Para el estrafalario Erik Vogler, maniático del orden y la pulcritud, las cosas no podían empezar peor aquellas vacaciones de Semana Santa: en lugar del soñado viaje a Nueva York con su padre, iba a tener que pasar esos días con su abuela, la rara, ésa a la que no le une nada. Aun así, ni en su peor pesadilla el obsesivo y temeroso Erik hubiera imaginado que se vería involucrado en los asesinatos en serie que estaban conmoviendo a toda Alemania.
Cosas de la edad. Cada vez pienso más en mi niñez: en qué fascinante me parecía el mundo –el mío y el de los adultos-, en qué sencillo era vivir –jugar, hacer deberes, comer chucherías- y en lo mucho que me gustaba mi ridícula biblioteca, de no más de cincuenta ejemplares, pero que a mí me parecía un tesoro. Ordenaba y reordenaba mis libros cada sábado, les quitaba el polvo con un pincel, leía las notas que metía entre las páginas y en las que escribía algo sobre él: me ha gustado, me ha aburrido, en la página 125 se pone mejor. Allí estaban La isla del tesoro, La historia interminable o los cómics de Zipi y Zape, Mortadelo y Filemón y Tintín, al que sólo le veía la gracia por momentos. Os reconozco que hacía años que no leía literatura infantil –a excepción de algún cuento a algún niño alguna noche- y que tenía curiosidad por volver a hacerlo por el reto que me suponía empatizar con el Daniel de diez años, ése al que casi ni recuerdo y al que me gusta ver en las fotos antiguas. Hoy os hablo de Erik Vogler y los crímenes del rey blanco, de la escritora Beatriz Osés y publicado (con mucho mimo) por Edebé como la primera entrega de una serie. Es una novelita negra para niños –parece un oxímoron*, pero no lo es-, que también puede leerse como comedia y que a ratos se convierte en un thriller paranormal. Sí, el joven Vogler, un protagonista tan repelente-excéntrico-rarito que uno no sabe si compadecerse de él o zarandearlo para que espabile, se pondrá tras la pista de varios asesinatos de adolescentes que se están sucediendo en Alemania.
Que no salten las alarmas: es un libro para preadolescentes, aunque hable de asesinatos, de investigaciones, de fantasmas que se aparecen al otro lado de la ventana. (¿Acaso no ven cosas peores en los telediarios?). Beatriz Osés firma una historia inteligente y atrevida, muy adecuada para el público al que va dirigida, con un humor finísimo y donde brillan, sobre todo, los personajes. Erik Vogler, nuestro joven protagonista, ordena las prendas de su armario por colores o por orden alfabético, es pulcro, meticuloso y un poco obsesivo. Por eso, se queda de piedra cuando su padre le dice que sólo queda un billete para ir a Nueva York y que se va solo –¡eso es amor de padre!-, así que su hijo tiene que mudarse con su abuela, la que va a su aire. La anciana no lo entiende a él, ni él le pilla el punto a la anciana. Y será ahí cuando se le aparezca un fantasma muy peculiar que lo pondrá sobre la pista de unos asesinatos. Este libro sigue la estructura clásica de una novela de misterio, con referencias muy curiosas al ajedrez, a la música clásica y a los fenómenos paranormales, todo muy bien mezclado. Pero sobre todo, nos encontramos con una prosa cuidadísima, una narración concisa y delicada que le da a la historia un plus (enorme) de calidad.
Vamos a ver, estamos hablando de una novela de 150 páginas –a letras grandecitas- dirigida a niños a partir de doce años –yo diría que incluso a partir de diez-. No os esperéis un argumento complicadísimo con grandes giros ni sorprendentes vueltas de tuerca: no, todo fluye por los cauces normales, sencillos. Erik Vogler y los crímenes del rey blanco es una historia interesante, bien hilada y escrita de forma impecable, que yo he leído con curiosidad y que el Dani de diez años hubiera disfrutado muchísimo. Este libro tiene algo maravilloso: su protagonista, tiquismiquis y escrupuloso y remilgado, que me divierte mucho en la literatura, pero al que yo no querría tener en mi casa en un intercambio de verano. Y sí, espero con ansias las siguientes entregas de este detective de andar por casa. Ahora que llega la época de las larguísimas cartas a los Reyes Magos, tened este librito en cuenta. Por cierto, qué edición más cuidada y qué ilustración tan acertada –felicidades, Iban Barrenetxea-. Ay, qué gusto cuando las cosas se hacen bien.
Me parece por lo que cuentas una lectura ideal para disfrutar junto a mi hija. Así que apuntada me la llevo.
ResponderEliminarBesotes!!!
Buen domingo! Gracias por leerme. Un beso fuerte. Dani.
EliminarLas novelas negras no son lo mío, pero es que si encima es "para niños" pues aún menos.. tengo tantos libros pendientes, que este mejor lo dejo pasar
ResponderEliminarun beesito
Para cuando tengas hijos... XD! Un beso! Dani.
EliminarTiene una pinta estupenda. Me la apunto para regalar estas Navidades.
ResponderEliminarBesos!
Donde consigo el libro ???
ResponderEliminarLo busco y no lo encuentro
Lima peru