Con el dinero ocurre como con la muerte. Estamos obligados a convivir con él, pero nadie nos enseña a gestionarlo de una forma sana. Esto fue lo que debió pensar Francisca Serrano, que pasó de ser ama de casa y funcionaria aburrida (esto lo dice ella, ¿eh?) a trader de éxito, y que ahora se propone instruirnos en el maravilloso arte de ganar dinero. O más bien, intenta mostrarnos el camino para que seamos ricos en billetes, en tiempo y en satisfacción. Y con este enorme objetivo escribe Hijo rico, hijo pobre, publicado por Espasa, un libro a medio camino entre la guía financiera y el manual de autoayuda pensado para educar a los más pequeños de la casa, pero con el que, de paso, nos educa también a nosotros, a los mayores. Para ella, y a ver si esto os sirve de aliciente, todos podemos ser ricos, sólo tenemos que saber qué pasos dar para conseguirlo.En este libro encontraremos 31 claves y 50 ejercicios para que enseñes a tus hijos a ganar dinero como lo hacen los ricos. A lo largo de 50 capítulos breves, Francisca Serrano nos va mostrando las claves para alcanzar el éxito y la independencia financiera: abandonar a la masa, cuestionar las creencias, identificar los obstáculos para superarlos, controlar los miedos, luchar por lo que deseamos... La autora ilustra sus palabras con ejemplos de personas que han alcanzado sus metas, incluida ella.
Atrás
quedaron esos tiempos en los que todos nos creíamos eso de El dinero no da la felicidad. Bien,
posiblemente no dé la felicidad completa o absoluta, pero sí garantiza ciertas
comodidades, mucha tranquilidad y grandes experiencias, como viajar, comer
fuera, ir al teatro…. Además, no tener liquidez implica preocupaciones y
carencias. Así que me enfrento a este libro deseoso de saber qué nos cuenta
Francisca Serrano, qué nuevas claves ha descubierto para allanarnos el camino hacia la prosperidad. Hijo rico, hijo pobre es como un curso a
distancia para atraer dinero a tu vida, no de forma mágica o espontánea, sino
siguiendo los dictados de la lógica. Y no le falta razón: casi todas las
conclusiones de las que nos habla son fruto de un pensamiento ordenado. Nos
cuenta, y sólo voy a daros algunas conclusiones, que es necesario generar
energía positiva, marcarse una meta realista y copiar a otros que ya hayan
conseguido lo que nosotros queremos, y también nos invita a detectar nuestros talentos, a ser emprendedores, a ahorrar y a no
contraer deudas. Ay, qué difícil. Y ahora viene la madre del cordero (o el cogollo del
asunto), que es aprender a invertir en bolsa y a leer la prensa económica. Gran
parte de la abundancia que nos promete Francisca Serrano pasa por la educación financiera, y por eso nos invita (e insiste a
lo largo de todo el libro) a formarnos para saber mover nuestro dinero.
¿Estaríais dispuestos?
Se nota que a la autora le apasiona hablar de
dinero. Ella tiene, sin lugar a dudas, el gen
de los emprendedores, y por eso, nos conmina a educar a nuestros hijos en
esta dinámica desde muy pequeños: la de ahorrar, la de pensar en formas de
ganar algunos euros dependiendo de la edad y la de aprender a invertir a partir de los
14 años. Para Francisca Serrano, todos podríamos tener más ceros en la cuenta
corriente si prestáramos más atención a algunas tonterías como los impuestos (ella dice ‘eludir impuestos, no
evadir), los planes de pensiones o el Ibex 35. Y en mí tiene a un lector resistente porque os confieso que nunca
me ha interesado este mundo; es más: me da una pereza descomunal aprender a
invertir en bolsa, pero me ha entrado en gusanillo: ¿sabría hacerlo? ¿Debería
formarme?
Pues bueno, si os preocupa u os fascina el dinero, aquí tenéis una guía
práctica sobre el éxito financiero. Hijo
rico, hijo pobre nos va dando pistas para convertirnos en uno de esos que
dice: «Yo no trabajo por dinero, sino que hago que el dinero trabaje por mí». Ea. Y
no os voy a engañar: gran parte de la abundancia, según Francisca Serrano, pasa
por tener la actitud adecuada y después, por la formación financiera. Como
decía Geena Davis: «Si no arriesgas
nada, lo arriesgas todo». ¿Os animáis?
PS: No
puedo resistirme a contaros esa fábula-historieta en la que llevo pensando varios días y que se
llama La renovación del águila.
Mirad, un águila suele vivir sesenta años, pero a mitad de su vida, sus garras
se vuelven débiles, el pico se le dobla hacia dentro y el plumaje se le hace
pesado, y ya no puede cazar. Sólo le quedan dos opciones: morir o retirarse a lo alto de una montaña, donde se arrancará el
pico dándose golpes contra una roca. Después, con el pico nuevo, se quitará
las uñas, una a una, lo que le provocará la caída del plumaje antiguo y el nacimiento de uno nuevo. Y así, tras pasar esta
dolorosa renovación, vivirá tranquilamente treinta años más.