viernes, 8 de febrero de 2019

Yo voy, tú vas, él va


A Richard, profesor universitario alemán con una exitosa carrera profesional a sus espaldas, le ha llegado el momento de la jubilación. Desde el escritorio de su casa, mientras contempla el lago tras la ventana, se pregunta cómo llenar todo el tiempo libre del que dispondrá. Se entera entonces de la existencia de un campamento de refugiados en Berlín y decide echar una mano. Allí escuchará historias desgarradoras y esperanzadas de jóvenes llegados desde países lejanos, que vienen huyendo de la guerra y la miseria. Pero la comunicación no siempre es fácil, y en más de una ocasión se producen malentendidos o directamente choques culturales, mientras las autoridades se limitan a aplicar la ley con fría determinación.


Hay libros que son espejos, que ayudan a entender quién somos, dónde estamos, a qué nos enfrentamos como sociedad. La literatura, a veces, mira la realidad que la rodea y adquiere la responsabilidad de obligar a posicionarnos,  de que nos revolvamos incómodos en nuestras sillas. Y es verdad que si hay un tema polémico y urgente en el siglo XXI es, sin duda, el de la migración, el de los cientos de miles de personas que dejan su patria, que se mueven e incluso arriesgan sus vidas en busca de un futuro mejor. Éste es el tema que cimenta Yo voy, tú vas, él va, de la premiadísima autora alemana Jenny Espenbeck, publicado por Anagrama, y que narra la historia de un profesor de universidad jubilado que empieza a colaborar, casi por casualidad, en un centro de acogida de refugiados. Y ahí, a través de las historias personales, de los dramas individuales, está el silencio, el desarraigo, el absoluto fracaso de la Humanidad.
             Nadie ama a los inmigrantes, leemos en una de las páginas, de boca de uno de los afectados. No hay medias tintas, no hay rodeos ni paños calientes a la hora de abordar este asunto, a la hora de escribir sobre él, y ésa parece una de las prioridades de la autora: desnudar el problema, no banalizarlo ni infantilizarlo, hacer visible a los invisibles. No tenemos voz, dice otro inmigrante, porque el viaje no acaba cuando llegan a Europa. El viaje se recrudece cuando intentan sobrevivir dignamente, pero ojo, no es un asunto exclusivo de los que han dejado África; el protagonista, un burgués ocioso y bien posicionado, encuentra en este tema un motivo por el que despertar, un recuerdo de su propia vida: él es alemán, del Este, y también se siente sin arraigo, con un futuro incierto, rodeado de vacío. Es una novela de aprendizaje, para los que vienen, para los que estamos, porque es un problema global, es un escenario nuevo donde todos estamos llamados a colaborar. El asunto, señores y señoras, es complejísimo, pero la autora lo aborda con tal madurez, con tanto compromiso que es imposible no verse sacudido, no quedarse con los deberes de la reflexión.
             Jenny Espenbeck escribe sin prisas, tomándose su tiempo, recreándose en la palabra y en el pensamiento, dejando que los personajes se pierdan, se encuentran y, sobre todo, se pregunten quiénes son y cuál es su responsabilidad en el mundo en el que viven. Una prosa, insisto, con tendencia al preciosismo, con gusto por el detalle, por la calma que, a veces, puede parecer que no avanza, pero lo hace, lentamente.
            Yo voy, tú vas, él va –fíjense en el verbo elegido: ir, moverse- es un vis a vis con la inmigración; es una historia que nos acerca, a través de la literatura, a los dramas personales de los refugiados que, huyendo de sus países africanos, buscan el calor en una tierra desconocida. Y somos capaces de sentir la soledad, la ausencia de raíces y de afectos, el sonido extraño de una lengua desconocida. El desamparo. Y es ahí cuando este libro se hace duro, se vuelve doloroso: somos también la forma en la que tratamos a los desfavorecidos, a los que están debajo de nosotros, somos también cómo recibimos a los invitamos. Eso nos define. Este libro, que ha recibido el aplauso unánime de la crítica, es sin duda una de las novelas más impactantes, más necesarias, más lúcidas de los últimos años. Porque hay novelas que tienen el enorme poder de abrir las mentes, de hacernos mejores personas. Bienvenidas sean. 

2 comentarios:

  1. Una lectura muy dura. Y que me dejas con ganas de leer, y de aprender.
    Besotes!!!

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  2. Qué dura y necesaria esta lectura. Muchas gracias por tu reseña :D

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