viernes, 13 de febrero de 2015

La hipótesis del mal


No conoces el miedo hasta que oyes a alguien tosiendo debajo de tu cama. Mila Vasquez sabe ver donde otros no suelen prestar atención. Por eso, dentro del cuerpo de policía, escogió como destino el Limbo: la oficina de personas desaparecidas. Todo empieza con un asesinato: un hombre mata a toda la familia de un conocido empresario. A todos les cuesta entender que el autor sea Roger Valin, quien desapareció una mañana sin dejar rastro y ahora, diecisiete años después, regresa convertido en un asesino en masa. Pero no es el único: él es el primero de una serie de antiguos desaparecidos que están volviendo para cometer crímenes atroces. ¿Por qué están regresando? ¿Hay alguna lógica tras los asesinatos? El peligro no deja de acechar en la oscuridad, en el sitio menos pensado.
 Esta cuestión me tiene pensativo desde hace un par de días. ¿Qué es la hipótesis del mal? Pues algo así como la confusión de los conceptos del bien y del mal. A ver, me explico: a veces haciendo el mal también se puede hacer el bien o, en ocasiones, para hacer el bien es necesario hacer el mal. Por ejemplo, y éste es un caso sacado del libro, una leona mata a unas crías de cebra para que sus propios cachorros no mueran de hambre. ¿Es lógica su acción? Y se me ocurren cientos de situaciones más: mientes en el currículum para conseguir un trabajo y darle de comer a tu familia. ¿Lo perdonarías? Esta idea está recogida en refranes como 'El fin justifica los medios'. Pues La hipótesis del mal, con este peliagudo debate sobre los límites del bien, es el título de la nueva apuesta del italiano Donato Carrisi, que publica Planeta y que vuelve a meternos de cabeza en una historia apasionante y vertiginosa con un arranque curioso: un grupo de personas que llevan casi veinte años desaparecidas vuelve con la única intención de matar. Un ejército de retornados vengativos.
            Hay una larga lista de lugares a los que la literatura de terror recurre con frecuencia: un pasillo largo y oscuro, un bosque de noche, los bajos de la cama donde duermes, un cementerio o un depósito de cadáveres. Pues a éstos podríamos sumarle lo que en la novela llaman la Sala de los Pasos Perdidos, el Limbo, y que no es otra cosa que una oficina de policía empapelada de arriba abajo con las fotografías de la gente que ha desaparecido sin dejar rastro, como una habitación vigilada siempre por cientos de ojos. Es ahí donde trabaja la protagonista, Mila Vasquez, una mujer atormentada y poco empática que lucha contra sus propios miedos y que, como suele ocurrir en este tipo de historias, se busca como compañero de investigación a un agente listísimo y peculiar, apestado por algo que hizo en el pasado, un paria. Y esta pareja sui generis se encargará de investigar por qué vuelven los desaparecidos, dónde han estado durante todo este tiempo y qué les motiva a matar. Lo primero que uno pregunta a cualquiera que ha visto o ha leído una historia de terror es: ¿y da miedo? Pues oye, sí que tiene al menos cuatro escenas que dan su poquito de repelús. Llega sin esperártelo: un escalofrío que empieza en la espalda y termina en la nuca.
            En este punto de su carrera –con dos éxitos internacionales a sus espaldas: Lobos y El tribunal de las almas–, es indiscutible que Donato Carrisi, bautizado ya como el Stieg Larsson italiano, maneja las herramientas del thriller, del miedo y de la intriga. En La hipótesis del mal teje un complejo entramado de relaciones, envidias y traiciones absolutamente imprevisible. Usa ese recurso tan efectista de escribir capítulos cortos y, de dejarlos en el punto álgido, lo que llaman los cliffhangers. Además, le da a la trama varios quiebros absolutamente inesperados. El escritor, y esto no es habitual en el género de terror, se permite la licencia de buscar una prosa preciosista, con cierta tendencia a la metáfora y la adjetivación. Os advierto de que la resolución no es fácil. Vamos, que mi abuela no entendería el final, aunque también sé que mi abuela no es el público al que va dirigido este tipo de novelas.
            Cuentan que el autor desapareció un par de semanas para meterse en la piel de esas personas que se esfuman sin dejar rastro, porque el argumento gira en torno a comenzar de cero, a la posibilidad de resetear tu propia vida. Lo cierto es que la historia tiene consistencia y verosimilitud, y un arranque fantástico. La hipótesis del mal es una de esas novelas con las que te sudan las manos, y que uno evita leer de noche y solo, un auténtico gustazo para los que nos gusta el miedo por placer. Y ahora volvamos a lo importante: ¿Vosotros qué, creéis que el fin justifica los medios?



PS: No es necesario leer su predecesora, Lobos, para disfrutarla, funciona muy bien como historia independiente.

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