jueves, 15 de enero de 2015

Ethan Frome


Un joven ingeniero retenido por su trabajo en una pequeña localidad de Massachussets observa a un hombre lisiado y envejecido que recoge en la oficina de correos una revista y un sobre con medicamentos. Es invierno y el ambiente del pueblo es claustrofóbico. El aspecto educado del hombre, la edad que no corresponde a su físico, los misteriosos silencios y prevenciones que despierta su presencia en los demás, su vida casi aislada en una destartalada granja con dos mujeres, llevan a preguntarse al ingeniero por qué sigue viviendo en un sitio de donde, como dicen los lugareños, «casi todos los listos se marchan». Pero el hombre tiene un motivo para no haberse marchado, o para haberlo intentado y nunca conseguido: una historia en la que se mezclan la fatalidad del destino y todas las sutilezas del amor prohibido.
 Volvemos y hacemos un cameo por la literatura del diecinueve. Sí, también de vez en cuando me gusta introducirme en este tipo de libros. Por esta vez tomaré el papel de mi querido Daniel Blanco. Como él ya hizo uno por el álbum ilustrado, veo justo que yo haga un cameo por esta rica literatura. En la variedad está el gusto, o al menos eso dicen ¿no?
               En ocasiones es altamente recomendable dejar atrás momentáneamente la literatura algo más comercial, para adentrarse en los grandes clásicos de los siglos que nos precedieron. Edith Wharton demostró que era una mujer moderna y rebelde para su época, criticando la estética victoriana que le tocó vivir y denunciando las buenas maneras y actitudes de ese periodo. Ya sólo leyendo la nota de autora de este libro, uno se da cuenta de que los miedos, aspiraciones y anhelos de los escritores quizás, pudieran  variar en según qué aspectos, pero el trasfondo final era el mismo: la necesidad de escribir como modo de subsistencia, el miedo a no saber elegir el tema correcto, y las ideas  sirena que iban llegando  en el proceso creativo que podían alejar a su autor del eje final de la trama.
               Queridos lectores/as, ya sólo con esta nota de la autora supe que mi amor por ella sería eterno. No sólo por un estilo que deja a las claras la complejidad, el mimo y la delicadeza con la que la autora fue dibujando esta historia, sino por la simplicidad con la que presenta ese armazón que supone la trama. Uno cuando piensa en literatura decimonónica lo primero que le viene a la mente es dificultad en su lectura, periodos oracionales largos, excesivas figuras estilísticas etc… Pues no. Ella presenta la vida de un ingeniero que desde el principio pasa por el texto como el personaje misterioso que le toca ser, y gracias  a una helada en casa del protagonista, que en el momento en que comienza la historia es chofer, sabemos en un diálogo con otro de los personajes todas las vivencias de este magnífico protagonista.
               La estructura es altamente compleja, alterna las vivencias actuales con los recuerdos del pasado. Imaginad la vida de un joven inteligente y emprendedor que por avatares del destino tiene que vérselas  constantemente con la fiel amiga desdicha. Un padre que muere, una madre enfermiza y una cuidadora que pronto necesitará cuidados. La parte más dulce viene con la llegada de Matthie, un ser dulce y  refrescante que  le devolverá a Ethan las ganas de ilusionarse. Hay un problema en esta relación, que a ojos de la sociedad es técnicamente imposible.
               Esta es la historia y la vida de un personaje. Un ser que constantemente tiene que luchar para sobrevivir, cuya desilusión por la vida  hace que su corazón se vaya congelando como los nevados bosques que tiene que observar cada día. Edith va más allá, plasma los miedos y las inquietudes de un ser humano que ha perdido las ganas de luchar por sus sueños, y lo hace de una manera magistral.
                La autora te transporta por esos parajes. Eres capaz de  sentir la nieve, notar el frío seco de un paraje nevado, el olor a leña recién cortada y el característico olor de hojarasca quemándose.
               Los clásicos son clásicos por algo, y Ethan Frome es el reflejo de toda una vida que podríamos vivir cualquiera de nosotros, ya que no se necesita la nieve para enfriar un corazón desilusionado.


7 comentarios:

  1. Lo vi justamente en la librería hace poco, pero al final me decidí por otro de la misma autora que es un poco más grueso, por aquello de rentabilizar el dinero :D. La Wharton es mucha Wharton; me alegro de que tu paseo por los clásicos americanos haya sido satisfactorio :)

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  2. Recuerdo que me lo hicieron leer en inglés en el instituto.. y no me gustó nada x)
    Igual le doy una nueva oportunidad, eso sí, esta vez en castellano :)
    un besito

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  3. Ya le había echado el ojo, pero con tu reseña me animo definitivamente. Justamente acabo de leer "Las hermanas Bunner" de la misma autora. Magistral.

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  4. ¡Hola!
    No leí nada de la autora, es más, reconozco que no la conocía. Pero ha ido directo a mi wishlist, me gusta que no solo reseñéis literatura más comercial.
    Un beso

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  5. Y yo sin leer nada de esta autora. Tengo que empezar a ponerle remedio...
    Besotes!!!

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  6. ¡Hola!
    Leí el año pasado La edad de la inocencia y quedé enamorada de la autora y su estilo, así que el resto de sus obras han pasado a formar parte de mis pendientes desde entonces (aunque por desgracia aún no tengo ningún ejemplar suyo). Este ya me llamaba la atención, y viendo que te ha gustado tanto, a ver si le doy una oportunidad pronto.
    ¡Un beso! :)

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  7. Tantas veces visto y todavía no lo he apuntado en la lista. Lo hago ahora mismo1

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