Me gusta ser bloguera

Si hay algo que me gusta de la blogosfera es la diversidad de criterios que hay. Podría decir que casi todas las opiniones me parecen respetables, aunque hay ciertas barreras que se cruzan y ya no me merecen ese respeto que exigen cuando estás en contra de lo que postula. Para empezar, pienso que cada uno es responsable de sus palabras y de sus acciones, así que después de meditar con tranquilidad si hacer o no esta entrada, al final me he decidido a decir lo que pienso.

No todos tenemos por qué compartir opiniones cuando se publica una reseña. Muchos de los que me seguís desde hace un tiempo sabéis que no me gustaron ni Hermosas criaturas, ni Halo, ni Sueña. ¿Estoy equivocada, o por el contrario pienso que mi palabra es ley y ni siquiera respeto la opinión de otras reseñas, o están equivocados los blogueros a los que sí que les gustaron estas novelas? No, significa que hay tantos pareceres como personas. Y es más, a veces me cuestiono qué ha pasado con la novela para que no me guste. Yo siempre digo que voy predispuesta a que me guste una historia.

En ningún momento me he sentido presionada por ninguna editorial, y no dudo que a alguien le pueda pasar esto, pero no es mi caso. Puedo decir, que en este año y medio que lleva abierto este blog, la respuesta de todas las editoriales con las que colaboro es muy correcta y profesional. Puede que mis reseñas no sea lo que espera una editorial, sobre todo cuando son negativas, pero salvo una ocasión, nadie me ha vetado. Y este asunto ya está resuelto, así que puedo decir que mi relación con las editoriales es satisfactoria. Siempre he pensado que trato con personas adultas que saben encajar cuando una lectura no gusta, competentes y así lo manifiesto. No puedo decir algo que no es cierto. Y a este respecto también puedo añadir que tengo más de doce reseñas pendientes por hacer y nadie me ha comentado nada al respecto.

Antes de abrir este blog me planteé una serie de cuestiones. Ante todo tenía claro que quería ser honesta con lo que decía, así como con las personas con las que trataba a través de la pantalla. Todos sabemos que un día puedes estar arriba y al día siguiente puedes estar abajo. ¿Qué sentido tiene creerse ser el rey―la reina de este complejo mundo blogueril cuando alcanzas un nivel de seguidores? ¿Acaso yo soy más importante por tener los seguidores que tengo que un blog que acaba de empezar y solo tiene 50 seguidores? Yo, desde luego, no lo creo así. Intento darle la misma importancia a las palabras de cualquier bloguero que se toma la molestia de hacer una entrada.

No sé por qué últimamente veo ciertas actitudes en algunos blogs que no me gustan nada. Hoy eres amigo de un escritor y mañana te pongo a parir en cualquier medio que se me ocurra. No sé muy bien qué pasó, pero ahora me da exactamente igual quién tenga razón. Si al principio no me posicioné fue porque creía que ese tema no iba conmigo, pero no sé por qué alguien decidió posicionarse por mí y yo dejé de existir para estos blogueros. Aún sigo perpleja por este tipo de conducta, aunque como digo, ya me da igual. Es un tema que no me quita el sueño. No puedo obligar a nadie a que me siga, a que me comente mis entradas y a que esté de acuerdo con lo que pienso. Creo que ya somos mayorcitos para saber que ciertas cosas tienen un límite. Estoy un poco cansada de algunos se crean la élite de la blogosfera y hagan ciertas entradas que hacen daño a la blogosfera. Estos enfrentamientos no llevan a ninguna parte.

Creo que si de algo tiene que servir las quedadas de Barcelona, Madrid, Valencia, Canarias… es para que nos veamos las caras y para dejar atrás nuestras diferencias. Estoy segura de que son muchas más cosas las que nos unen que las que nos separan. A todos nos apasiona leer, y esto ya debería de ser un motivo más que suficiente para encontrar un punto de encuentro en el que podamos dialogar.

Yo tengo las puertas abiertas para todo aquel que quiera leer mis reseñas, y sólo censuraré aquellos comportamientos que no me parezcan honestos. Por lo tanto, y me importa dónde se publiquen ciertas entradas y que diga: este es mi espacio y hago de él lo que me da la gana, me desmarcaré de aquellas actitudes que no me parezcan justas.

En fin, las estrellas en el cielo, he dicho.