Una investigación aterradora que destapa unos hechos ocultos y silenciados durante décadas: los abusos sexuales, los maltratos físicos y psíquicos, la explotación laboral y las dudosas prácticas médicas que sufrieron miles de niños en los internados religiosos y del Estado durante el franquismo y ya, en plena democracia. Un ejercicio de periodismo de primer orden, que da voz a víctimas y testimonios, y denuncia con nombres y apellidos la supuesta superioridad moral al servicio de las más bajas pasiones.
Todos
tenemos en la mente escenas que encajan perfectamente con la ficción
literaria o cinematográfica. Por ejemplo, piensen en uno de esos internados
para huérfanos donde sus responsables no tienen compasión y obligan
a los niños, por decir algo, a salir descalzos al patio en invierno, a dormir las siestas a pleno sol en agosto, a pasearse con una sábana en la cabeza si se habían hecho pipí de
noche, o a comerse su propio vómito ni la comida les sentaba mal. Si fuéramos más sádicos podríamos hablar también de maestros que le pasan
ortigas a los pequeños por sus partes íntimas para que no se mearan en la cama, que los
castigan sin ver a sus familiares durante meses o que los mandan a la enfermería para que
experimenten con ellos. Y todo esto sin hablar de los abusos sexuales o las
violaciones a menores. Y lo peor de todo
–lo terrible, lo espeluznante- es cuando estas escenas no pertenecen al ámbito
de la ficción sino al de la vida, porque todos estos
ejemplos son reales. Sí, REALES. Hoy hablamos de Los
internados del miedo, un exquisito y valiente trabajo de investigación
realizado por Montse Armengou y Ricard Belis y publicado por Now Books, donde
se recopilan los testimonios de esos niños –ya adultos, y algunos ancianos- que
pasaron su infancia en muchos de estos centros de acogida. Les aviso desde ya: este libro nada tiene que envidiarle a las historias de terror.
Creían las altas esferas durante el
Franquismo –apoyados en las teorías de Vallejo-Nágera– que el comunismo era contagioso, que la ausencia de moralidad de los
rojos era hereditaria; por eso, la Dictadura se preocupó de hacerse cargo
de los niños que habían nacido en estos hogares para reeducarlos, para
domesticarlos, para lavarles el cerebro. Con mano dura, sin piedad. En estos
centros, regentados por monjas y curas, también tenían sitio los hijos de las
madres solteras, de las prostitutas y de las familias desestructuradas o sin
recursos. Y así, recordamos, en la propia voz de los protagonistas, las
barbaridades que se cometían allí con total impunidad. Sigo enumerando: niños sordos de por vida a causa de las
bofetadas que le daban los profesores, niños sin nombre a los que se le
asignaba un número, niños falsamente diagnosticados con problemas mentales para
encerrarlos en manicomios, niños obligados a trabajar gratis o vendidos al
mejor postor para que les ayudaran. El relato es estremecedor, y la lista de atrocidades, innumerables.
Desde aquí, me quito el sombrero ante el trabajo de los autores: con qué respeto tratan a
las víctimas de estos abusos, como si la
literatura (o el periodismo) fuera la única forma de darles a esos niños un
poco de cariño. Montse Armengou y Ricard Belis escriben con el pulso firme, valiéndose de una narración clara y fluida, sin excesivas florituras: el peso de este libro está en las historias, en
las confesiones. Y nada debe enturbiarlas. Los autores nos colocan frente a la
tragedia sin ningún tipo de protección, y nos dejan ahí: contagiándonos de su dolor. Hacía tiempo que no leía con esta
congoja en el pecho, que no tenía que cerrar el libro, sobrepasado por tanto
sufrimiento, por tanta maldad –como cuando en el cine uno se tapa los ojos con
las manos-, que no se me ponían los vellos de punta. Ha sido una experiencia
absolutamente devastadora. Insisto en mi admiración -sin fisuras- hacia estos periodistas y hacia su trabajo, por su pulcritud, por su coraje, porque sólo así se construye una sociedad mejor
Los
internados del miedo es un tributo a la memoria, un ejercicio de justicia. Es una obra necesaria. Y en cada una de las páginas palpita el compromiso y la valentía, no
sólo de los autores sino también de las víctimas que han decidido compartir su
humillación. El resultado resulta estremecedor, imprescindible, un documento periodístico
y de investigación vivo, todavía sangrante. Aquí radica, fíjense, el poder de la palabra
escrita: el de poner el orden el pasado, el de aliviar los dolores antiguos, el
de hacernos temblar al imaginar las estancias de estos niños en las casas de
acogida. En estos internados del miedo. Claro que sí, léanlo y asústense de lo
que son capaces de hacer los adultos, y del sufrimiento que puede soportar un
niño.
Mis felicitaciones a los autores,
a la editorial Now Books, y a los valientes que aún hoy siguen buscando justicia. ¡Y larga vida al periodismo de investigación!
Un libro muy duro. Lo tendré en cuenta, pero tendré que estar bien preparada para su lectura.
ResponderEliminarBesotes!!!
¡Hola!
ResponderEliminarVaya... no conocía de nada este libro pero me ha impactado un montón y eso que todavía no lo he leído O.o Aunque sea una novela muy dura y real me gustaría leerla y darle una oportunidad, más que nada por conocer estos casos y alucinar un poquito con la de barbaridades que se cometían no hace mucho tiempo en nuestro país. ¡Apuntado queda!
Gracias por la reseña. ¡Besos!
Como una de las protagonistas de este libro y despues de saber de primera mano las atrocidades cometidas con nosotros , recomiendo que leais este libro con amor y con la cabeza fria ya que cuenta tanto dolor sufrido que duele solo imaginarlo
ResponderEliminarGracias a Montse Armengou y a Ricard Belis por escucharnos y ser nuestra voz
Como victima de esas atrocidades doy gracias a Montse y Ricard por darnos voz tantos años silenciadas Eternamiente agradecida Un abrazo a tod@s mis compañeros que como yó sufrimos tantas inusticias !!!
ResponderEliminarTodo Cierto la ficción supera la realidad,ni un perdón del NacionalCatolicoFranquista
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