La de la piña, la de la alcachofa, la del pollo asado. La Dukan, la del pomelo, la de la manzana, la de la calabaza, la de tu vecina, y hasta la de los idiotas. La que anuncia Chabelita y Terelu o la que publicita Gwyneth Paltrow. Hay cientos de dietas, desde las más sobrias a las más surrealistas. Adelgazar se ha convertido en una obsesión para algunos, y en un gran negocio para otros. No en vano, y según los últimos estudios, más de 2.100 millones de personas en todo el mundo (civilizado) sufren sobrepeso; el doble, por ejemplo, que hace treinta años. Hoy vamos a hablar de kilos, de mentiras y de dinero con el curioso estudio-manifiesto-advertencia del popular nutricionista Juan Revenga, que publica con Ediciones B, dentro de su colección de No Ficción, Adelgázame, miénteme. Y a ver si, de una vez por todas, podemos entregarnos a la Operación Bikini con más cabeza y menos desesperación.'Adelgázame, miénteme 'es un manifiesto sobre la verdad oculta acerca de la millonaria y fraudulenta industria de las dietas para adelgazar. Juan Revenga nos ofrece en este manual una reflexión documentada sobre el concepto de la obesidad así como un minucioso estudio sobre las estrategias de promotores y fabricantes de «milagros dietéticos», pasando por las investigaciones que se están llevando a cabo sobre los diferentes elementos que rodean la obesidad y sus posibles soluciones. Finalmente, aborda el cambio de hábitos necesario para obtener el estilo de alimentación adecuado y el peso conveniente de acuerdo con las circunstancias particulares de cada individuo.
El primer jarro de agua fría que nos
tira el señor Revenga –digo, ‘nos’ porque me incluyo entre las personas que
cuida su peso, que tiende a contar las calorías (MAL) y que se debate siempre
entre elegir cuidadosamente qué comer y pasarse de la raya– es que adelgazar no es fácil, «y quien diga lo
contrario estará mintiendo como un bellaco». Sí, con esta declaración abre
el libro y tira por tierra las promesas de todos esos laboratorios que nos convencen
de que pueden quemar la grasa en tres días, en una semana o en un mes gracias a unas
pastillas mágicas o a unos complejos vitamínicos milagrosos. El libro, que está estructurado de una manera muy inusual: tiene, por una parte,
unos relatos que pertenecen al más puro género de la ficción, que inauguran
cada capítulo y que nos hablan (con mucha originalidad) de algún aspecto de la alimentación, y después está la parte
ensayística, la de la información, los datos y las recomendaciones, todo muy
equilibrado y muy asequible, para todos los públicos.
Me
gusta que se hable de la comida con mesura, con delicadeza y, sobre todo,
con responsabilidad, como hace Juan Revenga. Señores, no es un tema nimio; de
hecho, ¿por qué aún no tenemos remedio para la obesidad? ¿Por qué esta
enfermedad se nos resiste? Para él, la
situación no deja de ser perversa: estamos en una sociedad que, por una parte,
nos exige una cierta una apariencia estética y, por otra, nos invita a
comer siempre más de la cuenta y peor: refrescos, aperitivos, bollería
industrial... Y de aquí viene la locura y la contradicción en las que se
han convertido las dietas de adelgazamiento. La solución no pasa por estar a
régimen sino por cambiar los hábitos alimenticios, pasar de la actual normalidad a otra normalidad. Y os cuento un dato
histórico muy curioso: el primer movimiento ciudadano para adelgazar viene de
finales del siglo XIX de la mano de un fabricante de ataúdes que se da cuenta
de que cada vez tiene que hacerlos más grandes porque los muertos están más gordos.
