La sangre de los libros

Santiago Posteguillo nos sorprende ahora con un fascinante recorrido por los enigmas más famosos de la literatura: asesinatos, suicidios, duelos, condenas a muerte, guerras, eclipses, vampiros, misterios, juicios. Detrás de los grandes libros se esconde mucha más sangre de lo que uno podría imaginar. Este autor, referente de narrativa histórica, nos guía en un magnífico viaje desde los discursos de Cicerón hasta las obras de ciencia ficción de Asimov, un recorrido por la historia más enigmática y sorprendente de la literatura universal.

 Venga, arrimaos a la mesa de camilla y poneos cómodos, porque vamos a dedicar esta tarde (o esta reseña) a cotillear. Además, tenemos un enorme paquete de pipas. La vida, al igual que la literatura, puede contarse con anécdotas. Están los grandes escritores y sus grandes obras, pero también están los detalles, las curiosidades y las coincidencias que hay detrás de muchos de ellos. Conocemos, por ejemplo, que Charlotte Brönte escribió Jane Eyre y que Agatha Christie es una de las grandes autoras de misterios, pero ¿sabíais que la Bronte sufrió un tremendo desamor y que achicharró a su amado (que estaba casado) con cartas, y que fue su esposa –la de él– la que las recogió de la papelera hechas añicos y las recompuso? ¿Os habéis enterado de que Agatha segunda estuvo desaparecida diez días con una extraña amnesia, justo después de haberse enterado de que su marido tenía una amante y planeaba pedir el divorcio? La sangre de los libros, de Santiago Posterguillo y publicada por Planeta, nos enseña los camerinos de la literatura, nos da un paseo entre bambalinas y nos relata treinta episodios que tienen algo en común: el dolor, el sufrimiento y el desgarro que hay detrás de los creadores y su creación. Él nos propone acercarnos a la literatura desde lo más humano, desde esa costumbre tan española: la del cotilleo y los chascarrillos.

            Continúo: ¿sabíais que Virgilio le hizo una tumba gigantesca a una mosca para que no le expropiaran las tierras? ¿O que un presidente francés llamó a un escritor para que escribiera una novela que le ayudara a ganar la guerra? ¿O que el premio Nobel Elias Canetti dejó dicho tras su muerte que sus novelas inéditas no podrían publicarse hasta 2024? Ay, cómo está el mundo. Y éstas son sólo algunas de las historietas que nos va contando Posteguillo a lo largo de estas doscientas páginas. Son todos relatos cortos y casi con la misma estructura: relata misteriosamente el episodio, nos intriga, pero no revela el nombre del protagonista hasta el final, así mantiene la tensión y azuza el misterio, aunque no es necesario: los artículos tienen tanto peso por sí mismos que como pequeños cuentos.

            El autor, con un amplísimo currículum de novelas históricas a sus espaldas, vuelve a escribir con ese tono ameno y cuidado, aligerando la narración con diálogos y dejando pequeños mensajes en sus conclusiones. Y fijaos, puede parecer un libro ligero o sólo curioso, pero estas anécdotas me han servido para reconectarme otra vez con algunas grandes obras que tenía olvidadas, para re-enamorarme de esos libros que me hicieron muy feliz: por ejemplo, quiero leer otra vez Mujeres de ojos grandes, de Ángeles Mastretta o Los cuatro jinetes del Apocalipsis, de Blasco Ibáñez. Y todo gracias a la pasión que le pone Posteguillo a la escritura. Este libro sigue la senda que ya marcó con La noche en la que Frankestein leyó el Quijote, donde también ahonda en la parte de atrás de la literatura.

            La sangre de los libros es como un manual de cotilleos, y ¡ojo!, no me malinterpretéis que yo siempre abogo por la curiosidad, porque hay un tiempo para todo, incluso para los chascarrillos. Gracias a este libro tendréis una oportunidad de fardar ante los amigos en cualquier cena o de impresionar a alguien porque Posteguillo nos ayuda a asomarnos a la parte de atrás de la creación, a las circunstancias que acompañaron cada obra, a eso que es la vida. Se nota que es profesor porque sabe enganchar, sabe sacarle jugo a las historias.

PS: Os dejo esta cita de Mujeres de ojos grandes: “La tía Daniela se enamoró como se enamoran siempre las mujeres inteligentes: como una idiota.”