miércoles, 28 de octubre de 2015

Blitz


Blitz podría ser una tragicomedia romántica. Pero como ese género no existe, estamos invitados a ignorar las etiquetas y centrarnos de manera apasionada en la peripecia de los personajes. En especial de Beto, un joven arquitecto paisajista que llega a las costas de Múnich en medio de un naufragio vital y sentimental. Invitado a participar en un concurso que podría solucionar sus perspectivas de futuro, ha llegado acompañado por su novia. Pero, casi al instante, su estancia en Alemania se convertirá en una comedia humana. Bajo el destello de un relámpago, que es exactamente lo que significa la palabra blitz, tendrá que afrontar un cambio de vida y de ideales. Llena de emotivas instantáneas del amor perdido, bajo una escritura afilada por el sentido del humor, los personajes parecen deslizarse dentro de un reloj de arena. Porque será la reflexión sobre el discurrir del tiempo lo que conduzca al protagonista hacia una mujer de otra edad, Helga, en un encuentro intergeneracional que es el corazón del relato. Pegado a los pensamientos de Beto, el lector no dejará de preguntarse a cada momento por lo que le espera en la página siguiente. ¿Y ahora qué?
 Aquí vamos a dejar las cosas claras desde el principio: hoy hablamos de sexo. Y de sexo con gente mayor, de carne flácida, de pechos caídos, de manos arrugadas. ¿Os habéis sentido atraídos por alguien que os dobla la edad? ¿Habéis tenido algún encuentro (íntimo) con una persona que supere los sesenta años? ¿A partir de qué edad dejan de ser deseables los otros? Pues éste es el planteamiento en el que se apoya David Trueba –director, guionista y escritor– en esta historia para hablar de las crisis profundas, de las desesperaciones y de la salvación, que siempre está donde menos te la esperas. Blitz (Anagrama, 2015) llega después de su alabada Saber Perder y de triunfar en los Goya con Vivir es fácil con los ojos cerrados para ahondar, con una asombrosa cotidianeidad, en ese fracaso-frustración-pérdida que todos hemos sufrido alguna vez. Beto, el protagonista, recibe por error el mensaje que su novia le ha mandado a su amante y su mundo se derrumba. Encontrará consuelo, casi por casualidad, en una mujer mayor. Esta novela es la historia de un náufrago que lucha (o nada) por llegar a la orilla.
            Blitz significa relámpago en alemán, y puede servir para resumir el concepto que subyace en toda la novela, que no llega a las 170 páginas. Blitz es ese fogonazo que ilumina, durante sólo unos segundos, una tarde gris de tormenta, es esa grieta de esperanza, esa luz al final del túnel… Y volvemos a hablar de sexo, porque serán los encuentros íntimos con una casi desconocida los que le sirvan de alivio, los que consigan hacerle comprender el paso del tiempo, la pérdida irremediable de la belleza y ese tándem de deseo-vejez que lo desconcierta. No en vano, el personaje principal, paisajista de profesión, diseña un jardín con relojes de arena para recordarles a los demás cómo vamos haciéndonos mayores cada segundo… Un pensamiento insoportable que cualquier ser humano es incapaz de soportar de forma continuada.
            Contada en primera persona, el narrador recurre a un lenguaje directo, sencillo, casi oral, ausente de diálogos –todos están integrados en el texto-, y con cierto gusto por las comparaciones, algunas más acertadas que otras. Una prosa en apariencia fácil pero trabajada con mimo para camuflar los artificios. El personaje principal son, por supuesto, el protagonista, treintañero y arquitecto, que navega en su dolor y la mujer mayor convertida en salvadora inesperada, en heroína de segunda categoría. Blitz no deja de ser el cruel retrato de una generación perdida, vacía de ilusiones, y cuya única preocupación es la de sobrevivir, la de no pasar hambre.
            Blitz es un libro triste; sereno pero triste. Quizás haya un trasfondo positivo, un rayo de luz que se cuela por alguna rendija o quizá hable de eso tan complicado de ‘la persona correcta en el momento oportuno’. Lo que sí es, con toda certeza, es un libro valiente sobre la desesperación y los salvadores, sobre las travesías en el desierto y sobre el sexo a ciertas edades. David Trueba levanta el telón de ciertos temas que parecen tabúes y lo cuenta con tanta naturalidad que incluso incomoda. Y sobre todo es un libro sobre lo rapidísimo que pueden cambiar las cosas: en lo que tarda en brillar un relámpago. Hablemos pues del sexo con personas mayores, de lo rápido que pasa el tiempo, de la belleza que se pierde, e intentemos no agobiarnos. Y como dice el narrador: “El dolor es una inversión”. Bueno, sí, puede ser, no sé.  
PS: Y os vuelvo a hacer la misma pregunta que al principio. ¿Habéis tenido relaciones con alguien mayor? En caso de que sí, ¿os habéis avergonzado? Bienvenidos a Blitz.


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