Sin embargo, ya Hipócrates, en el año 400 a.C., recomendaba para perder peso permanecer desnudo el mayor tiempo posible,
no bañarse o dormir en una cama dura. E incluso se hablaba de los buenos resultados que daba
comer trocitos de jabón. Si estos consejos nos parecen absurdos –que lo son–,
lo mismo deberían parecernos las nuevas soluciones: pastillas de lo que sea,
ampollas de no sé qué…
Atrás quedaron los conceptos de gordito feliz y de curva de la felicidad. Con Adelgázame,
miénteme, Juan Revenga habla alto y
claro, sin andarse por las ramas, para ofrecernos una interesante y lúcida reflexión
sobre la industria ‘milagrosa’ de la pérdida de peso, y una advertencia: que no nos dejemos estafar. En esta
sociedad donde, a veces, se confunden los valores, alguien tenía que hablar así
de las barbaridades que se hacen para estar delgado. Lo único que funciona para
perder peso es comer más sano y menos productos precocinados, comprar
verduras frescas y dejar los alimentos superfluos –las porquerías–, porque la
base de todo está de la boca para arriba, es decir, en la cabeza, en nuestra
capacidad de raciocinio, en la certeza de que nos merecemos comer bien. Y fijaos lo que dice: no merece la pena bajar peso si se nos cae el pelo o se nos agria el
carácter. Y por si no os había quedado claro: NO hay ninguna la combinación
milagrosa de alimentos ni remedios mágicos. No. No. No. No. No. No. ¿Os ha quedado claro?
Yo estoy bastante interesada en estos temas y siempre estoy leyendo artículos relacionados con ello. Lo más importante es tener unos buenos hábitos alimenticios y olvidarnos de las llamadas dietas milagro, que lo único que hacen es estropear la salud y muchas veces, menguar el dinero del bolsillo.
ResponderEliminarY no te olvides del efecto rebote...
EliminarEs que la cuestión de peso es taaaaaaaaan tema del día, que estos libros dicen verdades como templos. Estamos en una sociedad que te bombardea con que ser delgado y cuidarse es lo importante -no tanto la salud, sino la estética- pero luego siempre nos andamos quejando de la superficialidad, a la par que contamos lo qué comemos, nos miramos mil veces, prejuzgamos y nos quejamos de todo...
ResponderEliminary con las dietas milagro ya es la hostia, igual que los productos para ayudar a adelgazar y todas estas cosas.. que sí, que lo más importante son los hábitos de cada uno, y luego -digan lo que digan- la genética, que por mucho que lo niegue la gente hay gente predispuesta a ser delgada y gente que no, que puedes hacerle la misma dieta y los mismos ejercicios a dos personas, y la una doblar en peso a la otra.. x)
me ha parecido muy interesante, tanto el libro como la reseña :)
un beesote
Tienes tooooooooooda la razón. Y sí, es tan perverso que a veces te entran ganas de mandarlo todo a tomar viento fresco (eso lo decía mi abuela). Un beso.
EliminarNo creo que lo lea porque si no es novela no hay quien me convenza asi que lo dejo pasar.
ResponderEliminarSaludos
Gracias por leerme. Un beso.
EliminarTotalmente de acuerdo. Yo nunca he sido de hacer dietas raras, la verdad, pero mi madre y mi hermana sí, han hecho todas las habidas y por haber, con escaso éxito, y cuando lo han tenido, como el caso de mi hermana, el efecto rebote ha sido devastador.
ResponderEliminarAhora cuento mi caso: jamás hice una dieta y siempre había sido gordita. Hace cinco años, decidí cambiar mi vida. Comencé a hacer deporte a diario, venciendo a mi pereza y a mi falta de voluntad, y he acabado totalmente viciada (hasta el punto que un día que no haga nada de deporte estoy totalmente insoportable -pregúntenle a mi marido, jajaja-) y comencé a comer bien, nada de dietas, nada de contar calorías, no... Desterré de mi vida dulces, precocinados, fritos y bebidas edulcoradas, controlé la ingesta de hidratos (aunque los consumía a diario) y en poco menos de un año me quité 25 kilazos de encima. Y lo mejor de todo, vivo mejor y soy más feliz!
La gente no hacía más que preguntarle a mi madre y a mi hermana (y a mi no, que curioso), que qué pastillas tomaba, que si me había operado, que qué dieta hacía, bla bla bla... y no se creían que nada de eso, que lo único que hacía era comer bien y moverme. Pero en fin...
Dudo que lea este libro, porque creo que lo tengo bien asimilado todo, pero pienso que está muy bien para todo aquel que quiera cambiar su estilo de vida.
Saludos.
Jopé, deberías haber hecho tú la reseña. Qué bien lo has explicado. Un beso. Dani.
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