La superstición y la ciencia se enfrentan en el bosque de Samiel. Francia, 1870. En el bosque de Samiel se reúnen centenares de curiosos, devotos, médiums y magos, y también la prensa, dispuesta a cubrir los fenómenos que se esperan para la noche del 10 de julio. Locusto,un misterioso mago al que nadie ha visto el rostro, ha anunciado su aparición en el bosque, coincidiendo con el eclipse lunar que tendrá lugar en la noche de Samiel, y que propiciará el despertar de poderosas fuerzas. Hasta allí viaja Victor Blum, periodista embarcado en una cruzada personal contra la superchería y el fraude. Dos hechos inesperados, la profanación de una iglesia y un asesinato, pondrán a prueba la investigación de Blum. Un análisis de la fascinación por los fenómenos paranormales y de la necesidad de poner a prueba la fe y la superstición.
Imantar,
del francés aimanter, es –según el
diccionario de la RAE- comunicar a un cuerpo la propiedad magnética, es decir,
de atraer otros elementos. Imantados
son, supuestamente, los bosques en los que se desarrolla la acción de esta
particular novela, publicada por Seix Barral, e imantada es también la prosa de
Juan Vico, que se consolida como un narrador consistente y a la vez fluido, con
una voz particular e incluso reconocible, y con la habilidad de hacer que la palabra escrita entre también por el oído, porque parece que se escucha. Los bosques imantados, que llegó a las
librerías y a las bibliotecas hace poco más de un mes, nos lleva de la mano
hasta un pueblo perdido en la Francia rural donde, la noche de un eclipse, se
espera que ese bosque del que nos habla el título cure a numerosos enfermos que han peregrinado movidos por esperanza. Hasta allí vamos también nosotros de
la mano de Victor Blum, un periodista descreído que intentará delimitar las
regiones de la verdad y la superstición, de las creencias y de la magia, de lo
que decidimos o necesitamos creer.
¿Crees en la magia? ¿Crees en
poderes sobrenaturales que pueden tener efectos beneficiosos sobre nosotros? O,
abriendo el abanico, ¿en qué crees tú? Juan Vico nos lleva hasta la Francia de
finales del siglo XIX, en plena efervescencia de los curanderos y de los magos, con esa
fascinación colectiva por el espiritismo, para hablarnos de un tema –o de
varios temas– que siguen de plena actualidad: la magia, las creencias, la esperanza.
Con toques de la novela de aventuras, de misterio y hasta negra, el autor
compone una historia equilibrada y que, gracias a un extraño mecanismo,
funciona, resulta muy efectiva. Es, a ratos, una historia costumbrista, también de
intrigas y hasta casi de humor. Y además, consigue mantener una cuota constante de misterio, que
está en el ambiente, en los personajes y en los silencios. Nosotros, los
lectores, somos capaces de notar ese poder de lo que no está escrito, de eso a
lo que el narrador no le ha puesto palabras.
Juan Vico, el mago de las palabras,
el escritor imantado, acierta de pleno al recuperar el bosque como uno de los
grandes lugares simbólicos de la literatura universal: ése, junto con el poder que desprende, es el gran protagonista de esa
historia. El estilo, como avanzaba en las primeras líneas, destila carisma
–sólo he encontrado un par de párrafos algo menos pulidos en los que, por ejemplo, se repite
hasta tres veces la palabra alzar-. Pero digo esto sólo por ser tiquismiquis, porque
la novela tiene mucho atractivo y le sobra solidez, como un buen truco de
ilusionista. No sacrifica un final llamativo, a lo grande, como les gusta a los
magos. Eso sí, el ritmo es reposado, nada con lo que estamos acostumbrados
ahora. La trama avanza, pero con calma.
Los
bosques imantados conecta de inmediato con esa parte tan débil y
tan humana de querer creer en algo, lo que sea, cuando uno está desesperado. Es la
literatura que explora los límites de la magia y de la razón, que le dedica un
gran espacio a esas cosas que no entendemos. Juan Vico escribe con gusto, narra
con pulso y, lo más importante, sabe cómo engatusar al lector. Disfruten con
esta novela que nos lleva hasta los albores del ocultismo, hasta esa sociedad
que, a mediados del XIX, se confiesa fascinada por el espiritismo, por las
fuerzas invisibles. Y además, nos acerca al padre de la magia moderna,
Robert-Houdin. Así lo define el autor: “una novela sobre el engaño y sobre
dejarse engañar”.
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