Un juicio sumarísimo (y severísimo) a la industria alimentaria. Té verde chino con pesticidas, carne de caballo vendida como carne de buey, mermelada de fresas sin fresas, pimiento indio aderezado con excrementos de ratón, leche infantil al toque de melamina... Christophe Brusset, directivo de grandes grupos de alimentación durante más de dos décadas, cómplice y testigo de muchas de estas prácticas, rompe con este libro la ley del silencio que impera en un sector en el que el fraude, a menudo, es la norma. Desde las bambalinas de la industria alimentaria, Brusset sumerge al lector en el día a día de un empresario alimentario, espectador privilegiado de la que parece ser una competición planetaria para suministrar materias primas cada vez más baratas, en medio de una absoluta impunidad.
Si piensas
que tu vida es aburrida y que no tiene demasiada emoción, si no dejas de
suspirar porque estás deseando vivir alguna aventura en la selva o ir a Supervivientes, hoy es tu día de suerte
porque tenemos la solución perfecta para ti: vete al supermercado. Sí, ir a
una tienda de alimentación y elegir qué vas a poner en el plato es casi
como caminar en un alambre, como desactivar una bomba. Y para que sepas cómo
enfrentarte a esta aventura, para que salgas indemne y, sobre todo, para que tu
salud no se resienta, te traemos ¡Cómo
puedes comer eso!, de Christophe Brusset y publicado por Península
(Planeta), donde nos revela los secretos de la industria alimentaria y que tiene
dos objetivos fundamentales: alertarnos sobre algunas prácticas no demasiado
saludables de las empresas que se dedican a llenarnos la mesa diariamente y darnos las
pautas y las herramientas para convertirnos en consumidores críticos. Y te lo
digo desde ya, ¡prepárate a flipar!
Algo está pasando cuando en el mundo
mueren más personas por comer demasiado que por no comer lo suficiente. Así,
como lo oyen. Además, un tercio de la población ya sufre sobrepeso. ¿Qué culpa en
todo esto tiene la industria? Pues, a juzgar por las palabras del autor, mucha
porque a las empresas que nos dan de comer no le importan nuestra
salud ni nuestra felicidad sino nuestro dinero. Sí, parece frío, pero es así:
sólo quieren hacer caja. ¿En qué se traduce esto? En, por ejemplo, mermelada de
fresas sin una pizca de fresas, botecitos de orégano con más de la mitad de
otra hierba que no es orégano pero que es hasta seis
veces más barata, salsas de tomate concentrado hechas a partir de tomates
podridísimos, tés con mucha más cantidad de pesticidas de la permitida, jamones
de york hinchados con azúcar, glutamatos y gelificantes, fiambres que tienen al
adjetivo de ahumados porque le inyectan una mezcla que se llama humo líquido, productos
que están en contacto con el envase de cartón que tiene aceites cancerígenos,
los misterios del contenido de la carne picada, verduras en mal estado que se
rebozan para poder venderse y así muchas más historias, cada cual más
escandalosa o más terrible. Sí, el autor, que es un empresario que acumula más
de veinte años en el sector, no tiene reparos en poner el foco sobre estas
prácticas tan poco transparentes. Su denuncia es alta, clara, eficaz.
Lo malo, muchas veces, de este tipo
de libros es que uno no le da ningún tipo de autoridad, no termina de
creérselos. No éste es el caso. Primero, porque el autor demuestra su
experiencia en el sector y segundo porque no se limita a denunciar las malas
prácticas de muchas empresas obsesionadas con ampliar el margen de beneficios.
Al revés, Brusset da claves para convertirnos en consumidores críticos. Y entre
los primeros consejos están evitar las importaciones del gigante chino,
eliminar de la bolsa de la compra los purés y los polvos y, aunque no nos guste
demasiado, no caer en la tentación de comprar lo más barato. ¿Por qué? Porque
tiene más elementos perjudiciales, seguro. Nadie da duros a cuatro pesetas –este
refrán sólo lo entenderéis los que cierta generación-. El autor, aparte de su
compromiso con la alimentación, sabe cómo contar historias, sabe cómo enganchar
al lector. Además, lo narra todo con un fluidez y una claridad que se agradece.
¡Cómo puede comer eso! es un trabajo periodístico
y de investigación de primer nivel en el que subyace la premisa de que
alimentarse bien es curarse día a día. Leer las advertencias de Christophe
Brusset no sólo pone los vellos de punta sino que hace que se nos enciendan las
alarmas. Y cuando estéis enfrascados en la lectura, haréis lo mismo que yo: ir
a la despensa y ver cuántos productos indeseables tenéis. A Dios pongo por
testigo que no volveré a comprar esto o aquello. Señores, esto es, sin duda,
una lectura apasionante, pero también útil. Y para esto debe servir también la
palabra: para denunciar. Porque en este caso el beneficio es doble: leer salva
y comer bien también salva.
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