viernes, 23 de octubre de 2015

Aprendiendo a escribir novelas, por Antonio Muñoz Molina

Cada maestrillo tiene su librillo –eso decía mi abuela-; o lo que es lo mismo, cada escritor tiene sus claves, sus secretos y sus manías a la hora de arremangarse y zambullirse en las aguas turbias de la creación. Antonio Muñoz Molina estuvo el miércoles en Sevilla con una charla-coloquio titulada Aprendiendo a escribir novelas, en la que, con su serenidad habitual, compartió sus rutinas de trabajo y su posicionamiento (vital) ante el delicado proceso de escritura. El auditorio estaba abarrotado. Muñoz Molina, como dijo el periodista Alejandro Luque, no necesita presentación, así que sólo os daré unos títulos: Plenilunio, El jinete polaco, Invierno en Lisboa, Sefarad, La noche de los tiempos… Sirva esto para saber que estamos ante uno de los autores más influyentes en lengua castellana y una de las voces más sobresalientes de la narrativa actual. Dicho esto, escuchemos al maestro.
            Éste es el decálogo (+1) de Antonio Muñoz Molina. Tomen nota.

1.- El origen de casi todas las novelas suele ser un detalle, un atisbo de algo, una pequeña idea. “Casi siempre se trata de una cosa muy modesta que se queda en la imaginación”, una conversación, una imagen o una persona que permanece en la memoria. “Hay pequeñas observaciones que son muy reveladoras”, añadió. Antes que escribir, hay que observar, ser siempre curioso.

2.- “El primer verso de un poema lo dictan los dioses”, decía el poeta inglés Robert Graves, y lo confirma Muñoz Molina. La primera frase de una novela es fundamental, porque debe agarrar no sólo al lector sino también al autor. “La primera frase da el tono de la historia. Es como si de ahí saliera la novela entera”, como si se abriera una senda, confesó.

3.- Disciplina y constancia. Hay que ponerse todos los días, dedicarle horas, años. Escribir es una carrera de fondo: “El proceso de conocimiento es idéntico al proceso de escribir”, es decir, “vas descubriendo la novela mientras la vas escribiendo”. Y contó: “A veces después de un día muy bueno tienes otro día en que no hay nada; y a veces lo dejas, y justo al dejarlo es cuando se te ocurre algo”. Escribir una novela exige un compromiso fuerte con la historia.

4.- La documentación –esa investigación previa- nunca puede pesar en una novela; la historia no puede verse entorpecida por datos, cifras y nombres. Así lo explicó Muñoz Molina: “Es una paradoja porque te tienes que informar y tienes que hacer como si no te hubieras informado”. Ése es el truco.

5.- La naturalidad. ¡Ay, difícil tarea! Muñoz Molina resopla en este punto y ahonda en uno de los errores de los escritores noveles: “Cuando eres joven, quieres que se vea cuánta literatura sabes; cuando creces, sólo quiere que suene natural”. Es fundamental que la prosa suene bien al oído, fluya. “Si el estilo se pasa de vueltas ya es amaneramiento, y entonces, todo queda demasiado artificial”, advirtió.

6.- Los diálogos. Después de reconocer que no tenía una especial habilidad para reproducirlos, el autor de Plenilunio contó que hay que trabajarlos mucho para que sean creíbles. El habla es caótica, por eso no funciona cuando se transcribe directamente al papel. Un buen diálogo lleva detrás mucho artificio, mucha construcción.

7.- Y es éste uno de mis puntos favoritos: huir de las frases hechas. Muñoz Molina alerta con especial énfasis en la facilidad con la que la gente recurre a expresiones obvias como “ruido ensordecedor”, “silencio sepulcral”, “imaginación desbordada”, “gigante asiático” –para referirse a China-, “marco incomparable”; y adjetivos como “emblemático” o “icónico”. Y por eso pide: “No hay que caer en la basurilla lingüística de la estamos rodeados”.

8.- Saber quitar lo que no aporta nada a la novela, es quizás uno de los puntos más complicados para el escritor. Uno puede escribir sin límite, pero después debe aprender a quitar, a recortar, a pulir. Así lo explica él: “La belleza muchas veces se consigue quitando cosas”.

9.- Afán por mejorar. Un buen editor y un buen corrector son fundamentales para el brillo último de una buena historia. “Por mucho que trabajes, hay errores que se pasan”, dijo Muñoz Molina. “Por eso hay que poner los cinco sentidos, y los cinco sentidos de varias personas” para que el resultado sea pulcro, algo que tienen muy claro en otros países, pero que en España parece que cuesta un poco más.

10.- Elegir un buen título (aunque nadie sabe bien cómo se hace eso). Que impacte, que sea sonoro, que resuma de alguna forma la historia, como le pasa por ejemplo a Madame Bovary. Muñoz Molina suele tenerlo casi siempre antes de empezar a escribir porque también eso le marca la dirección de la novela.

10+1.- El objetivo último de la escritura no es otro que entender lo que nos rodea, poner orden en el caos en el que estamos inmersos: “La novela como arte aspira a contar la complejidad del mundo”.
La charla estuvo organizada por Fundación Cajasol y Fundación José Manuel Lara.


PS: Muñoz Molina se deshizo en halagos hacia Elvira Lindo. De ella alabó su capacidad para construir diálogos o la facilidad para darle vueltas a las frases hechas, como hizo con “silencio sepulcral” en Manolito Gafotas y ese “silencio bastante sepulcral”.

1 comentario:

¿Qué te ha parecido la entrada? Puedes dejarme tu opinión.

Avisa de los spoilers, por favor.

No se aceptan Url de ningún blog.