sábado, 9 de julio de 2016

Las sombras de la memoria


Tras la muerte de su tía Lina, Maribel Ordóñez se siente más perdida que nunca. Hacía tiempo que esta joven cordobesa se sentía sola, desde que falleció su padre, a quien estaba muy unida. Al menos ha heredado la casa familiar, un lugar que la reconforta y donde habitan dulces recuerdos que la abrazan. Sus paredes parecen haber sido testigo de un centenar de vidas... Casas como estas suelen ocultar secretos del pasado. Curioseando en su nuevo hogar, Maribel encuentra varias obras de grandes artistas de la talla de Matisse o Picasso, así como cuadros que pintó su abuelo, Tomás Ordóñez, cuando vivía en París en los años cuarenta, que jamás hubiera imaginado que eran originales. Maribel acaba de abrir la caja de Pandora y los acontecimientos se precipitan. Cuando el experto al que acude es asesinado, ella se convierte en la principal sospechosa. Con la policía pisándole los talones, deberá descubrir la verdad acerca de las obras antes de que sea demasiado tarde.

La trampa de las primeras impresiones. Y lo peor es que siempre caigo. ¿Y cuál es? Pues que uno se hace una idea preconcebida y la asimila con tanta fuerza que, cuando se da cuenta de su error, tiene que hacer el terrible esfuerzo de quitársela y reemplazarla por la nueva. Algo así me ha pasado con esta novela, Las sombras de la memoria, a la que yo había metido dentro del grupo de las historias románticas y, cuál es mi sorpresa, que, cuando empiezo a leer, me doy cuenta de que es un thriller en toda regla. Uno de esos de acción, muertes, engaño y secretos antiguos. Sí, como los de Dan Brown, pero ambientado en Córdoba y escrito por una autora española, Mercedes Guerrero, que se revela como una gran conocedora del género y de los engranajes que se precisan. Las sombras de la memoria, publicada por DeBolsillo (Penguin Random House), parte de la siguiente premisa: joven hereda casa de su familia donde se esconden ciertos objetos que ayudarán a completar la historia de los antepasados y que, de paso, la pondrá en peligro y se saldará con una muerte (o con muchas).
            Sigo pensando en mi error. La catalogué como novela romántica, quizás por la portada (dulce e inofensiva) o por el título y, aunque tiene su poquito de amor, la maquinaria que la sustenta es el thriller puro y duro: asesinatos, robos, asaltos, traiciones y un catálogo de personajes lo suficientemente oscuros como para no fiarnos de ninguno de ellos, y cómo no, las tribulaciones de Maribel, la protagonista, que tiene una vida personal-emocional tirando a desastrosa. Las sombras de la memoria no aporta nada nuevo al género, pero, ojo, esto no es nada negativo: ¿Qué hay que aportar a un estilo que está consolidado y que ha demostrado con creces que funciona estupendamente y que tiene una legión de lectores fieles? Efectivamente: nada. Su ambientación en Córdoba es todo un acierto y da cierta cercanía, sobre todo a los lectores del Sur. En resumen, esta novela cuenta con tino la historia de un héroe por casualidad, de un personaje de a pie que, de buenas a primeras, debe sobrevivir a una organización sin escrúpulos, sin piedad y con unos intereses nada claros.
            Mercedes Guerrero, como decía antes, sabe cuál es la receta y la sigue a rajatabla, como una buena pastelera. La prosa, a pesar de cierta tendencia a lo poético o a lo barroco, es sencilla y asequible; la trama es una sucesión de giros más o menos inesperados, el misterio va deshaciéndose con una mesura calculadísima, y los personajes cumplen su cometido –el oscuro, el amigo, el protector, el incrédulo, el pesado-. Hay un par de escenas en las que dan ganas de zarandear a la protagonista porque no hace más que mentir a los que la protegen y ponerse más en peligro, actúa como una niña consentida. La historia, como decía, tiene también su toque romántico con esas frases de: “Quiero quedarme para siempre… Tengo que cuidar de ti", dice él. (pág. 304). Sí, necesito protección y compañía”, reconoce ella más tarde. (p. 312). Hay decisiones que he valorado muy positivamente porque le dan una dimensión diferente a la historia: se nota que la autora tiene un gran conocimiento del pasado cordobés y que ha elegido un asunto histórico que da mucho juego y que no es otro que el contrabando de obras de parte por parte de los nazis.
            Las sombras de la memoria es un thriller patrio, un ejercicio de entretenimiento cien por cien en los que se combinan los ingredientes imprescindibles del género: acción a raudales, misterio dosificado, giros de última hora y escenas de amor (del teatral, ése de las pelis románticas). Y encima, paseamos por Córdoba de la mano de una guía estupenda –la autora- y nos acercamos a un capítulo de la Historia interesantísimo con dos de mis asuntos favoritos: el arte y los nazis. La novela - funciona como un reloj y cumple, más que de sobra, su función de absorber al lector, que no puede levantar la cabeza de sus páginas. 

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