Esta colección de relatos sobre el amor, el deseo y la soledad tienen un punto de vista transgresor y están tratados desde una visión cosmopolita por una de las voces más originales de la narrativa corta de Argentina. Una escritora que sorprende en el panorama de la literatura argentina Una gran observadora y traductora de los estados de ánimo de sus personajes; los examina a fondo con una feroz ironía, pero sin perder la delicadeza.»
Se publican pocos libros de relatos. Se
leen pocos libros de relatos. Y se habla poco de los libros de relatos. Parece
como si leer cuentos nos (me) diera pereza: eso de estar continuamente entrando
en una historia para despedirse pocas páginas después. Sí, es eso: a veces me
convenzo de que no tengo tiempo para leer relatos, de que no es el momento
adecuado. Sin embargo, este verano he querido salir de mi zona de confort y me
he leído una recopilación de cuentos firmados por María Fasce, escritora y
directora editorial de Alfaguara, que además ha sido galardonada con el Premio
Iberoamericano Cortes de Cádiz justo por esta obra. Un hombre bueno lo forman catorce historias-estampas en las que la autora tantea ese terreno
intermedio, fronterizo quizás, entre la vida y la literatura, porque en las
dos importan los detalles, los silencios y las palabras: nos presenta un
vía-crucis de escenas aparentemente cotidianas para hablarnos de algo más
grande, de esas sensaciones que palpitan bajo los gestos más rutinarios, y en
las que encontramos la melancolía, las ilusiones –no demasiado duraderas-, las
ansias de querer y ser querido, las decepciones y las expectativas. Y como en
la vida, sus cuentos tienen finales difusos, dejando claro que el silencio que les sigue
es también parte de la historia.
La pluma de María Fasce parece
inofensiva: su forma de narrar es suave y casi inocente, sin grandes alardes
estilísticos, anclándose a lo sencillo, a lo sonoro. Lo suyo parece la transcripción
de la palabra escuchada. Y así, como una observadora profesional, habla, una y
otra vez, de los grandes temas del ser humano: el deseo, el rechazo, la
supervivencia. Y también la literatura. Sí, es curioso pero en todos los
relatos se asoma el escritor, el personaje que pare historias y construye
mundos imaginarios, en un intento por mezclar dos universos: el literario y el
real. Y al final parece que los dos están armados de lo mismo: de la palabra,
de las historias. Todo lo que conocemos se traduce en historias. Tienen estos
relatos un regusto amargo o nostálgico, como una pena leve parecida a una
brisa.
Y si hay que resaltar algo de esta
recopilación es el gusto por lo pequeño, por esos dolores chicos que se vuelven
grandes, y ese acierto a la hora de abordar las relaciones entre las
personas: las expectativas que volcamos en los demás, los miedos que nos
enmudecen, las palabras que nos guardamos. En los cuentos hay referencias
frecuentes a escritores, a libros, a versos: otra vez ese puente entre los dos
mundos. Los titulados La torre y La cabellera me han gustado especialmente por ese tino para
dejar intuir un universo entero a través de pocas pinceladas.
Un
hombre bueno es la particular mirada de María Fasce sobre el mundo: una
mirada que se posa y después, vuela hacia otro punto. En estos cuentos está el
afán por entender a las personas y la forma en las que nos relacionamos, en las que nos comunicamos, y es
aquí cuando salen las debilidades y los quebrantos humanos. La vida se nutre de esos momentos aparentemente banales. Anímense con estas
historias pequeñas, que se leen de una sentada, para comprobar lo complicado
que es escribir corto y breve. Y la autora sale victoriosa. Y no se asusten,
los cuentos son más luminosos que la portada.
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