viernes, 9 de octubre de 2015

La puerta de los ángeles


Fred Fairly, un brillante joven, tiene ante sí un prometedor futuro como profesor de Ciencias en Cambridge, siempre y cuando respete una de las normas ancestrales del college al que pertenece. El St. Angelicus, como el Monte Athos, se caracteriza por no haber permitido que ninguna mujer traspase sus muros desde hace más de quinientos años. Por tanto, el matrimonio es algo impensable. Pero parece que Fred, miembro de la peculiar Sociedad de los Desobedientes, comienza a rebelarse contra la rigidez del mundo que le rodea: confiesa a su padre que ha perdido la fe y, tras un aparatoso accidente de bicicleta, acaba por enamorarse de una misteriosa joven con un dudoso pasado. Y es que en cualquier lugar, hasta en el riguroso St. Angelicus, existe una puerta oculta…
 No siempre la Historia hace justicia a los genios. Señores y señoras, qué poco conocemos a Penelope Fitzgerald, esa escritora inglesa que desarrolló toda su producción literaria en la segunda mitad del siglo XX –publicó por primera vez con 58 años–, que fue ganadora del premio Booker en 1979, y que firmó, por ejemplo, las deliciosas La librería o El inicio de la primavera; y que además, se convirtió en una absoluta defensora de la ironía como atajo para entender al ser humano y las relaciones que establece con sus iguales y con sus creencias. Hoy reseñamos su último lanzamiento en castellano, La puerta de los ángeles, de la mano de la editorial Impedimenta y con excelente traducción de Jon Bilbao: una historia en apariencia sencilla y amable, pero que bucea en nuestras contradicciones más profundas y que toma elementos de la novela romántica, del existencialismo y del género costumbrista, una combinación perfecta y equilibrada para darnos a conocer las particulares vivencias del protagonista, Fred Fairly.
            Si algo sabe hacer  Penelope Fitzgerald es conseguir que el lector se fíe de ella desde las primeras páginas, como si nos vendara los ojos y nos pidiera que la siguiéramos, ¡claro que lo hacemos! Con La puerta de los ángeles, uno nunca sabe de qué quiere hablar, cuál es el esqueleto de la novela. A veces, parece una historia sobre el amor y las casualidades; veinte páginas después, se vuelve misteriosa y críptica; cuatro capítulos más adelante, nos habla de la moral, la religión, y la desobediencia; y cuando uno cierra el libro y vuelve a mirar la portada, tiene la sensación de que todo cuadra y que lo único que nos quiere narrar es uno de esos momentos vitales, en el que nuestra decisión –nuestro posicionamiento- determinará nuestro futuro. Una reflexión sobre el peso de nuestras elecciones, sobre lo que estamos dispuesto a sacrificar para que nos acepten y nos quieran.
            Con un estilo depurado –porque las frases, precisas y preciosas, son como fogonazos de genialidad-, la autora va sacando temas de debate y los va dejando sobre la mesa para que sea el lector el que se implique en sus propuestas. Es muy curiosa esa escena en la que Fred tiene que decirle al padre que ha perdido la fe, que no cree en nada, y que no tienen la intención de seguir creyendo. Y en la vida de los pocos personajes que aparecen en La puerta de los ángeles está el retrato de toda una generación, que se debatía entre los prejuicios morales y las ganas de rebelarse contra algo, lo que fuera. Conocemos también un amor que podría ser un sucedáneo, en el que había mujeres prohibidas y hombres desesperados, en el que la reputación lo marcaba todo, y en la que se veía el matrimonio como una tabla ¿de salvación?
            Penelope Fitzgerald vuelve a llevarnos a su terreno, vuelve a embelesarnos con una de esas historias que ‘alimentan’ más de lo que uno se imagina. Y ahí está ella, llenando de ironía cualquier situación, enfrentando al hombre a su propia decisión y a su propio destino, ahí está ella, ayudándonos a entendernos más, a saber si evolucionamos o nos quedamos parados viendo cómo la tradición nos engulle. Y aunque el protagonista haya perdido la fe –algo notable para el desarrollo de la trama-, ¿estamos a merced de las casualidades o de los quiebros del destino? Lean y juzguen ustedes mismos.
PS: E insisto, qué mágica es la vida, que hace que Penelope Fitzgerald escriba su primera novela a los sesenta años, y su obra perdure hasta nuestros días…

3 comentarios:

  1. No he leído aún nada de esta autora. Así que me llevo este título bien apuntado, que me gusta lo que cuentas.
    Besotes!!!

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  2. ¡Qué gusto ha sido leer esta reseña! Una gran revelación, justo como pienso que ha de ser (y por lo que cuentas) esta autora.

    Que me la apunto, está claro.

    Gracias por compartir tu opinión.

    Nos seguimos leyendo...

    Ah, ¡y te dejo un abrazo lleno de palabras!

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  3. De esta autora me lei La libreria hace algun tiempo. Lo empece con mucha ilusion y me defraudo un poco asi que por el momento este lo dejo pasar.

    Saludos

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