SINOPSIS: Lucía es una profesora de treinta años. Siempre ha sido extrovertida y ha tenido un fuerte carácter, por eso se dice a ella misma que, si ha sido capaz de superar encontrarse a su marido, en su propia cama, con otra, ese tal Lucas no podrá con ella. ¿Pero cómo se van a hacer pasar por pareja si no se tragan?¿Quién ganará la apuesta?¿Qué sucede con Sergio? Y, lo que es más importante, ¿será Lucía capaz de dejarse llevar y hacer que ocurra?
Este es uno de los libros que leímos para El café literario de Valencia. Y, la verdad, ha sido una grata sorpresa. No sabía muy bien qué esperarme de la lectura, puesto que no conocía a la autora y no había leído nada de ella hasta ese momento. Intentaba no crearme ningún tipo de expectativa, ni siquiera indagué en las reseñas que mis compañeras habían hecho sobre esta novela. Más que nada, porque podía crearme una idea errónea y, luego, llevarme un chasco. Por ese motivo, comencé la lectura completamente en blanco.
Lo que más me ha llamado la atención es que está escrita en presente. Narratológicamente es complicado utilizar este recurso, puesto que nos encontramos muy limitados a la hora de contar una historia. No podemos dejar entrever nada que ocurrirá en un futuro, ni siquiera remotamente. La autora lo utiliza de manera satisfactoria en la mayor parte del libro, aunque sí que es cierto que en algún momento esta forma de narrar me ha chirriado un poco.
Desde la primera página, conocemos a Lucía, la protagonista, y vemos con ella como su mundo se desmorona de golpe. No podemos evitar sentirnos identificadas, aunque no hayamos pasado por algo parecido. Es la magia de la primera persona. Nos entran ganas de meternos en el libro para intentar que reaccione o para poner el grito en el cielo ante algunos personajes o algunas situaciones. Espabila, muchacha. Eso es lo que he estado repitiendo una y otra vez mientras leía.
Sin embargo, Lucía no es la única narradora de esta historia. Nos encontramos también con Lucas, que pondrá voz a varios capítulos, dejándonos conocer, de esa forma, todo lo que ocurre. La autora no nos limita a ver la novela a través de los ojos de la protagonista, sino que utiliza a Lucas para hacernos ver cosas que Lucía no puede o no quiere ver.
En lo referente al estilo de Tamara, es sencillo y cotidiano. Los personajes son los que hablan, y lo hacen como nosotros habitualmente. No hay nada enrevesado. Se trata, simplemente, de una lectura amena, perfecta para permitirnos desconectar de nuestra rutina por un rato. Su lectura es ágil, por lo que nos durará un suspiro.
Si tuviera que ponerle una pega, sería los secundarios. O, concretamente, uno de los secundarios. La hermana de Lucía me ha gustado mucho (ojalá la hubiera conocido un poco más), pero no he aguantado a Sergio. Me ponía muy nerviosa, histérica. Y me entraban ganas de gritarle a Lucía cuatro cosas sobre él. Los antagonistas me suelen gustar, son la sal de todas las historias, pero el carácter de este me lo ha puesto muy difícil. NO LO AGUANTO. Así, con mayúsculas. Imagino que ese era el propósito de la autora al crearlo, pero me ha parecido un pedante y no me ha gustado nada el giro que da su trama. Más que nada, porque lo quería ver hundido y humillado. A veces soy así de tajante.
Aunque no tiene mala pinta, lo voy a dejar pasar que no me termina de convencer.
ResponderEliminarSaludos
No termina de llamarme esta vez, así que lo dejo pasar, que con tanto pendiente, se agradece.
ResponderEliminarBesotes!!!