lunes, 29 de octubre de 2018

Causas naturales


¿Para qué sirve cuidarse si nuestros cuerpos no son de fiar? Ehrenreich desmonta todas las manías que guían nuestros intentos por vivir una vida más larga y saludable, desde la importancia de las revisiones médicas preventivas hasta los conceptos de bienestar y mindfulness, desde las dietas de moda hasta la cultura del fitness. Las células tienen la costumbre de envejecer o volverse cancerígenas, demostrando una y otra vez que nuestros cuerpos tienden a tomar sus propias decisiones, y no siempre las toman a nuestro favor.Nos estamos matando para vivir más tiempo, pero no mejor. Con el cáustico sentido del humor que la caracteriza, Ehrenreich nos ofrece una alternativa: vivir bien, incluso con alegría, aceptando nuestra propia mortalidad.


Parece algo innato al ser humano: la incansable búsqueda de la inmortalidad. El hombre (o mujer) moderno busca robarle años a la muerte con nuevos trucos: la buena alimentación, el deporte regular, los pensamientos alegres. O lo que es lo mismo: comiendo poco, machacándose mucho y sonriendo siempre. Y así, nos vamos sintiendo un poco más eternos. Toda esta tendencia tiene una parte muy retorcida (y no lo digo yo): si alguien muere con menos de setenta años, los demás piensan que él se lo ha podido buscar, que seguramente haya sido culpa suya porque no siguió las normas para garantizarse una vida más larga. El tabaco, el alcohol, la mala comida o el estrés. Y fíjense, ésta es una de las premisas sobre las que se construye Causas naturales, cómo nos matamos por vivir más, un ensayo de la estimulante y siempre polémica Barbara Ehrenreich, que llega publicado por la exquisita editorial Turner y que viene a plantarnos ante nuestras narices esta obsesión por ganarle la batalla al tiempo. Sus reflexiones no tienen desperdicio.
            Algunos recordarán a la autora por su libro Sonríe o muere, en el que le ponía los puntos sobre las íes al pensamiento positivo, a esa alegría forzada y diaria que todos teníamos que sentir y que exhibir para tener una vida plena. Sí, Ehrenreich se desmarcó de esa tendencia global porque se había cansado de pertenecer a una sociedad en la que había que estar alegre a todas horas, en la que la tristeza parecía una decisión personal, el síntoma de un fracasado, de alguien que no iba a llegar a nada. Ahora vuelve para zarandear con las dos manos el panorama médico. Esta mujer, que dejó de hacerse chequeos rutinarios como forma de rebelión ante la industria farmacéutica y el capitalismo médico, intenta poner un poco de cordura en esta obsesión contemporánea por la juventud, la salud, el cuerpo. A la autora le sorprende que cuando alguien pobre muere joven los demás siempre preguntan: “¿Bebía? ¿Fumaba?”. Dice que lo que hacen es culpabilizarlo, responsabilizarlo de no haber conseguido que su vida fuera más larga.
            El mensaje que subyace en el texto durante todo el ensayo es que muchos de nosotros nos hemos olvidado de vivir mientras nos obsesionamos con alargar nuestras vidas. Hay gente, recuerda Enhenreich, que se priva de muchas cosas satisfactorias sólo por asegurarse más tiempo de existencia. La autora, que confiesa, por ejemplo, que come pan con mantequilla cada mañana, lo cuenta todo con un halo de ironía, pero sin olvidar la parte científica, los datos. Las evidencias. Su estilo es serio y claro, contundente, como sus propuestas. Y sobre todo, lo expone todo con una lucidez indiscutible. En un mundo tan cambiante como el nuestro, dice ella, el ser humano necesita sentir el control sobre algo y ha elegido su propio cuerpo, por eso se obsesiona por él. Y todo esto viene porque no asumimos nuestra mortalidad, no hablamos de lo único seguro de la vida: la muerte.
            Si hay algo que le agradeceré siempre a cualquier interlocutor (ya sea un escritor, un panadero o un pasajero de cualquier autobús) es que sea estimulante, que me saque de mi zona de confort y que me proponga nuevos retos, nuevos debates intelectuales. Barbara Enhenreich lo hace con Causas naturales, un ensayo valiente y novedoso, un bofetón a nuestra obsesiva preocupación por vivir más, aunque no sea mejor. Y no se calla nada: aquí están sus opiniones sobre el yoga, el reiki o el mindfulness, sobre las cremas antiarrugas o sobre los gimnasios, porque, como lanza la autora, ¿esto es sólo una ideología o hemos caído en una trampa del capitalismo y somos víctimas de un negocio globalizado, el de intentar mantenernos siempre jóvenes y sanos? Lean, piensen y después tomen sus propias decisiones. 

1 comentario:

  1. Creo que lo voy a dejar pasar, no me termina de llamar la atencion,

    Saludos

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