domingo, 29 de mayo de 2016

Llamada a medianoche


La peor pesadilla de una madre puede hacerse realidad. «–¿Diga? –La voz de Emma, alterada y vulnerable, me habló a través de un mar de lágrimas. –Mamá…–sollozó–Me dijiste que no hiciera ninguna estupidez, pero la he hecho.» Jennifer Lewis, su marido Mark y sus tres hijos son la perfecta familia americana: ricos, guapos, listos, perfectos. Pero una llamada en mitad de la noche lo cambia todo y destruye la vida cuidadosamente construida de Jennifer. Su hija Emma, que cursa un año universitario en Sevilla, ha sido detenida tras el brutal asesinato de otro joven. Jennifer se apresura a acudir a su lado, convencida de que la detención es un error terrible y decidida a hacer todo lo necesario para llevarse a Emma a casa. Pero a medida que comienza a investigar el crimen, empieza a preguntarse si de verdad conocía a su hija. La policía acusa a Emma, y la prensa se hace eco de la historia, exagerando cada sórdido detalle.Uno por uno, el equipo de defensa de Emma, su padre y finalmente incluso la propia Jennifer empiezan a tener dudas.


En la literatura, al contrario que en otros menesteres, no se necesitan preliminares ni calentamientos previos. Si no, que se lo digan a Nina Darnton que irrumpe en las librerías españolas con una novela vertiginosa y adictiva, Llamada a medianoche (Planeta), The perfect mother en inglés, y que parece tomado en serio eso de enganchar desde la primera página. ¿Qué digo desde la primera página? Desde el primer párrafo. Esa llamada a medianoche de la que nos habla el título no es otra que la de su hija, que está estudiando en Sevilla con una beca, para contarle que se ha metido en problemas, en algo muy gordo: ha muerto un joven y ella es la principal sospechosa. Así, como un bofetón en la cara, arranca este thriller psicológico que perfectamente podrían enmarcarse en esa corriente tan de moda del domestic noir, algo así como una historia de intriga, de acción, de asesinatos, pero en el ámbito de lo doméstico y de lo íntimo. Aquí, el culpable puede ser cualquiera: el vecino que te saluda con el perro, la frutera que te da los mejores tomates o tu mejor amigo.
            Llamada a medianoche tiene varios aciertos, aunque hay uno que es especialmente llamativo: la idea de que nunca terminamos de conocer a la gente a la que tenemos al lado. Y eso es justo lo que experimentan los padres de Emma, la joven encarcelada, al viajar a Sevilla: su hija no es la niña modélica que ellos pensaban. No vive donde ellos creían, dedica el dinero que le mandaban a otros asuntos y otras muchas cosas que no puedo contar por miedo a hacer un spoiler. Y es con esta desazón –los padres no se pueden creer que su hija sea una completa extraña- la que va contagiando la lector, la que permite que en la historia quepa casi de todo. Y se produce un choque frontal entre los padres y una hija que podría ser cualquier desconocida que se han encontrado por la calle, porque no la reconocen. ¿Desde cuándo es tan egoísta? ¿Tan mentirosa? ¿Tan tozuda?
            Me he abandonado a esta novela. No sé si por el ritmo, que funciona por un reloj, por el estilo, que desaparece porque no hay ningún alarde estilístico, o porque se desarrolla en Sevilla, en mi Sevilla. Y uno reconoce su Giralda y su barrio, sus olores y sus habitantes, sus cervezas y sus tapitas de jamón. Sevilla está en este libro –al final, cuenta la autora que vino a visitarla y que se quedó prendada- y le da una cercanía que se agradece. Está muy bien documentada: tanto a nivel monumental como a la hora de retratarnos a los españoles. ¿Qué podría haber sido mejorable? Quizás ciertas escenas con sus diálogos, construidas con cierta torpeza, y la evolución de los personajes, sobre todo, por la madre, porque es una mujer con mucho potencial que no termina de arrancar.
            ¡Quiero dedicarle un párrafo al final! Señores, Nina Darnton inventa un final glorioso, absolutamente magistral y, fíjense lo que voy a decir, que hace que la novela-no-escrita sea mejor que la escrita. Me explico: la historia que se intuye después de este final inesperado es tan alucinante que uno no puede parar de pensar en cómo seguirá, en qué habrá sido de esa familia. Ya me contarán…
            Llamada a medianoche es uno de esos libros que te fastidian un día de playa: uno empieza a leer y cuando levanta la vista es hora de irse a casa; y entonces, se da cuenta que no se ha bañado ni ha jugado a las paletas ni se ha comido la manzana. La historia engancha, convence y entretiene. También despista. Y encima te deja petrificado después de leer el final. Creo que la misión de la autora está más que satisfecha: hacer con el lector lo que le da la gana. Y los que no conozcan Sevilla estarán un poquito más cerca de visitarla, porque me gusta con qué asombro, con qué fascinación habla de mi ciudad. No tiene una estructura perfecta, pero la disfrutarán. Eso seguro.




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