¿Quién no ha fantaseado alguna vez con que un desconocido le deje en herencia una mansión victoriana, con grandes cortinajes rojos y un jardín florecido? Y ya puestos a pedir, que esté en un sitio precioso –¿en la Toscana, por ejemplo? O en Escocia– y que no haya que hacerle muchas obras. Yo espero esa llamada cada día, y aún no he perdido la esperanza. Pues éste es, ni más ni menos, el arranque de El legado, la entretenidísima novela de la periodista británica Kirsty Wark que nos trae Alevosía, la división romántica de Ediciones Siruela, y que nos cuenta, teniendo siempre como escenario principal esa mansión –¡qué envidia!–, la historia de dos familias, de dos épocas y de un gran secreto. Aquí caben la intriga, la amistad, el amor y también las flores, todo muy estético. Y es muy curioso: esta novela desprende un delicado halo de misterio, como si fuera un perfume, que va contagiando al lector hasta convertirlo en testigo de primera fila, en uno de los habitantes de la impresionante isla escocesa de Arran, donde tiene lugar esta ficción.Elizabeth Pringle, nacida antes de la Primera Guerra Mundial, es una solitaria y melancólica mujer para los habitantes de la isla escocesa de Arran, aunque nadie la conozca realmente... Cuando muere, lega su impresionante casa a una completa desconocida, Anna Morrison, a quien observaba treinta años atrás cuando ésta paseaba a su hija Martha en su carrito de bebé. Pero una avanzada demencia impide a Anna llevar una vida normal y recordar nombres e historias, así que ahora le corresponde a Martha descubrir por qué su madre ha heredado esta casa en tan extrañas circunstancias y, al hacerlo, quizá también consiga dejar atrás su propio pasado. Sin embargo primero tendrá que encontrar la respuesta a la pregunta más importante: ¿quién era Elizabeth Pringle? ¿Qué secreto esconde?
Kirsty Wark escribe en El legado dos novelas en una, dos
historias unidas por una casa. Y su elección narrativa es la de ir intercalando
las voces de las mujeres protagonistas, pero lo hace con una precisión
milimétrica: un objeto, un paisaje o un sentimiento sirve de percha para dar
paso al capítulo siguiente. Dosifica la
intriga casi de forma matemática porque detalla la información justa en el
momento oportuno, y funciona con la precisión de un reloj. La prosa, por otra
parte, se hace invisible para darle todo la relevancia a la historia y además,
no hay prisa por narrar. Es un estilo pausado y asequible, que se para en los detalles, muy acorde con los escenarios escoceses por donde se mueven los
personajes. Eso sí, durante las últimas veinte páginas, el ritmo da un
acelerón que nos deja agotados.
¿Cómo
no va a hacer concesiones a la cursilería una historia romántica? Pues
claro que sí, es lo que esperamos todos. Aparece en la novela eso de: «Eres mi
alma gemela», «Cuando nos besamos somos uno solo», «No volvería a ser la misma
sin ti» y todas esas cosas que uno dice mientras está bajo la tontuna del amor,
pero, y esto es maravilloso, habla también del amor hacia uno mismo. Uno de los
personajes, y no diré cuál, antepone sus principios a cualquier pretendiente,
por musculoso que sea. ¡Bravo por los mensajes que abogan por las relaciones
maduras y alejadas de los clichés de dependencia! Y os parecerá raro pero El legado es una novela romántica sin excesivo amor, o con el amor justo. Es decir, nada de excesivos empalagos ni de
empachos de azúcar, todo sereno y pausado, que por otra parte no está reñido
con lo pasional. Y eso se agradece. Ah, tiene su poquito de sexo, por si os lo
preguntáis.
Esta novela, que tiene su
equivalente audiovisual en esas películas románticas del fin de semana –pero
con mucha más calidad–, no es una
historia rosa al uso. ¿Por qué? Porque está muy equilibrada: la cantidad
justa de amor, al que se le suman la intriga, la amistad y la evolución
personal de los protagonistas. Es una trama entretenida, reposada y sin grandes
sobresaltos. Eso sí, la sorpresa del final le da una dimensión nueva a toda la
historia (y a mí me puso los vellos de punta). Muy bien cerrada, sí, señor. Y
lo voy a decir a bocajarro: las apuestas
románticas de Alevosía están muy por encima de la media. Para los
soñadores, para los que estéis pensando ya en el verano y en los amores, para
los que os guste el turismo rural, El
legado es una elección muy acertada. ¿También queréis que un desconocido os
deje una casa maravillosa? Pues poneos a
la cola.
PS: Me parece una novela de colores vivos, palpitantes: cuántas flores, cuántos paisajes.
PS: Y
éste es el poder de la literatura: le debo una visita a Arran, y pronto, porque
he estado bicheando por internet y sus paisajes son, como dicen los americanos,
breathtaking, vamos, imponentes.
Este tiene muy buena pinta asi que tomo nota para una futura lectura, a ver si me hago con el.
ResponderEliminarSaludos
Una historia de amor bien montada, ya lo verás. Un beso fuerte.
Eliminarbueno, yo soy una romántica.. así que a mí me gustan más los amores duraderos y para siempre, no los enamoradizos temporales
ResponderEliminarpero habrá que darle una oportunidad :)
un beesito
Enamoradiza crónica. Ya somos dos. Jajajaja. Un beso.
EliminarLa leí hace poco y la reseña el jueves. Últimamente nisnpisamos las lecturas jajaja
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con tu reseña. Es una novela francamente bonita
Besos
Qué casualidad. Voy a leer ahora mismo reseña... Un beso.
EliminarNo me llama porque no suelo disfrutar mucho lo romántico xDD
ResponderEliminarUn beso <3
De vez en cuando hay que ponerse un poco romántico. Jajaja. Un beso fuerte. Dani.
EliminarA pesar de ser un género que no toco mucho, este libro me llama mucho la atención.
ResponderEliminarBesotes!!!
Pues te va a gustar porque no está excesivamente edulcorado... Un beso fuerte.
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