Se ha cometido un asesinato en los terrenos del Castillo de Valfeuillu, propiedad del conde de Trémorel. Dos cazadores furtivos han encontrado el cadáver de su esposa Berthe sumergido en un cañaveral. Mientras la policía local de Orcival está convencida de haber encontrado a los culpables y da por concluida su línea de investigación, llega un policía especial de la Sûreté de París, el inspector Lecoq, que se hace cargo del caso. El astuto detective inicia su propia investigación —caracterizada por el constante uso del método deductivo— recolectando pruebas, estudiando exhaustivamente el escenario y las posibles circunstancias del crimen, entrevistando a los testigos y analizando los posibles móviles de los sospechosos El crimen de Orcival (1866) —obra maestra de Émile Gaboriau que constituyó un éxito sin precedentes en el momento de su publicación— nos envuelve desde la primera escena en una atmósfera de suspense creciente que nos conduce a través de un vertiginoso recorrido de deducciones y suposiciones.Conspiraciones, sospechas, mentiras, chantajes, documentos secretos, celos, adulterio… todo debe pasar por el tamiz de la mente deductiva de Lecoq, convirtiendo la novela en una suerte de thriller de perfecta factura que mantiene en vilo al lector hasta la última página.
Puede resultar raro para el lector actual
que un asesinato sangriento se resuelva sin la luz ultravioleta,
sin las pruebas de ADN y sin esos ordenadores modernísimo que aparecen en CSI. Hubo
un tiempo en el que bastaban los ojos y la deducción, en la que la lógica y los
testigos parecían ser las única herramientas para encontrar al asesino. Y esto
lo hace todo más emocionante y es más, aquí reside uno de los elementos más
estimulantes de esta novela, El crimen de
Orcival, escrita por Émile Gaboriau, y que la editorial D’Época recupera en
su colección Misterios de Época con una edición ilustrada impecable, que nos
lleva hasta finales del siglo XIX para contarnos la historia de un extraño
asesinato, una desconcertante desaparición y un detective, Lecoq, al que no se
le va un detalle y que se hace cargo de la investigación para ponerlo todo
patas arriba. Y no hay forma de resistirse: la ambientación, el crimen y, cómo no, el protagonista provocan una
hipnosis inmediata.
Cualquier lector avispado sabe que
el detective Lecoq, que ya había aparecido como personaje secundario en una
novela anterior del autor, va a ser un pilar fundamental en el desarrollo de la
historia y en la resolución del crimen. Lo es –no les estoy haciendo ningún
spoiler- y no sólo porque apele continuamente a la observación, a la
inteligencia y a la deducción sino por un carisma muy particular. Se trata de
un protagonista con peso, con estilo y que se mueve con soltura por un
escenario difícil donde nadie es lo que parece. El autor, además, y fíjense qué visionario, nos ofrece a los habitantes
del siglo XXI una novela ágil y con un ritmo cuidadísimo, repleta de diálogos;
nada que ver con la densidad imperante en la época.
El
crimen de Orcival tiene
una estructura peculiar, y que funciona como un reloj: la
primera mitad, nos presenta el crimen, al protagonista y los posibles
culpables; y en la segunda, nos cuenta la historia de por qué los asesinos
actúan como actúan, y y entonces, aparecen los amores, las traiciones, los
celos y las venganzas. Puede ser leído como una novela negra, y también como
una pasional, de grandes afectos, de dramas tremendos, de odios imposibles. El
estilo no se convierte en ningún momento en un obstáculo: tiene el sello de
la época en la que fue escrito, pero es cercano y asequible.
El
crimen de Orcival corrobora lo que la editorial D’Época viene
haciendo –y de una forma exquisita- desde sus inicios: la recuperación de esas novelas decimonónicas que gozaron de gran popularidad en su tiempo, pero que ahora son auténticas desconocidas. Y esta historia es una
prueba de ello. Igual que hay lectores para cada libros, también hay libros
para cada editorial. Y está claro que D’Época ha sabido cogerle el punto a
estas novelas. Esta historia del detective Lecoq se recibe, un siglo y medio
después de haber sido escrita, como una mezcla equilibradísima de misterio, de
romance y de sorpresa. Y además, leer con una encuadernación tan buena,
multiplica el placer literario. El crimen
de Orcival es, y con esto lo digo todo, un acierto, una de esas novelas de intriga que consiguen plenamente su
objetivo: intrigar al que lee, hacerlo partícipe de la trama.
hola! que decir de tu entrada? bellisima! me apasiona leer todos los detalles que mencionas, y es una de nuestras lecturas preferidas, tu reseña es magnifica. abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias! Un beso fuerte. Nos leemos!
EliminarDesde que salió le tengo muchas ganas..
ResponderEliminarespero leerlo y que no me decepcioone :)
un beesito
Pues cuéntame cuando lo leas. Un beso!
EliminarMuy buena trama y un personaje como Lecoq que no solo es el primer policía profesional de la historia de la literatura, sino que además tiene una personalidad arrolladora. La edición es estupenda, como todas las de esta editorial.
ResponderEliminarUna reseña buenisima, por cierto.
¡Besote!
MH
Lo has resumido estupendamente. Un beso fuerte. ¡Gracias! Nos leemos.
EliminarYa le tenia el ojo echado, la verdad es que tiene muy buena pinta.
ResponderEliminarSaludos
Yo salivo cada vez que veo un libro de esta editorial. Jaja. Un abrazo.
EliminarYa lo tenía fichadito y con tu reseña más ganas le tengo.
ResponderEliminarBesotes!!!
Un beso fuerte, Margari. Nos leemos.
EliminarEsta editorial tiene auténticas joyas, y este título lo tengo en mi punto de mira junto con otros dos. Gracias por tu reseña!
ResponderEliminarAdemás, es que yo soy un enamorado de la literatura decimonónica... Un beso. Nos leemos!
EliminarLa tengo más que fichada. Los libros de esta editorial son todos una delicia.
ResponderEliminarBesos
Si le hincas el dientes, cuéntame qué te ha parecido... Un beso fuerte.
EliminarMe llama mucho, leí otras reseñas donde también lo ponían muy bien. Las portadas de esta editorial son una delicia.
ResponderEliminarUn abrazo, feliz finde ;)
Sí, la presentación es una pasada... A mí me encantan. Un abrazo fuerte. Feliz semana.
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