domingo, 7 de diciembre de 2014

Guía de un astronauta para vivir en la Tierra


El coronel Chris Hadfield ha pasado casi cuatro mil horas en el espacio. El secreto de su éxito (y de su supervivencia) es una filosofía nada convencional aprendida en la NASA: prepararse para lo peor… y disfrutar cada instante de ello. En Guía de un astronauta para vivir en la Tierra, el canadiense hace una descripción minuciosa de los años dedicados a adiestrarse y a explorar el espacio, para mostrar cómo hacer posible lo imposible. Mediante historias que transmiten toda la emoción del momento de un lanzamiento, la maravillosa fascinación de los paseos espaciales y la sangre fría necesaria en los momentos críticos, Hadfield reflexiona sobre los mecanismos para conseguir la felicidad.
 Yo nunca he querido ser astronauta, quizás por la claustrofobia, la soledad o la lejanía. Me he decantado siempre por otras profesiones más convencionales (y terrestres), como periodista, maestro, inventor o espía. Aun así, nada me diferencia del resto de los humanos: yo también me he quedado mirando las estrellas de noche y me he sentido sobrecogido, insignificante; también se me ha quitado el sueño pensando en la infinitud del universo o imaginando cómo sería un agujero negro o qué pasaría si nos cayera un meteorito. Qué vértigo. Es por esto que he priorizado la lectura de Guía de un astronauta para vivir en la Tierra, del coronel Chris Hadfield y que publica Ediciones B dentro de su línea No ficción y en la que, a modo de diario, nos habla de su carrera profesional, del espacio y, sobre todo, de lo que ha aprendido dedicándose a su vocación. Y la historia tiene un plus porque es imposible resistirse a la fascinación por lo desconocido, a que nos cuenten de primera mano cómo es abandonar la Tierra.
            El coronel Hadfield es lo más parecido a una súper-estrella espacial. Sus vídeos didácticos desde las afueras del planeta –en su cohete- suman millones de visitas y lo han hecho conocido en todo el mundo. De él aprendemos que no se puede llorar sin gravedad, que la mermelada se despega de las tostadas y ensucia las paredes, que cualquier instrumento tiene un velcro para que no flote, que hay que dormir atado y que lavarse los dientes o cortarse las uñas se convierte en un problemón. ¡¡Cuéntame más!! entran ganas de decirle. Porque sí, porque lo más efectista de este libro son las anécdotas, las aventuras, los misterios, que serían capaces de dejar a mil niños boquiabiertos y ojipláticos durante toda una tarde. Lo consiguió conmigo. Pero no se queda en la superficie, en lo gracioso, sino que sus experiencias tienen un objetivo más profundo: desentrañar las claves del éxito. En una sociedad que pregona los beneficios del placer inmediato, el coronel Hadfield va a contracorriente e insiste una y otra vez en conceptos como la preparación, el sacrificio y el esfuerzo. “Eso es lo único que da resultado”. Tener claro cuál es el objetivo, comprometerse con él e ir a por todas. Guía de un astronauta para vivir en la Tierra puede leerse como una autobiografía –que lo es-, como un libro de autoayuda –que pudiera serlo- y como una novela de aventuras –que también lo es-. Funciona igual de bien en cualquiera de sus tres vertientes porque lo narra todo con tanta pasión que es imposible no contagiarse, y eso que aún no habéis leído cuando se encontró una serpiente negra bajo el asiento mientras pilotaba un caza o cuando se quedó momentáneamente ciego a las afueras de una nave espacial en órbita.
            Debe marcar ver dieciséis salidas de sol en un día. Y contemplar el planeta desde el espacio. Y prepararte toda tu vida para ser astronauta y ser consciente de que quizás nunca abandones la Tierra –por ejemplo, en 2009, sólo fueron seleccionados dos de entre 5.351 candidatos-. Por eso, Hadfield desarrolla un grupo de pautas que están adscritas a una filosofía muy especial que él llama pensar como un astronauta. ¿Y cuáles son? Pues centrarse en el ahora –nada es más importante que lo que estoy haciendo en este instante-, detenerse en los detalles –lo son todo y más cuando te juegas la vida- y el poder del pensamiento negativo, que no es otra cosa que plantearse todo lo que puede salir mal para tener planes b, millones de planes b. Y hay un tema que a mí me encanta: hazlo todo sin lamentaciones. Las quejas son destructivas y además contagiosas.
            Con un estilo conciso y curiosamente fluido –cuando se escribe con entusiasmo todo suena bien-, el canadiense Hadfield nos habla de su experiencia y nos deja un mensaje entre líneas: que los sueños se consiguen. Es maravillosa esa escena en la que él se recuerda de niño viendo por la televisión la llegada del hombre a la Luna y pensando: Yo quiero eso. Y ahí empezó todo. Entre tanta negatividad, es un verdadero soplo de aire fresco que te hablen de que se puede llegar a la meta. Así lo resume él: “Prepárate, trabaja, esfuérzate y disfruta”. Y dicho así, suena incluso fácil.
PS: Toca temas delicados como la existencia de vida extraterrestre. Él dice que no ha visto ninguno, pero que sería más que probable.
PS: Uno termina de leer sus vivencias con la certeza de tener los objetivos más cercanos, de ser un poquito más poderoso. El coronel Hadfield es un magnífico referente.

9 comentarios:

  1. mmm no me llama nada
    ya de por si el título es de esos libros que jamás miraría..
    pero es que la sinopsis, tampoco es que me llame más x)
    gracias por la reseña!
    un beesito

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  2. Esta vez no me tienta mucho así que lo dejo pasar.
    Besotes!!!

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  3. Este libro no me llama la atencion, lo dejo pasar.

    Saludos

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    Respuestas
    1. Tú tampoco has querido ser nunca astronauta, ¿verdad? Jajaja. Un beso. Buen domingo.

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  4. ¡Hola! A mí sí que me llama bastante, me parece interesante y me gustaría leerlo para conocer la experiencia y el punto de vista de alguien que ha estado en el espacio. No conocía el libro, así que gracias por la reseña! ^_^

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  5. Es un libro diferente a los que suelo leer, y no sé, no me llama mucho la atención. Y yo sí he querido ser astronauta, pero más que nada por los ovnis y vida extraterrestre, algo que siempre me ha llamado la atención.
    Abrazos!!

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