblay:
¿De qué sirve el orgullo en el amor?
Pues ya se lo digo yo, para nada. Nothing. Rien de rien.
PS: Y como decía Ohnet ante las opiniones
muchas negativas: «Con 400 ediciones, ¿a quién le importa lo que digan los
críticos?». Pues sí, señor Ohnet.
Me encantó este libro, de lo mejor que leído. Un clásico y una obra maestra.
ResponderEliminarAcabo de leer tu reseña. ¡Coincidimos en todo! Un abrazo.
EliminarAy, tengo muchas ganas de leer algo de esta editorial porque las ediciones son ideales, las portadas me llaman mucho la atención y me encanta la ambientación decimonónica, así que a lo mejor me animo con la novela que has reseñado ;)
ResponderEliminarUn beso :3
D'Época hace un trabajo excelente con estas novelas. Cualquiera de ellas te gustará, ya verás. Un beso fuerte. Gracias por pasarte.
EliminarLe tengo ganas, quiero leerlo rponto :)
ResponderEliminaruyn beesito
¡Y después compartimos impresiones! Un beso fuerte.
EliminarPues no pinta nada mal y mucho mejor con lo bien que lo pones. Tomo nota.
ResponderEliminarSaludos
Eso sí, tiene que gustarte la literatura (y el estilo) del XIX. Un abrazo.
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